Al abrir su mochila, los agentes sacaron una bolsa de plástico transparente llena de joyas. Al principio, el hombre, al que se habían acercado solo para identificarlo, respondió con evasivas. Sin aclarar de dónde las había sacado. Después, explicó que tenía un negocio de compra de oro. En realidad, el hombre, un ciudadano de origen indio de 50 años, tenía tres locales: dos en L'Hospitalet de Llobregat y un tercero en Barcelona.

Después de aquel encuentro con los Mossos d'Esquadra, el pasado 31 de enero, los responsables de la unidad de investigació de la comisaría de L'Hospitalet le pusieron la lupa encima. Entre las joyas que llevaba encima, y que no supo aclarar de dónde habían salido, aparecieron piezas que unos ladrones habían robado de una casa de Vilafranca del Penedès algunas semanas antes. Y también una cadena de oro que un ciudadano había perdido en manos de un 'cadenero' que se la arrebató de un tirón antes de darse a la fuga.

Detalles como ese, que la cadena de oro estuviera rota como suelen estarlo las que se roban dando tirones por la calle, aumentaron las sospechas de que se trataba de piezas sustraídas. Los policías lo confirmaron durante las inspecciones que practicaron el 8 de febrero en los locales del ciudadano indio. Los negocios de compra de oro tienen la obligación de anotar quién vende las joyas y quién las compra, una medida decretada precisamente para evitar el comercio de objetos robados, remarcan fuentes policiales. Sin embargo, este sospechoso no tomaba apuntes. No constaban registros de las joyas que entraban y ni tampoco de las salían.

Durante los registros a sus domicilios, los Mossos recuperaron unas 300 joyas. Objetos que, según sospechan los policías, pertenecen a ciudadanos de Barcelona y su corona metropolitana que han sufrido robos por la calle o entradas en sus domicilios. Si entre los lectores de la noticia hay uno de ellos, puede dirigirse a esta web y tal vez encuentra el anillo, el colgante o los pendientes que le robaron. En esta página se exponen los objetos que han sido recuperados y cuyos dueños no ha resultado posible identificar todavía.

Los investigadores hallaron también entre las pertenencias del sospechoso un lingote de oro. El caso no está cerrado y no se descartan nuevas detenciones. La policía cree que el arrestado fundía las joyas de oro que compraba y las convertía en lingotes como ese. Un kilogramo de oro cuesta casi 60.000 euros actualmente y su valor se mantiene estable en cualquier país. Se trata de un valor seguro si se desea viajar y que resulta aún más preciado en situaciones de inestabilidad como las que desencadenan guerras como la de Ucrania. Fundir el oro, además, le permitía a este sospechoso borrar por completo el rastro de las joyas.

En la operación 'Calcuta', así la apodaron los agentes de la unidad de investigación de L'Hospitalet, se calculó que las 300 piezas recuperadas pesaban casi un kilo y medio, lo que acercaba el monto de beneficio que podía obtener el arrestado a los 80.000 euros. Los agentes no han calculado el valor de las piedras preciosas que tenían algunas de las joyas recuperadas. Tampoco el valor sentimental que algunas de las piezas tenían para sus dueños.