Hoy hace un año, la vida de los aficionados al Valencia Basket cambió para siempre. El 16 de junio de 2017, el conjunto taronja se proclamó por primera vez en su historia campeón de la Liga Endesa. Y lo hizo en La Fonteta, redondeando una temporada histórica, con tres finales y el título más inesperado, pero a la vez el soñado por todos. Una utopía hecha realidad. Una de esas cosas que no pasan. Pero que esa noche pasó. Y pasó en La Fonteta. Aún hoy, solo de volver la visa atrás, se ponen los pelos de punta.

Inevitablemente, la nostalgia aparece hoy teniendo que recordar aquellos días de junio de 2017. Días en los que el Valencia Basket de Pedro Martínez alcanzó cotas hasta entonces inimaginables. Sin embargo, y pese a que ahora todo parece lejano, lo conseguido entonces debe hacer al aficionado mantener el optimismo y la confianza en un club y un equipo que ya han demostrado que son capaces de lo que se propongan, por difícil que sea.

Pero, centrándonos en el día que hoy se conmemora, ese 16 de junio de 2017, dos palabras definen perfectamente lo que vivía cada aficionado en las horas previas al partido. Nervios e ilusión. La cita era a las 20:30, pero la cabeza llevaba dando mil vueltas al partido desde antes incluso de levantarse de la cama. Todas las opciones -victoria cómoda, triunfo sobre la bocina, derrota ajustada o paliza en contra- se habían pasado por la cabeza y, para dejar de volverse locos, muchos aficionados optaron por acudir a La Fonteta dos horas antes.

Desde las 18:30, los aledaños del pabellón taronja estaban a reventar, como en el resto de partidos de Playoffs ante Barça, Baskonia y el propio Real Madrid. Los jugadores de Pedro Martínez entraron al vestuario a través de un pasillo humano que auguraba lo que luego iba a pasar dentro. Miles de gargantas unidas por un único objetivo, que el trofeo de la Liga Endesa ya no saliese esa noche de La Fonteta para regresar a Madrid para un hipotético quinto y decisivo partido de la gran final.

Una vez se puso el balón en juego, todo empezó a sucederse como lo habían imaginado la mayoría de aficionados taronja. El Valencia Basket tomaba las primeras ventajas en el marcador y, tras un primer cuarto igualado, se marchaba al descanso con 17 puntos de ventaja y medio título en su bolsillo. Todo parecía encarrilado, pero con el Real Madrid en frente nadie se atrevía a fiarse del todo.

Un tercer cuarto favorable a los blancos dejó todo abierto para el último periodo, pero este Valencia Basket de Pedro Martínez ya había aprendido la lección en la final de la Eurocup y no se iba a dejar remontar otra vez un partido en casa, que tenía ganado y que suponía la conquista de un título. Y así fue. El mate de Joan Sastre al contraataque, quedándose colgado del aro, será la imagen que pase por la mente de todo aficionado taronja cuando recuerde aquella mágica noche del 16 de junio de 2017. Hubo muchas, pero esa fue la definitiva. La que de verdad hizo estallar la locura en una Fonteta que se veía por fin campeona de la Liga Endesa.

El apoteosis llegó con el sonido de la bocina del final del partido. Imposible describir lo que sintió cada persona que estuvo presente en La Fonteta o que lo vio a través de la televisión o lo siguió por la radio en la distancia. En ese momento, todo aficionado al Valencia Basket era uno. Luego llegó el momento de levantar la copa, besarla, abrazarla, hacerse fotos con ella. Y todo en ese ambiente de gran familia que rodea siempre a todo lo que pasa en La Fonteta. Ya fuera, nadie quería irse a casa. Era lógico. Nadie quería que se acabara el que estaba siendo el mejor día de sus vidas.