El alquiler ha ganado adeptos en los últimos años. Aunque España no ha dejado de ser un país donde la propiedad inmobiliaria está muy arraigada, esta fórmula de acceso está sirviendo de primera toma de contacto con la vivienda para muchos ciudadanos. Si bien el arrendamiento se plantea como algo temporal hasta que se tenga la estabilidad adecuada en el trabajo como para obtener financiación hipotecaria, lo cierto es que este capítulo habitacional está durando, en muchos casos, más de lo que se planeaba en un principio.

Obviamente, el momento en el que los bancos decidieron dejar de conceder hipotecas al 100% tiene mucho que ver. Desde que estallara la burbuja, comprar una vivienda requiere un margen de ahorro previo bastante importante, lo que dilata aún más la condición de inquilino. Por otro lado, el no tener que pagar determinados impuestos y las cuotas de la comunidad es visto por los que se acogen a este régimen como una gran ventaja, sumada al hecho de que el alquiler permite una mayor movilidad. La polémica entre si vivir de alquiler es una cuestión cultural o puramente económica está servida.

En cualquier caso, este interés creciente por el alquiler ha hecho que los precios hayan subido, sobre todo, en los distritos céntricos de las grandes ciudades, donde se concentra la demanda que busca oportunidades laborales y formación de calidad, así como aquellos perfiles plenamente urbanitas que gustan de tenerlo todo cerca. El alarmante incremento que han experimentado las mensualidades de alquiler en estas plazas incluso llevó al Gobierno a publicar un índice estatal de precios de alquiler con el fin de ayudar a eliminar tensión en el mercado. Esta medida, cuya puesta en marcha ha sido muy cuestionada, finalmente está sirviendo como fuente de información más que como verdadero limitador de rentas. Igualmente, a nivel regional, desde Cataluña, la aprobación de la proposición de ley para limitar el precio del alquiler en esta autonomía está encontrándose con obstáculos. El último ha sido el Consell de Garanties Estatutàries que tacha la medida de anti-constitucional por invadir competencias estatales.

Según los últimos datos de pisos.com, recogidos en el informe mensual de precios de alquiler del mes de julio de 2020, las regiones más caras para vivir de alquiler fueron Madrid (1.720 €/mes), Baleares (1.430 €/mes) y Cataluña (1.263 €/mes), mientras que las rentas más económicas se registraron en Extremadura (457 €/mes), Castilla-La Mancha (553 €/mes) y Galicia (579 €/mes). Por otro lado, el incremento más llamativo tuvo lugar en La Rioja (2,53%) y el mayor ajuste se produjo en Galicia (-4,28%). Respecto a julio de 2019, Asturias (5,92%) fue la que más subió y Canarias (-8,10%) la que más se rebajó.

En el ámbito de las provincias, en julio de 2020 la primera posición fue para Madrid, con 1.720 euros al mes. Le siguieron Barcelona (1.536 €/mes) y Baleares (1.430 €/mes). En el lado opuesto, Teruel cerró la clasificación con 406 euros mensuales. Otras provincias económicas fueron Ciudad Real (420 €/mes) y Lugo (435 €/mes). La provincia que más incrementó sus alquileres en el último mes fue Álava (4,54%), mientras que la que más los abarató fue Guadalajara (-7,72%). De un año a otro, la mayor subida registrada fue la de Málaga (10,67%). La renta que más se ajustó fue la de Guadalajara (-9,27%).

En cuanto a capitales de provincia, Madrid fue la más cara para los inquilinos con una renta media de 1.807 euros al mes. Le siguieron Barcelona (1.702 €/mes) y Donostia-San Sebastián (1.367 €/mes). Por el contrario, Zamora fue la más barata con 433 euros de renta mensual. Otras capitales de provincia económicas fueron Ciudad Real (444 €/mes) y Teruel (455 €/mes). Las Palmas de Gran Canaria (4,23%) protagonizó las subidas mensuales, mientras que Tarragona (-9,91%) fue la capital que más se devaluó en este periodo. Frente a julio de 2019, Murcia (7,41%) lideró los incrementos. El recorte más llamativo lo arrojó Las Palmas de Gran Canaria (-9,87%).