Coser y Bordalás

Tampoco es para poner intensos con el sorpasso

Coser y Bordalás

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Rafa Marín

Rafa Marín

A falta de alicientes, la noticia de la última jornada ha sido el no sorpasso, caldo de cultivo para memes que a los granotas les ha tocado tomarse con elegancia y deportividad. Y es que tampoco es para que alguien se ponga intenso con los dos puntos de diferencia. La temporada del Valencia ha vuelto a ser desastrosa y la del Levante un desperdicio. En condiciones normales, lo ocurrido tanto en Mestalla como en el Ciutat debería dar pie a sendas revoluciones con las que atajar los problemas deportivos. Pero ahora mismo la situación es cualquier cosa menos normal. Aunque por distintos motivos, parece que los tiros no van por ahí. En el caso del Valencia fundamentalmente porque no quieren. En el del Levante, que sigue en otra liga, porque aunque quisieran no pueden estirar el brazo más que la manga.

Milagros tampoco

Ojalá todo fuese coser y Bordalás. Las razones del segundo destrozo consecutivo son de sobra conocidas y no hay visos de que vayan a desaparecer. Todas empiezan y terminan por el canoso señor Lim, primer y último responsable de los absurdos que desembocaron el sábado en el deseo de Voro de que esta haya sido la última vez. A nadie seguramente más que a él le gustaría creérselo. Pero igual que se dinamitó un proyecto sin una alternativa a la altura, la estrategia ahora no difiere en exceso de lo que viene siendo el modus operandi habitual. Suena demasiado a cuadrar números y al equipo que le den, una ameneza con la que echarse a temblar con independencia de si se acierta o no con el míster. No se trata de cargarle las culpas a Javi Gracia por haber hecho de menos a una plantilla de la que extrajo un paupérrimo rendimiento, pero tampoco de esperar milagros de su sucesor cuando los indicios apuntan primero al adiós de Guedes y Kang In y luego a relevos de menor rango.

Entrenador a medida

Suerte tiene el Levante, pese al desgaste y a que tuvo fases de más fallos que aciertos, de que Paco López siga siendo un entrenador a la medida, único a la hora de sacarle jugo a una plantilla cuya herencia se ha sobrevalorado y cuyos últimos siete fichajes han sido a cambio de 3,8 millones de euros, un poco más de lo que cobra Campaña y tres veces menos de lo que costó Vukcevic. Al final Paco ha cumplido el objetivo, estuvo a punto de hacer historia, sofocó incendios, capeó temporales, se mordió la lengua cuando hizo falta y lo único que se le puede echar en cara es no haber dado con la tecla para que el equipo se reconectara y dejase atrás sus males y vicios endémicos. La próxima será su quinta campaña, que se dice pronto.

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