La tenista italiana Sara Errani rechazó las acusaciones de dopaje y ha reconocido sentirse "extremadamente frustrada" por haber sido suspendida por la Federación Internacional de Tenis (ITF, por sus siglas en inglés) hasta el próximo 2 de octubre.

La ITF explicó este lunes que Errani fue sometida a un control antidopaje fuera de competición el pasado 16 de febrero y su muestra de orina analizada en un laboratorio de Montreal (Canadá) dio positivo en "letrozole", una hormona prohibida por laletrozole Agencia Mundial Antidopaje.

"No he tomado nunca, en mi vida ni durante mi carrera, ninguna sustancia prohibida", asegura la tenista en un comunicado publicado en su perfil oficial de Twitter.

La italiana reconoce que esa sustancia está presente en un fármaco que consume su madre desde 2012 y achaca el resultado de su muestra de orina a una "contaminación accidental en la comida" que haya podido consumir junto a su familia.

Según la tenista, los tortellini que le preparó un día su madre podrían haber tenido restos de un medicamente llamado Femara, que su madre usaba para tratarse de un cáncer y que podría haber caído sobre su plato en un descuido.

Su madre, según declaración ante el tribunal, aseguró que guardaba la medicación en la encimera de la cocina y que en febrero, cuando preparaba tortellini y sopa, podría haber caído alguna pastilla contaminando la comida. Pero el tribunal, ante la imposibilidad de la defensa de probar el descuido accidental, decidió la suspensión por dos meses.

Errani se dice "convencida al 100 % de no haber tomado una pastilla por error" y justifica que de haberlo hecho habría aparecido en unos exámenes clínicos que se realizó en el cabello.

"El consumo de esta pastilla produce unos efectos visibles por ejemplo en el cabello de la persona que lo consume", algo que -subraya- no sucedió en su caso.

"Esto implica que la cantidad que involuntariamente haya podido ingerir ha sido inferior a la de una pastilla", añade, antes de advertir de que "no está comprobado que el 'letrozolo' mejore las prestaciones atléticas de una tenista mujer".

"Estoy muy enfadada pero al mismo tiempo en paz con mi conciencia, absolutamente segura de no haber hecho nada mal y de no haber cometido ninguna negligencia en el marco del programa antidopaje", concluye la italiana, que en 2016 concluyó doce años de trabajo junto al entrenador valenciano Pablo Lozano y la Academia TenisVal.