Rafa Nadal es humano. Lo demuestra muchas veces, como cuando se remangó para ayudar a sus vecinos tras las trágicas lluvias torrenciales que azotaron Mallorca, y lo ha vuelto a demostrar en el Open de Australia, donde no ha podido aguantar las lágrimas tras alcanzar una nueva final de un Grand Slam. Tras derrotar al griego Stefanos Tsitsipas, Nadal echó a llorar cuando recorría el túnel de vestuarios de la pista Rod Laver Arena. Un túnel decorado con los nombres y los títulos de cada uno de los jugadores que han conseguido ganar en Melbourne, y que emocionó a Nadal pese a que el español se ha visto en esa situación, la de alcanzar finales de Grand Slam, más de una decena de veces en su carrera. Y es que, además de uno de los mejores tenistas de la historia, Nadal demuestra muchas veces que como persona no tiene nada que envidiar al tenista.