Apenas hace una semana que aterrizó en Valencia y todavía no ha tenido tiempo de elegir el piso en el que vivirá a unos minutos de La Fonteta. Quiere estar cerca del pabellón, cerca del baloncesto, de lo que es su vida desde que emergió como jugador en la mítica Jugoplastika de Split. Tal vez por eso en su filosofía la palabra ´excusa´ no tiene cabida.

Lleva ya unos pocos días en Valencia... ¿Qué es lo que se ha encontrado?

—Lo primero que he encontrado en el club es a gente dispuesta a trabajar, gente que quiere hacer las cosas bien y que me ha recibido fenomenal a todos los niveles, y me refiero también a los jugadores. Estoy muy contento por todo esto.

—¿Es un poco lo que esperaba o no exactamente?

—Llevo muy pocos días y al principio la gente siempre hace un esfuerzo y colabora mucho. Veremos cuando comiencen las dificultades o cuando llegue alguna derrota, en esas situaciones opuestas es donde quiero ver sobre todo a los jugadores y su respuesta. Tras ganar al CEZ Nymburk la respuesta está siendo buena por parte de todos y eso que el entrenamiento posterior fue muy duro. Eso quiere decir que el equipo tiene capacidad de sufrimiento, algo muy importante.

—Por lo que me dice, ¿le preocupa entonces como puede ser esa respuesta posterior?

—No me preocupa. El equipo, con sus virtudes y sus defectos, tiene muy claro que el objetivo es llegar bien al play-off y a la fase final de la Eurocopa. Creo que si lo hacemos con la mente fresca podemos hacer cualquier cosa.

—Tiene fama de duro aunque, como usted dice, eso no signifique ir todo el día con el látigo. ¿Qué entiende usted por dureza?

—Dureza es exigir a los jugadores máximo compromiso, igual que lo hago conmigo mismo y mis ayudantes. No quiero jugadores que lloren a diario y se quejen. Tienen que mirar lo primero por ellos mismos y su bien, y eso significa hacerlo lo mejor posible cada día para llegar al partido en las mejores condiciones. No pido nada extraordinario, lo único que quiero es compromiso, concentración y dedicación a su trabajo, que para eso están todos muy bien pagados.

—Me habla de ´no llorar´, de ´no quejarse´, en definitiva de no poner excusas. ¿Es esto parte de su filosofía como entrenador?

—Podemos poner excusas todos los días, uno si quiere puede ponerlas continuamente. Se puede hablar de lo que dice la prensa, del entorno, de las lesiones o de la meteorología, pero así no vamos a ganar a nadie. La gente que sigue el baloncesto sabe en todo momento cual es la situación y no necesitamos llorar ni llamar la atención. Lo que está claro es que si lloran, los jugadores no dan todo lo posible, y mi lema es que todos los que están en el equipo están para ayudar. Unos lo harán un día, y otros otro, nunca se sabe cuando puede llegar la oportunidad, pero deben estar mentalizados para un día jugar mucho y otros nada. Hay que estar preparados.

—En su presentación dijo que quería ganar la liga. Eso significa que confía mucho en sí mismo o en la plantilla que tiene....

—Tenemos que tener la mentalidad de hacer siempre lo máximo. Jugamos dos competiciones y debemos pensar que vamos a ir a ganar, otra cosa será donde nos ponga la competición. Pero lo que queremos es tener ambición para llegar arriba, a lo máximo. Si nos ponemos el escalón muy bajo no vamos a progresar y quiero que la ambición de mis jugadores no tenga limites. No es por chulería, es una cuestión de mentalidad, de inconformismo.

—Veo que llega a Valencia con mentalidad ganadora pero ¿ha encontrado esa misma mentalidad aquí?

—Esto es un proceso, no es de hoy para mañana. Hay que involucrar a la gente todos los días para que los jugadores quieran competir y ganar, incluso en los pequeños retos que planteamos en los entrenamientos. Esto funciona así, con la competición diaria, haciendo que el que no haya entrenado bien se sienta frustrado y quiera demostrar a su compañero en el siguiente entrenamiento que es mejor que él. Y eso es igual cuando juegas contra otro equipo, la clave es el trabajo diario. No conozco otra manera. Quizás hay entrenadores iluminados que saben más que yo, pero esta es mi forma de hacer las cosas, hay que inculcar competividad a los jugadores en el día a día y así ellos lo harán también en los partidos.

