El Valencia Basket sacó el carácter y el orgullo en Belgrado para asaltar la temible Sala Pionir, ahora rebautizada como Aleksandar Nikolic Hall. La victoria ante el Partizan, al margen de catapultar al equipo directamente hasta el Top-16, permite pasar página de lo sucedido el pasado sábado en Tenerife Tenerife y mantener la fe en la reacción de un grupo de jugadores y un entrenador dispuestos a hacer todo para sacar el proyecto adelante.

Arrancó muy bien el Valencia Basket en el partido gracias a una muy buena defensa que le permitió correr y anotar con relativa facilidad en los compases iniciales (4-13; min. 4). Andrea Trinchieri, que lleva poco más de veinte días en el banquillo serbio, no lo veía nada claro y paró el encuentro. Pese a ello aguantarían bien los taronja esa renta merced a un juego muy equilibrado en ataque y el control del rebote (10-19; min. 7), hasta que llegaron las rotaciones.

Le costó más a la segunda unidad adaptarse al partido, y los locales lo aprovecharon para reaccionar desde la pintura liderados por Landale. Especialmente sangrantes fueron las tres faltas personales de Mike Tobey en apenas 53 segundos, que obligaron a minimizar el descanso del gran referente valenciano en la primera mitad, Bojan Dubljevic (18-22; min. 20).

Las imprecisiones se apoderaron de los dos conjuntos en el segundo cuarto. Prueba de ello es que la primera canasta tardó dos minutos en llegar obra de Labeyrie (18-24; min. 12). Apareció entonces la muñeca de Marinkovic para, con dos triples consecutivos, hacer mucho daño a la defensa exterior taronja. Tras muchos minutos el Partizan se ponía por primera vez por delante en el electrónico (30-28; min 16), lo que obligó a Jaume Ponsarnau a solicitar tiempo muerto para cambiar la inercia que estaba tomando el encuentro.

Lo consiguió el Valencia Basket ajustando la defensa y aumentando la intensidad, pero con el problema añadido de la falta de puntería. Algo que, a pesar de la importante tercera falta cometida por Gagic y lo que significaba para el partido, no permitió a los de La Fonteta irse por delante al descanso (36-34; min. 20).

El partido ya no abandonaría esa dinámica de equilibrio tras el paso por los vestuarios. Muy a pesar, eso sí, de un arbitraje que por momentos llegó a desquiciar a un banquillo taronja al que, por cierto, sancionaron con técnica en un momento clave (44-42; min. 25). Afortunadamente estaba Van Rossom que, con un porcentaje espectacular desde el 6,75 (5/8), rescató al equipo valenciano en el partido. Ese acierto resultó determinante para alcanzar el último cuarto con ventaja aunque con nada decidido todavía (48-52; min. 30).

Así se demostraría apenas dos minutos después con un parcial de 9-0 para el Partizan (57-52; min. 32) liderado otra vez por un excepcional Marinkovic. El escolta serbio, con 7 puntos consecutivos, echó por tierra todo el planteamiento de Ponsarnau, que de nuevo se vio obligado a parar el choque. La situación se ponía crítica en una Sala Pionir donde la presión ambiental era cada vez mayor. Respondió el Valencia Basket con cinco puntos de Abalde (57-57; min.33), y un triple de Dubljevic (57-60; min. 34).

Un golpe encima de la mesa que dejó muy tocado al equipo local, y más cuando el parcial se disparó hasta el 0-12 (57-64; min. 36). Esa respuesta, con Alberto Abalde como gran protagonista en ambas canastas (su defensa sobre Marinkovic resultó también fundamental), sería definitiva para lograr un triunfo sellado en el último minuto con otro triple de Van Rossom. Gran partido también el del base belga.