Las fibras nerviosas que rodean su maltrecho escafoides no paran de enviar información a su cerebro: neurotransmisores avisándole a toda velocidad de la amenaza potencial que está poniendo en peligro su cuerpo, un dolor insoportable que le alerta de que algo no va bien en su pie izquierdo.

Rafael Nadal hace muchos años que convive con ese dolor. De hecho, desde que en 2005 los médicos le diagnosticaron el síndrome de Müller-Weiss.

Una alteración, por estrés continuado, del escafoides tarsiano que acaba provocando un compromiso vascular y deforma este hueso fundamental en la biomecánica del pie le limita por completo. Y con el paso del tiempo, la dureza de los entrenamientos y la exigencia de la alta competición, esta lesión degenerativa ha ido a peor.

Ahora, con 36 años recién cumplidos, y tras haber ganado 92 títulos ATP, entre ellos 22 Grand Slams, Rafa ha dicho basta. Seguir jugando con un dolor que le resulta insoportable ya no es una opción.

"Está claro que Nadal no podía seguir infiltrándose para poder jugar. El corticoide es el antiinflamatorio más potente que existe, pero provoca osteopenia, es decir, debilita el hueso, por lo que aumenta el riesgo de una fractura. Y también provoca necrosis tisular, deshace los tejidos. Infiltrarse le permite jugar sin dolor y ganar partidos, pero a costa de destrozarse el pie", explica a EFE Albert Martínez, profesor del Master de Podología Pediátrica y especialista en Podología Deportiva y Control Motor.

La radiofrecuencia pulsada, que consiste en aplicar una corriente eléctrica a través de una aguja en el nervio o los nervios que rodean a la zona lesionada y producen el dolor, es el nuevo tratamiento por el que ha apostado Nadal para acabar con su sufrimiento.

"Es más inocuo y duradero que las infiltraciones, pero su efectividad no es del cien por cien", afirma Martínez, quien apunta que "aunque parezca que es algo nuevo, esta técnica se utiliza desde los años 90 para modular la sensibilidad de los nervios y así controlar el dolor".

"El dolor se genera en el cerebro y depende fundamentalmente de la cantidad de información que le llega a través de las fibras nerviosas. La radiofrecuencia pulsante lo que hace es provocar que esos nervios que afectan el escafoides envíen menos información y con menos intensidad al cerebro de Nadal. Es como bajar el volumen del altavoz", resume el especialista en podología deportiva.

Albert Martínez advierte, no obstante, que este tratamiento no es definitivo: "Ese nervio estaba irritado por algún motivo, y en cuanto tú ya no lo toques y lo dejes a su libre albedrío, va a volver a irritarse, ya que no estás eliminando la causa sino reduciendo su efecto".

Por eso, considera que aunque es "probable" que la radiofrecuencia pulsada le funcione al 14 veces campeón de Roland Garros, "seguramente no pueda dejar el tratamiento hasta que finalice su carrera y tenga que recurrir a él de forma periódica".

En este sentido, Martínez se muestra partidario de combinar la neuromodulación con otras medidas preventivas "que le quiten responsabilidad a ese escafoides" para no estresar más el hueso. Como ejercicios para reforzar el tibial posterior y unas plantillas que controlen "el exceso de pronación" del tenista manacorense.

Al respecto, el podólogo propone a Nadal que utilice unas plantillas en descarga hechas en 3D con polvo de poliamida, "un material que tiene más memoria elástica y durabilidad que el resto de los que hay en el mercado".

En cualquier caso, Albert Martínez está convencido de que el exnúmero uno del mundo podrá hacer vida normal una vez se retire. "Nadal ya está enormemente educado en la tolerancia del dolor; no va a ser de los que más se queje. Y para llevar una vida normal y hacer deporte de forma esporádica y no profesional, no creo que vaya a tener ningún problema", concluye.