Se situaban cerca de los cajeros y esperaban. Cuando la víctima, en la mayoría de casos, gente mayor, se acercaba a sacar dinero, actuaban. Solían utilizar dos modus operandi: o distraían, justo en el momento en que los mayores estaban retirando el efectivo con un objeto (lo que en el argot policial se conoce como “muleta”), o empleaban la violencia. A veces golpeaban a los ancianos hasta hacerles caer al suelo. Son niños, menores de 14 años, obligados en muchos casos por sus propios padres, que no estaban escolarizados y estaban obligados a delinquir. Venían de Rumanía buscando una vida mejor. Se perdieron por el camino.

 Tras una compleja investigación, la Policía Nacional les ha dado caza. El resultado de sus pesquisas ha concluido con la desarticulación de un entramado criminal que operaba en diferentes puntos del mapa, con especial fuerza en Madrid. Han sido detenidas 26 personas, todas de nacionalidad rumana, a las que se les imputan los delitos de trata de seres humanos con fines de explotación delictiva, pertenencia a organización criminal y delito contra los derechos y deberes familiares. Los niños, un total de 37, han sido puestos bajo protección por ser inimputables. Según ha podido saber CASO ABIERTO, los detenidos contaban con numerosos antecedentes penales. Muchos por delitos contra el patrimonio, robos, hurtos; pero también por exhibicionismo y provocación sexual, usurpación de identidad y/o explotación sexual infantil. Además, un gran número de ellos tenían requisitorias desde el extranjero. Se trataba de una organización docta en el crimen.

Diez meses

La investigación arrancó en diciembre del pasado año cuando los agentes detectaron un aumento de las denuncias por robos y hurtos en cajeros automáticos a personas de edad por toda la Comunidad de Madrid. Hecho el análisis, descubrieron un patrón común. No tardaron en averiguar que existía un grupo organizado de varios clanes familiares que utilizaban y explotaban a menores de edad, en muchos casos sus propios hijos, para cometer estos delitos.  Tenía una estructura perfectamente definida y el reparto de tareas se seguía a la perfección.

En la cima se encontraban los padres de dos familias que se encargaban de decidir la zona de actuación de los menores para cometer los robos. Un poco más abajo de la pirámide estaban los patriarcas de otras familias que hacían de intermediarios entre los jefes y otros menores. Llevaban a los menores hasta los diferentes cajeros elegidos. En el último escalón estaban los niños, la mayoría sin escolarizar, que eran quienes llevaban a cabo los asaltos. La organización estaba formada por un total de 18 adultos, ocho menores imputables y otros 37 sin responsabilidad penal por tener menos de 14 años.

Estaba todo pensado para que nada se torciera. Medido todo en detalle, llegaron a fijar un plan B utilizado cuando los niños tenían excesivo protagonismo y podían ser reconocidos por los agentes, o iban siendo mayores. Eran Los llamados ‘tours delictivos’ que, básicamente, consistían en rotarlos. Los niños “quemados” eran trasladados a otros lugares donde continuaban la actividad delictiva, incluso en otros países europeos.

Las detenciones se llevaron a cabo en Getafe y Fuenlabrada el pasado 13 de octubre. Un centenar de agentes procedieron al registro de cinco domicilios en los que se incautaron de casi 10.000 euros en efectivo, varios relojes de alta gama, teléfonos móviles y diversa documentación que está siendo analizada por los investigadores. La operación ha permitido el esclarecimiento de más de 200 asaltos a ancianos que fueron atracados en cajeros automáticos de diferentes puntos del país. Los 37 menores inimputables fueron puestos bajo la protección del Grupo de Menores de la Policía Nacional.