—Aunque probablemente sea demasiado pronto, ¿hay muchas cosas que cambiar o mejorar en el equipo?

—Poco a poco hay que ir cambiando cosas pero, como dices, llevo muy poco tiempo como para ver todas las situaciones que se pueden producir. Lo más importante para mí ahora es ver la reacción del equipo al sufrimiento, cuando las cosas vayan mal y tengan que levantarse. En un equipo siempre hay momentos duros y veremos como se afrontan. Eso sí, la línea de trabajo va a ser siempre la misma, cuando ganas y cuando pierdes. Es el único camino que conozco.

—Usted es un entrenador al que le gusta jugar con un ritmo alto, con intensidad e imprimiendo mucho físico al juego. ¿Las lesiones le van a condicionar mucho a la hora de trabajar?

—Soy optimista y me atrevo a decir que tras la Copa del Rey tendremos al equipo sano, siempre y cuando no hayan nuevos contratiempos. De todas formas con la gente que tenemos, y con menos rotaciones y tal vez menor calidad que tendremos más adelante con todos, hay que intentar hacer el mismo tipo de trabajo. El tiempo dirá hasta donde llegaremos, pero ahora tengo lo que tengo y ya está. Tengo que jugar con estos jugadores, y estos son muy buenos como para, por ejemplo, ir a Zaragoza y rendirnos antes de tiempo. Hay que ir a Zaragoza a sacar el partido, y si no pensamos así no haremos nada. Esa tiene que ser nuestra mentalidad. Si nos faltan jugadores importantes pues bien, tenemos otros que pueden jugar. No voy a buscar excusas.

—Me parece perfecto, pero sabe que en toda la temporada prácticamente no se ha podido trabajar con la plantilla al completo. Y ya no le hablo de partidos, sino de lo que eso supone a nivel de entrenamientos...

—Lo sé y se nota. Los chicos de la cantera no tienen capacidad física para aguantar estos entrenamientos pero nos ayudan y les estoy muy agradecido. Cuando estén todos recuperados el nivel de entrenamientos mejorará y como consecuencia espero que mejore el juego del equipo. Pero si hablamos de esto, al final nos volveremos más débiles, y no quiero que mi equipo se sienta débil. Todo el mundo tiene problemas y bajas, y todos pueden buscar excusas, así que vamos a jugar con lo que tenemos.

—¿Y el cuerpo médico que le dice de todo esto? ¿Le dan soluciones?

—Tengo que confiar en lo que me digan. No puedo ni quiero entrar en la parcela médica para nada, ahí hay unos profesionales que cobran por este trabajo.

—Con su llegada es lógico que cambien algunos roles o que pida otras cosas a determinados jugadores. ¿Cómo lo han asimilado?

—No he tenido tiempo para tener charlas privadas y largas con los jugadores.Hemos tenido varias reuniones colectivas y alguna conversación corta pero poco más. Todavía he de conocer a los jugadores un poco más, ver como son, qué necesitan cambiar y cosas más concretas, pero lo más importante es que conozcan la filosofía que queremos transmitir, que la compartan y que cumplan con ella. En esto no tengo ninguna queja hasta ahora. Pero vuelvo a decir que al principio todo es fácil, aunque creo que este grupo es capaz de salir adelante.

—Egoístamente, ¿que el equipo se haya quedado fuera de la Copa del Rey le va a venir bien para inculcar su filosofía y recuperar jugadores?

—Ahora mismo sí, pero es como tener un cuchillo clavado en la espalda. Ahora es fácil decirlo, ahora que no estamos clasificados está bien, pero todo el mundo quiere jugar la Copa. En estos momentos es ideal para nosotros no estar por el tema de los lesionados y demás, pero todos querríamos estar en la Copa del Rey, para eso jugamos, para llegar a lo máximo en cada competición.

—Por último, pregunta obligada y usted sabe porqué. ¿A quién pidió referencias antes de firmar por el Valencia Basket?

—Hablé con Neven Spahija, aunque en este mundo todo el mundo sabe de todo el mundo. Unos más y otros menos, pero todos opinan. Tenía mucha información pero la más importante fue la de Spahija porque estuvo en mi puesto durante año y medio. Me habló muy bien del club, de la ciudad y del entorno. También me advirtió de los defectos, todo el mundo tiene defectos, pero en líneas generales me habló muy bien. Hablamos mucho tiempo y en profundidad.