Tenis

Roland Garros tiene un lío de pelotas: "No se las daría ni a un perro"

Djokovic, Bautista, Rune o Medvedev son algunos de los muchos tenistas que se han quejado de la calidad de las bolas con las que se juega el torneo francés, suministradas por Wilson: "Son ridículas, no duran ni un juego, una basura. No se puede jugar con ellas"

Varias bolas de las que se están usando en Roland Garros.

Varias bolas de las que se están usando en Roland Garros. / EP

Daniel Gómez Alonso

Que si se agrandan nada más empezar a usarlas, que si es imposible moverlas con velocidad, que si hacen que el juego sea demasiado lento… Quejas, quejas y más quejas. La tónica general entre la mayoría de tenistas en la primera semana de Roland Garros ha sido poner en el disparadero a las pelotas con las que se está jugando la 91ª edición del Grand Slam parisino. Wilson, la marca que las suministra, está señalada incluso por aquellos que llevan sus raquetas, convirtiendo el tema en un clamor en el vestuario del circuito.

"He hablado con muchos jugadores y todos pensamos que las bolas este año son más lentas que en años anteriores. Esto hace que sea muy difícil conectar un golpe ganador", explicaba Novak Djokovic este viernes tras batir al malagueño Alejandro Davidovich. "Tienes que trabajar más cada punto, prolonga la duración de los partidos y te exige más energía", añadía el serbio, apuntando a las pelotas como uno de los principales motivos de la gran cantidad de partidos que han llegado al quinto set en la primera semana del torneo.

"Se ponen muy pesadas y muy gordas. Y eso que hace sol y calor, así que vuelan más. No me quiero imaginar esta pelota con lluvia o con una superficie muy pesada. Es una pelota con la que te puedes hacer daño en partidos largos", aseguraba Roberto Bautista, al que patrocina Wilson, lo que suele ser una pequeña ventaja al poder trabajar previamente con las mismas bolas. Aunque en este caso no parece que haya sido así.

"Las de aquí no son iguales a las que me habían enviado. Está lenta, el codo la sufre, la siente, y la muñeca también. No es la misma sensación que tenía con estas pelotas en casa en las semanas anteriores", añadía el tenista castellonense, eliminado en segunda ronda por el peruano Juan Pablo Varillas, partido tras el cual se mostró visiblemente molesto con la situación, argumentando que beneficiaba "a los tíos de dos metros que tienen mucha fuerza y que generan mucho".

"La pelota se pone muy grande y como si estuviera esponjosa. Eso hace que sea muy difícil conectar golpes ganadores porque las condiciones se vuelven tremendamente lentas. Siento una gran diferencia respecto al pasado año", se quejaba, por su parte, el danés Holger Rune, confirmando las sensaciones de una gran mayoría de los jugadores del circuito, temerosos de que el tema no se solucione según avance el torneo.

"Las pistas son geniales, el ambiente que se respira también, pero definitivamente, las bolas no me benefician en absoluto", abundaba el número seis del mundo, al que le está costando imprimir fuerza a su golpe predilecto, el liftado, para que sea realmente efectivo.

Cambio de marca en 2020

Para encontrar el origen de las quejas hay que remontarse a 2020, cuando tras muchos años usando pelotas de la marca Babolat, Roland Garros firmó un acuerdo con Wilson para que fuera el suministrador oficial hasta 2025. No empezó bien la cosa, puesto que aquella edición, celebrada en octubre por la pandemia y en unas condiciones de frío y humedad nada habituales para el grande parisino, empezaron a dar muestras de un comportamiento muy similar al actual.

Gael Monfils, en Roland Garros.

Gael Monfils, en Roland Garros. / Christine Poujoulat

Fue entonces cuando Daniel Evans pronunció una frase para el recuerdo, y que aún resuena hoy en día por Bois de Boulogne. "Algunas de las pelotas que usamos no se las daría ni a un perro para que las muerda", dijo sarcásticamente el británico sobre un problema para el que Wilson, tres años después, aún no ha encontrado solución. A pesar de que en 2021 y en 2022, con la vuelta a las fechas habituales, se atenuó, sin llegar a mitigarse del todo, este año las quejas han vuelto con más fuerza que nunca.

"Son basura"

Ni el sol y ni las buenas temperaturas protagonistas durante todos estos días han impedido que las bolas pierdan viveza en cuanto pasan unos juegos, o apenas unos puntos según quien se queje, y se vuelvan muy pesadas. Eso beneficia a los jugadores que golpean plano y fuerte, sin necesidad de imprimir demasiado efecto a la bola, y complica a los que necesitan que el liftado sea efectivo, exigiéndoles aplicar mucha potencia en todas las articulaciones para compensar ese déficit.

"En mi opinión, los jugadores que tienen, no sé cómo decirlo, como un juego de muñeca, como mi oponente hoy, como Carlos (Alcaraz), creo que Stefanos (Tsitsipas) un poco, tienen una gran ventaja con estas pelotas. Porque pueden crear un dominio fácil, que yo no tengo", expliicó Daniil Medvedev, que fue un paso más allá, y tras caer en primera ronda ante el desconocido brasileño Thiago Seyboth Wild señaló directamente a las bolas como el principal motivo de su tempranera y sorprendente eliminación.

"Las pelotas son desastrosas. Cuando entrenaba fuera de Roland Garros, la pelota volaba, pero aquí no es así", decía este fin de semana Laslo Djere, número 60 del ranking ATP. “Es Roland Garros, uno de los mejores torneos del mundo, y estamos jugando con estas bolas estúpidas. Son ridículas, no duran ni un juego, una basura. No se puede jugar al tenis con este tipo de pelotas. No puedes atacar, no puedes avanzar y es imposible hacer un saque directo”, recriminaba el siempre polémico Benoit Paire.

Más comedido ha sido, por su parte, Carlos Alcaraz, poco tendente a buscar excusas en lo que le es ajeno. "Son un poco pesadas, pero no me desagradan del todo. Sí siento que es más duro, que la pelota va más lenta, es más difícil para golpear tan fuerte como quiero. Pero adapto mi juego realmente bien", reconoció el número uno, que este viernes se deshizo del canadiense Denis Shapovalov y sigue avanzando firme en el camino hacia el que sería su segundo Grand Slam. "Lo único que cambiaría del tenis sería que las bolas con las que jugamos fueran las mismas en todos los sitios. Es complicado tener que adaptar tu juego en cada torneo porque las bolas son distintas", abundó el murciano, apuntando a una posible solución, quizás la única asumible ahora mismo.