El Valencia Basket viajó este martes a Málaga con la tranquilidad que le da su clasificación matemática para los cuartos de final de la Copa del Rey, pero con dos bajas sensibles: Antoine Diot y Louis Labeyrie.

El primero de ellos se sometió este martes a pruebas médicas que certificaron que sufre una lesión de grado 1 en el tercio medio de la porción larga del bíceps femoral izquierdo, lo que le obligará a estar de baja unas tres semanas y perderse la Copa del Rey que se disputa en Madrid el 14 al 17 de febrero.

Labeyrie, por su parte, no pudo acabar el entrenamiento matinal del martes por una indisposición, de ahí que Jaume Ponsarnau se viera obligado a contar con Sergi García para completar la expedición de doce jugadores a Málaga a pesar de que el base no participó en el entrenamiento de ayer junto al resto de la plantilla.

Dos problemas para el técnico que, sin embargo, no deben distraer a los taronja de su objetivo para el partido de hoy, que no es otro que ganar para asegurarse la primera posición de grupo y con ello el factor pista en próximos cruces. Así lo explicó el propio Ponsarnau. «El sábado no jugamos bien y La Fonteta nos ayudó muchísimo en un partido que estábamos espesos, sin piernas y con poca energía. La Fonteta fue decisiva y vamos a trabajar para tener el factor cancha el máximo número de partidos posibles. Jugamos contra el Unicaja con el objetivo de ganar y si no se puede, de perder de menos de once». Y es que si se diera este último caso, los taronja tendría ganado el basket-average particular con el Unicaja, con el que estaría empatado con un balance de 4-1. Para asegurar la primera plaza del grupo G, le bastaría así con hacer el mismo resultado que los malagueños en la última jornada del Top 16. Guillem Vives

Guillem Vives incidió también la importancia del factor cancha, pero también en el factor emocional de quien no ha olvidado aún la final de la Eurocup que perdieron contra el rival de hoy en 2017 en La Fonteta. «Aún tengo la espina clavada de la final que perdimos hace dos años y nos motiva esta competición. Además, ganar en una pista tan complicada sería un refuerzo moral y lograr el factor cancha puede ser muy importante también».

Una victoria garantiza la primera plaza de grupo y el factor cancha al menos en cuartos de final, pero una derrota por más de 11 puntos, dejaría a los taronja con el basket-average particular con Unicaja perdido, por lo que ya no dependerían de sí mismo para acabar primero de grupo. En ese supuesto, necesitaría ganar en la última jornada al Limoges CSP en la Fonteta y que el equipo malagueño perdiese en su visita a Belgrado.

Ponsarnau también quiso destacar el peligro del último fichaje del Unicaja, Ryan Boatright. «Es de alto nivel, con una capacidad anotadora impresionante y es otro elemento más a sumar a la ecuación de buenos jugadores y un buen juego». Pese a ello, destacó que «aspiramos a ganar para clasificarnos para la Euroliga o a ganar títulos y eso pasa por mejorar la capacidad competitiva y crecer en nuestro numero de valores para no ser previsibles».