El Limoges se ha convertido esta temporada en la bestia negra del Valencia Basket. De hecho, las dos únicas derrotas del equipo de Pedro Martínez en 31 partidos oficiales han llegado a mano de los franceses.

Al igual que hace una semana en La Fonteta, la historia volvió a repetirse este martes en un encuentro marcado por una técnica a Dusko Vujosevic en el ecuador del tercer cuarto. Esa decisión, cuando los taronja tenían el choque controlado, cambió por completo el criterio arbitral y desquició a un Valencia Basket que ahora debe ganar al PAOK y al EWE Baskets Oldenburg si quiere clasificarse para los octavos de final.

Desde el salto inicial quedó claro que el Valencia Basket iba a tener que trabajar mucho para sacar algo positivo del Beaublanc. La permisividad arbitral y la dureza de la defensa gala volvieron a atragantarse en la primera mitad, donde los valencianos no terminaron sentirse cómodos en ningún momento. Tras la toma de contacto inicial, Bo McCalebb salió desde el banquillo para tomar las riendas de la situación. El base norteamericano, con pasaporte macedonio, se erigió en protagonista de las primeras rentas del encuentro para el conjunto francés (14-9; min. 7).

A Pedro Martínez no le quedó otra que parar el partido y demandar a sus hombres mayor responsabilidad, sobre todo en la defensa de uno contra uno. El Valencia Basket reaccionó atrás y, con cuatro triples consecutivos (Dubljevic, Vives y dos de Rafa Martínez) dio por completo la vuelta a la situación. El parcial de 4-14 (18-23; min. 10) ponía las cosas de cara para el equipo taronja antes de arrancar el segundo cuarto.

Pese a ello, habían cosas que continuaban sin funcionar. El rito por ejemplo. Los de la Fonteta jugaban al ritmo que marcaba el Limoges y eso iba a resultar fatal. En este sentido, los locales no tardarían en colocar las tablas en el luminoso (25-25; min. 14). La línea de flotación taronja comenzaba a resentirse con continuas pérdidas y malas lecturas ofensivas que dieron más alas si cabe a su rival. El 'cortocircuito' iba en aumento, al igual que la desesperación por la condescendencia de los colegiados con dura defensa del equipo francés. El equipo de Dusko Vujosevic lo aprovechó para hacerse fuerte bajo su aro y abrir ya una brecha significativa antes del descanso (39-32; min. 20).

Tras el paso por los vestuarios el Valencia Basket decidió dar un paso al frente. Paso en el que resultó determinante Rafa Martínez, cuya inspiración ofensiva supuso un auténtico balón de oxígeno para un equipo que cambió completamente su cara en la segunda mitad. También en defensa, conscientes de que las opciones de victoria pasaban por adaptarse al arbitraje y al nivel de exigencia planteado por el Limoges. La consecuencia directa fue un nuevo parcial de 4-14 que devolvió a los de La Fonteta al encuentro al tiempo que disparó los nervios en los locales, incluido su entrenador, finalmente sancionado con una técnica que llevaba buscando muchos minutos (43-46; min. 25).

Pero Vujosevic sabía perfectamente lo que hacia. De hecho esa acción marcaría el arbitraje en los minutos posteriores para desesperación de un Valencia Basket cada vez más fuera del partido. Y más tras la inexplicable técnica a Pedro Martínez, lo que acabó de desquiciar a un equipo que pasó de tener el partido bajo control a tirarlo por la borda en cinco minutos (62-50; min. 30).

Mucha desventaja que recuperar sin arriesgar demasiado en el último cuarto. Y eso que los taronja llegaron a ponerse a seis puntos tras dos acciones de Diot (62-56; min. 32), aunque sólo fue un espejismo. Westermann recuperó la diferencia en tiempo récord y ahí acabó todo para el Valencia Basket, incapaz de solucionar desde el 6,75 lo que los árbitros y la dura defensa del Limoges le habían impedido dentro de la pintura. Por si fuera poco el esfuerzo realizado en el Palau Blaugrana también pasó factura y eso acabó de hundir al Valencia Basket. El resto ya es historia.