No hay ya fronteras para la familia taronja. Tanto a nivel profesional como en categorías de formación, como demuestra la experiencia vivida recientemente por Carles Orive. El técnico manresano, de 27 años, es además preparador físico por lo que esta última campaña se ha ocupado de la preparación física de los infantiles además de ser ayudante del Junior B. Era su primera experiencia en L´Alqueria del Basket, donde esta próxima temporada repetirá como segundo entrenador del Infantil A.

«En València estoy encantado. Se presenta un año muy ilusionante», confesó a SUPER el entrenador formado en el PAIDOS de Sant Fruitós. Curiosamente el mismo colegio de Rafa Martínez, al que siempre tuvo como referente, o donde estudian los hijos de Jaume Ponsarnau, actual entrenador de la primera plantilla del Valencia Basket. «Allí me enamoré del baloncesto. Con cinco años empecé a jugar, y ya en 3º de la ESO con 14 años comencé a entrenar», explicó.

La historia de Orive es la uno de esos ´locos´ por el baloncesto cuya pasión por este deporte les permite hacer realidad lo que otros sólo pueden soñar.Lo último, en su caso, formar parte hace unos días del staff técnico del Campus de Verano de los Golden State Warriors. Hasta llegar ahí, había pasado combinando estudios y basket por la cantera del Manresa, el Oporto -donde incluso hizo labores de scouting para Moncho López en el primer equipo-, o el Guipuzkoa GBC.

Fue entonces, y poco antes de que le llegase la oportunidad de entrar en L´Alqueria del Basket, cuando comenzó a trabajar durante el verano en Dublín para la North Atlantic Basketball Academy. Allí es donde conoció a Jimmy Rhoades, técnico de categorías de formación de Golden State Warriors, y que ha sido el que finalmente le ha abierto las puertas de la franquicia de Oakland. «Así es como surgió la posibilidad de trabajar con los Warriors y aprovechar las vacaciones para vivir esta experiencia. Estoy muy contento», aseguró el catalán.

De los tres campus de Golden State, Orive estuvo en el de San Francisco con 140 niños desde Prebenjamín a categoría Cadete. «Llevaba a uno de los equipos y cada día teníamos dos partidos. Allí se hace mucho cinco contra cinco, en este tipo de eventos se juega mucho y se entrena menos que en Europa, señaló. Pero su mayor sorpresa estaba aún por llegar. Fue cuando se encontró durante una de las sesiones a Pedro Sancho, jugador alevín también del Valencia Basket.

Su madre realiza una colaboración con una universidad de San Francisco y el joven aprovechó para pasar unas semanas de vacaciones allí junto a sus padres. Y qué mejor que hacerlo jugando al baloncesto€ en el campus de los Warriors. «Es alevín de segundo año y, pese a estar ambos todo el año en L´Alqueria, no nos conocíamos. Fue todo un poco casualidad», contó Orive.

Más allá de este encuentro tan especial, Orive regresó sorprendido por la psicología que se aplica en el baloncesto norteamericano y que es extensible a cualquier deporte. «La competitividad es tan grande que eso hace que los jugadores tengan mucha confianza en sí mismos. Me impactó mucho la autoexigencia de todos. Es lo que más me enriqueció», indicó. Además, destacó como se valora la combinación entre deporte y estudios. «Estuve hablando con un entrenador de la universidad más importante de aquí y me explicó que, por ejemplo, si un jugador suspendía un examen no podía jugar. Igual que si su actitud era mala o cometía varias faltas lo echaban del equipo», prosiguió el manresano.

Pero como en todo, hay cosas con las que no terminó de identificarse. «Allí se va muy a tope y en una dirección, todo muy simple. En Europa intentamos poner tareas más complejas para los jugadores, que sean más globales. Yo prefiero eso», admitió.

Algo que no resta un ápice de la fantástica experiencia vivida dentro de una estructura como la de Golden State Warriors, ganador de tres de los últimos cuatro campeonatos de la NBA y con cuyos trofeos pudo fotografiarse. Igual que desplazarse hasta Oakland para visitar el lugar habitual de entrenamientos del equipo. Lo curioso es que el pabellón de tres pistas se encuentra en la quinta planta de un hotel. Concretamente en lo que es su azotea. «Me quedé impresionado», concluyó.