Es matemático. Rafa Nadal conquista un nuevo título de Roland Garros, y ya van catorce, y de nuevo desde Francia tratan de minimizar la gesta en ‘su’ torneo con rumores sobre un posible dopaje del tenista español. Algo que no es nuevo y que ya sufrieron en su día leyendas de nuestro deporte como Pau Gasol. Precisamente tras eliminar a Francia en semifinales de 'su' EuroBasket en 2015. ¿Casualidad?

Cierto es que el balear disputó la última final ante el noruego Casper Ruud con el pie infiltrado y completamente dormido. Era la única manera de soportar el dolor de una lesión crónica que le afecta desde hace casi más de veinte años. Eso es una cosa, pero de ahí a hablar de dopaje va un abismo. Entre otras cosas porque las infiltraciones, como recoge la Asociación Mundial Antidopaje (AMA) o la Sociedad Española de Medicina Deportiva, son una práctica legal que no sirven para mejorar el rendimiento.

Es por ello que han sido ya decenas las voces autorizadas que han salido en defensa de Nadal. La última la de un exnúmero uno del mundo, ahora convertido a influyente comentarista, John McEnroe.

"En los Grand Slams se hacen controles continuamente. No soy doctor, pero si llevara algo ilegal ya le habrían cogido", dijo el norteamericano. "Las infiltraciones no mejoran el rendimiento deportivo ni son perjudiciales, lo recoge la AMA", concluyó.

Radiofrecuencia hacia Wimbledon

Más claro no se puede decir. Nadal, recordemos, se sometió después a un nuevo tratamiento de radiofrecuencia con la intención de llegar en las mejores condiciones al torneo de Wimbledon.

Y lo cierto es que, según sus propias palabras, la cosa marchó muy bien. Y si Nadal llega en perfectas condiciones, cualquier cosa es posible en 2023, mal que les pese a algunos en Francia.