El 30 de mayo de 2012 el Ciudad Ros Casares anunciaba la desaparición de su equipo profesional. Aquella campaña, la del doblete en la Euroliga y la Liga Femenina, dos jóvenes jugadoras de 16 años alternaban el trabajo con el equipo júnior y con las estrellas de la primera plantilla bajo la dirección primero de Natalia Hejkova, y luego de Roberto Íñiguez. Eran la escolta Virginia Sáez, quién por cierto pudo debutar también esa campaña 2011/12 en la Liga Femenina, y la ala-pívot Rebeca Cotano.

«Ese año eramos muy jóvenes, íbamos con miedo de que nos íbamos a encontrar con tantas estrellas en el vestuario, todo se hablaba en inglés, y ahora es todo muy normal para nosotras», recuerda Sáez. «Aquello para nosotras fue un premio, una gran experiencia», confirma Cotano, que «lo veía de manera inconsciente, no sabía muy bien donde estaba. No valoraba aquello, no le daba importancia, pero compartir vestuario con esas jugadoras fue increíble. Eso sí, nunca podíamos imaginar que íbamos a formar parte del equipo que iba a ascender de nuevo a Liga Femenina».

Es un ciclo cerrado para ellas. Una deuda pendiente con ambas que ha tardado seis años en saldarse con el ascenso del Valencia BasketValencia Basket. «Se cierra el ciclo que abrimos entonces con el Ros y otro también con las jugadoras valencianas que en tres años hemos logrado dos ascensos y todo a base de esfuerzo, como dice el lema del club», explica la escolta valenciana, para la que «ha sido muy emocionante ver a las cinco amigas que somos, junto al resto del equipo y la grada darlo todo con nosotras. Ha sido impresionante».

Para la la-pívot «es muy emocionante compartir todas esas vivencias con Virginia, y compartir esta del ascenso esta siendo brutal». Además «es un sueño cumplido. Sabíamos al empezar el año que el club iba a apostar por esto y que el objetivo era estar en la Fase de Ascenso, pero conseguir subir ante los otros siete mejores equipos de la categoría es algo increíble. Es algo que desde pequeña sueñas, todavía no me lo creo».

«Ninguna de las dos esperábamos entonces, con 16 años, conseguir esto. Ahora con 23 años se ve todo diferente», explica Virginia, todo un ejemplo de superación en estos años tras hacer frente a una grave lesión de rodilla y las complicaciones posteriores -este año tampoco le acompañó la fortuna con las lesiones-. «En el baloncesto no creo en la presión, creo en disfrutar»... y lo está haciendo cada vez que el físico se lo permite. Al igual que Rebeca, a la que otra lesión de rodilla le dejó KO gran parte de la pasada temporada. Su regreso a las pistas ha sido muy importante para el Valencia Basket, y sobre todo para ella al estar de nuevo bajo una estructura profesional.