Un calvario. Así se puede definir el regreso del Valencia Basket a la Euroliga. Cuando todavía no ha terminado la primera vuelta el equipo tiene prácticamente imposible acabar entre los ocho primeros de esta fase regular y, por tanto, está virtualmente ya fuera de los playoffs. Ese, precisamente, era el primer y gran objetivo en el torneo. Sin embargo, las circunstancias en forma de lesiones han superado cualquier previsión y, aunque el equipo ha sabido mantener el tipo en la Liga Endesa, la exigencia física de la competición continental le ha pasado factura.

Once derrotas en catorce jornadas, diez de ellas de manera consecutiva, han dejado no sólo hundidos en la clasificación a los taronja, sino sobre todo a nivel anímico. La frustración por esos resultados es a día de hoy máxima en la plantilla, al igual que en el cuerpo técnico que encabeza Txus Vidorreta o en las altas estancias de la entidad. No por ello, sin embargo, hay licencia para perder el norte y dejar de mirar las cosas con perspectiva.

Algo que pasa, inexcusablemente, por analizar los factores que han llevado a esta situación. Hay varios, pero uno es el que a juicio de todos está siendo determinante. Se trata del alto número de bajas a las que ha habido que hacer frente desde que arrancó la temporada. Y no sólo en los partidos oficiales, sino mucho más en los entrenamientos. Aspecto vital éste último.

Y es que la llegada de un entrenador nuevo -nuevas ideas, sistemas, forma de jugar...- ha coincidido con una falta de opciones y rotación en los partidos pero, al mismo tiempo, con la imposibilidad de trabajar soluciones en el día a día debido al reducido número de jugadores con el que ha podido disponer. Y si se juega como se entrena, al Valencia Basket las adversidades le han condicionado cada entrenamiento de la temporada. Eso, precisamente, es lo que ha ´salvado´ a Vidorreta cuando un sector importante de la afición empieza ya a cuestionar su cargo.

Algo que muy probablemente también haría el club en otras circunstancias. Pero no en estas. De hecho, en la entidad taronja no hay dudas. En la planta noble valoran el trabajo realizado por el preparador vasco y entienden que el alto número de bajas desde que arrancó la temporada han impedido un mejor rendimiento del equipo. No en vano, son 99 bajas en los 28 partidos oficiales disputados. Es decir, 3,53 jugadores por encuentro. Un condicionante demasiado importante como para pasarlo por alto.

Se llevan la palma las lesiones de Latavious Williams, que aún no ha debutado con la elástica taronja, Antoine Diot, que salvo los dos partidos de la Supercopa no ha jugado nada más, Joan Sastre, que se ha perdido doce partidos, Alberto Abalde once y Fernando San Emeterio diez. Por otra parte, para paliar esas ausencias se han realizado dos fichajes que merecen un mínimo análisis. Por un lado Damjan Rudez, que no cuenta para Vidorreta, y por otro Sergi García, que llegó también lesionado.