El momento de las notas

Es necesario recordar el principio para entender el final y ser justos

Rafa Marín

Rafa Marín

Es necesario recordar el principio para entender el final y ser justos. Hagamos memoria: la soga del fair-play, el mercado parado por la pandemia y cuatro fichajes sin experiencia en Primera, dos de ellos menos mal que cerrados antes del confinamiento. Así arrancó una temporada que estuvo a diez minutos de ser histórica y que pasará a los anales por eso en lugar de por su extrema dificultad. Recordemos también: partidos en el exilio por la reforma del Ciutat, varias jornadas en puestos de descenso, la situación límite de Paco López en noviembre, la resaca amarga de Campaña, la crisis con Morales, las lesiones, la pandemia, la puerta cerrada, la añoranza de una rotación más profunda, la dirección deportiva sin renovar hasta marzo y el antes y el después de la Copa.

Objetivamente hay datos suficientes para considerar como un milagro que el objetivo se haya conseguido con tranquilidad. Y subjetivamente también los hay para justificar el mal sabor de boca por una oportunidad desperdiciada. Lo tenemos muy reciente: el equipo se creyó en el derecho de irse de vacaciones antes de hora, el cuerpo técnico no acertó a recuperar el ADN hasta Vigo y se dio tanto pie a la relajación que después del ridículo contra el Elche a Quico Catalán le tocó entrar al vestuario.

Evaluación final

La nota no puede ser un sobresaliente y mal si alguien osa a dárselo. Pero con el objetivo cumplido, un suspenso tampoco. Viendo los picos altos ni siquiera un suficiente ni un bien. Es más un notable. Tal vez un siete mejor que un ocho. Asunto en todo caso discutible. Con el cambio de milenio el club supo coger la ola buena de los derechos de TV y hoy es de Primera con todas las de la ley, incluso por encima de que accidentalmente pueda caerse.

La cuestión es que primero hubo muchas zanahorias, tan merecidas como los palos de después. En ese sentido ha sido también una temporada de aprendizaje y de superar escollos. Entre bambalinas ha habido muchos. Uno de los más paradigmáticos, que no gordos, se desató en el momento de extrema felicidad de las semifinales de Copa. Encolerizado por la fiereza de las críticas, el entrenador llegó a sentir equivocadamente que se le ponía en duda por su gestión del grupo.

Paradójicamente el equipo pasó contra el Villarreal tirando de suplentes y renunció a eso ante el Athletic para acabar en la prórroga sin titulares. Quedará para siempre la duda de qué habría pasado sin tanta lesión el día clave. Fueron a pesar de todo unos días preciosos. Pero ahora no hay duda de que lo que toca es regenerarse, de que no hay dinero para hacerlo con la profundidad que se requiere y de que, a pesar de los rigores del mercado, lo mejor que tiene este equipo es lo que hay que conservar.