25/02/2021

El entrenador de Lim y el factor Dani Cárdenas

No puede esperarse legado mientras persista el error de que los técnicos no tengan sentido

El entrenador de Lim y el factor Dani Cárdenas

El entrenador de Lim y el factor Dani Cárdenas

Rafa Marín

Rafa Marín

Después de una etapa de advenedizos, el Valencia volvió a tener entrenador. Sin embargo, desde el abrupto despido de Marcelino es como si nadie se sentase en el banquillo. No es porque antes Celades y ahora Javi Gracia no lo hagan, pero tanto del uno como del otro apenas quedará huella, afectados ambos desde el principio por una sensación de insufrible transitoriedad y señalándose a sí mismos por su mínimo intervencionismo. Como le ocurrió a él, tampoco Gracia dejará rentas para que quien venga detrás viva de ellas.

Es absurdo esperar un legado, ni siquiera automatismos, mientras persista el error de que los técnicos del Valencia no tengan sentido. Es algo que saben mejor que nadie los futbolistas, de ahí que resulte tan complejo para ellos divisar en la figura de Gracia a alguien con autoridad, incluso cuando reciben órdenes de carácter táctico. No puede extrañar, visto así, la ausencia de estrategia, como tampoco la reiteración durante los partidos de concesiones defensivas y ataques infrecuentes, un cóctel aderezado por los problemas para interpretar qué decisiones responden al rendimiento y cuáles a las cuitas pendientes.

Llegados a este punto, lo razonable sería insistir en que la responsabilidad hay que repartirla con la plantilla, pero la complicidad del señor Lim con el caos es tal que se antoja injusto que por unos cuantos Guedes carguen con las culpas el resto. El estrés permanente de estar sin entrenador precipita a menudo fases de descompresión en las que es cierto que el equipo ha llegado a desatender sus obligaciones. Fue el caso del vergonzante partido contra el Real Madrid y será extraño que de aquí a final de curso no se repita algo de ese palo. Se ha perdido la esencia de ser un equipo.

Cárdenas tiene materia prima de sobra

La explosión de Dani Cárdenas ha sido tan portentosa como difícil era hasta ahora para el Levante encontrar el equilibrio entre sus virtudes innatas como portero y singularidades de una personalidad propia de la edad con la que han sido norma habitual los estironcillos de oreja, los más fuertes de parte de sus propios compañeros y en especial de los veteranos que se están involucrando en apadrinarlo.

Ya se sabe que en los guardametas abundan materias primas para contar historias por sus rarezas y locuras, excentricidades en general de las que se salva otro igualmente excepcional como Aitor, relegado a la suplencia sin más explicación por parte de Paco López que «motivos técnicos». No hay nada que reprochar tras un sorpasso similar al que en su día le costó el puesto a Oier también en la Copa. Al final la memoria alcanza al momento en el que la pelota entra o no en la portería y con Cárdenas el recuerdo está hoy algo más fresco.