Se nos ha ido Manolo Santana. El hombre que nos ayudó a enterrar los miedos en una España gris y acomplejada deportivamente

Nadie ha hecho más por relativizar un éxito y al mismo tiempo nadie ha hecho más por llevarlo hasta todos los rincones de nuestras casas.

Mucos de nosotros nos hicimos tenistas por el impacto que tuvo en nuestros padres. Hablar de Santana era hablar de un ganador. De alguien que con muy poco equipaje se coló en la élite de la raqueta.

Siempre conquistó a las élites. Las de derechas, las de izquierdas, las monarquías y las repúblicas. Los conquistadores tienen estas cosas…

Nadie ha sabido entender mejor que él de qué va la vida. Explotar al máximo los instantes y reírse de los contratiempos. Todo es relativo: las victorias y las derrotas.

Su mayor legado

Sus enseñanzas han sido su mayor legado y sus logros el sello de su personalidad y rebeldía.

Hoy debería ser un día triste y sin embargo todo lo que me recuerda a Manolo se traduce en una sonrisa. Su blanca dentadura no era impostada, era el reflejo de su sentir y pensar.

Vivió siempre al galope, sin miedo al mañana y sin pedirle demasiado al futuro.

A todos nos consuela pensar que te has ido porque mañana tenías partido. Un doble en la central de Wimbledon con Andrés Gimeno.

Manolo y Andrés, ¡qué pareja!

Gracias por tu existencia y por sacarnos de la oscuridad.