Ojalá que sean jornadas solo de aguantarse

Y es que el guión de la semana ni siquiera ha cambiado con la visita a Mestalla del Barcelona...

Ojalá que sean jornadas solo de aguantarse

Ojalá que sean jornadas solo de aguantarse

Rafa Marín

Rafa Marín

Es tal la deriva que el hilo conductor del Valencia está cada vez más lejos de los partidos y lo que debería ser el orden del día en un equipo de fútbol. Y es que el guión de la semana ni siquiera ha cambiado con la visita a Mestalla del Barcelona, que llega por cierto casi sin respiración tras atragantarse con el Granada. A falta de dar carpetazo a la temporada y cruzar los dedos para la siguiente, el ojo ha seguido puesto en las incongruencias del banquillo, en el posicionamiento de candidatos y en las cosas de Meriton. Todo gira alrededor de la distracción en la que se ha convertido el comprometido asunto de la ATE, donde al calor de los votos continúan haciendo trinchera los políticos. Poca o ninguna atención, en cambio, han concentrado los experimentos en Paterna de Javi Gracia, dispuesto a rizar el rizo apostando por Lato como vacuna contra Messi, la enésima voltereta con la que hacer de menos a los fichajes de invierno y cargar de razones a los que piensan que no hay plantilla para más. Del todavía entrenador tampoco nadie espera a estas alturas el milagro de los panes y los peces, aunque sería suficiente con que fuese capaz de descifrar a Koeman de la manera en la que lo hizo en el Camp Nou. No han sido tantos los días buenos como para olvidarse de aquel. Si Gracia, que también pudo con el Real Madrid, no dio la campana fue porque la suerte le fue esquiva en los momentos claves. Una segunda parte hoy de aquel partido carecería de la efervescencia de los viejos tiempos pero, una vez descatalogados para otros objetivos, sí que despejaría definitivamente cualquier nubarrón con el descenso para los valencianistas. Las distancias se presumen lo suficientemente grandes como para no desvelarse, aunque cualquier traspié puede provocar una pesadilla. Sólo bajan tres equipos y hay muchos más que son peores, pero ninguno está menos preparado en este momento para jugar una verdadera final si las cosas se ponen feas. Después del SOS de Gayà, la permanencia hay que conseguirla cuanto antes mejor. El objetivo es que queden cuatro jornadas de aguantarse y no de padecer estudiándose la clasificación.

Revolución a medias pero sin archa atrás

No dista mucho la situación del Levante, en su peor racha con Paco López y tan desfondado que ya ni el sorpasso sirve de aliciente. En el caso granota, también con la permanencia por confirmar, la cuestión es que las cuatro jornadas que quedan deben servir para asentar la revolución y no dar marcha atrás. No tendría ningún sentido hacerlo. Siguen quedando alicientes en juego, aunque también es verdad que en las jornadas que faltan son muchas más las cosas que se pueden perder que ganar. No hay que terminar mal.