El tiempo no pasa para el tenis. Dos treintañeros, Roger Federer (35) y Rafel Nadal (30) disputan esta tarde la final del Masters 1.000 de Miami, su tercer duelo en estos tres primeros meses del año, la vigesimotercera final que disputan entre ambos y el trigesimoséptimo enfrentamiento en una de las más épicas rivalidades en la historia del deporte.

Nadal y Federer llegan a la cita de esta tarde con diferentes sensaciones. El mallorquín, con el recuerdo de sus dos partidos perdidos con su gran rival este año, la final del Abierto de Australia en cinco sets y los octavos de final en Indian Wells por un claro 6/2, 6/3. El suizo, con la moral por las nubes en un comienzo de año arrollador cuando ya eran muchos los que le daban por muerto deportivamente hablando.

La resurrección del que posiblemente es el mejor jugador de la historia es digna de estudio. Operado del menisco y seleccionando con lupa los torneos que disputa, ha vuelto a jugar como en sus mejores tiempos. El campeón de 18 grandes, que no disputará la temporada de tierra para preparar con fuerza su presencia en el torneo de Wimbledon, el próximo mes de julio, corroboró su gran estado de forma en su victoria ante el australiano Nick Kyrgios en tres sets que se resolvieron en la muerte súbita y tras más de tres horas. No parece que el suizo acuse el cansancio ante Nadal porque sigue jugando con una elegancia que le permite desgastarse la mitad que cualquier otro tenista.

Nadal deberá cambiar su estrategia con respecto a la última vez que se vieron si quiere tener alguna posibilidad de sumar el título 70 de su carrera. El 6/2, 6/3 de Indian Wells fue la mayor derrota encajada ante Federer desde la Copa de Maestros de 2011, cuando cayó por un contundente e inapelable 6/3, 6/0. Parece que las tornas han cambiado entre ambos. Ahora es Federer el que sabe cómo jugarle a Nadal, y este no encuentra la fórmula para hacerle daño. El de Manacor, que aspira a ser el primer español en conquistar el torneo de Miami después de que fracasaran Sergi Brugera (1997), Carlos Moyá (2003) y David Ferrer (2013), abusó en el torneo californiano del golpe sobre el revés alto de su rival. Pero ha quedado claro que ya no le hace daño. Toni Nadal, que se encuentra en Miami junto a Carlos Moyá, deberá buscar una nueva táctica para tener alguna posibilidad de alzarse con el trofeo, que sería el primero desde el Godó del pasado año.

Las sensaciones en Miami han ido de menos a más. Sin convencer en las primeras rondas ante rivales de segundo nivel, elevó sus prestaciones en cuartos de final ante el norteamericano Jack Sock -llegaba al partido ante Nadal con el mejor balance de victorias/derrotas este año, 18-1), con un juego agresivo que ahogó a su rival. También ante el italiano Fabio Fognini, aunque se viera la versión más errática del jugador de San Remo, capaz de lo mejor y de lo peor. Ante Nadal no tenía ganas de jugar, como se vio en el primer set (6-1), y su reacción en el segundo fue tardía.

Nadal aspira a uno de los pocos torneos que faltan en su palmarés, junto al torneo de Shanghái y la Copa de Maestros. Este domingo disputará su quinta final en el torneo de Florida tras las perdidas en 2005 (Federer), 2008 (Davydenko) y 2008 y 2011 (ambas ante Djokovic).

El partido de este domingo provocará un desempate en sus enfrentamientos en pista dura (9-9), aunque en finales sobre esta superficie gana Federer (4-2). Nadal, que aspira a su vigesimonoveno Masters 1.000, llega al gran duelo de esta tarde con 19 victorias, las mismas que Federer, por cuatro derrotas (las dos ante el suizo, Raonic en Brisbane y Querrey en Acapulco). Ahora mismo Federer parte como indiscutible favorito, por su gran estado de forma y porque la pista le favorece. Pero delante tiene a un Nadal que a sus 30 años sigue con hambre de títulos. Una final apasionante.