El Valencia Basket se sobrepuso a todas las adversidades para plantarse en la final de la Eurocup por la vía rápida. Ni la baja de Sastre, ni la expulsión de Dubljevic ni un arbitraje desconcertante pudieron con un equipo que siempre creyó en sus posibilidades durante el encuentro. Todo lo contrario que el Unics Kazan, desbordado por la defensa taronja y que sólo a través de sus individualidades logró mantenerse en el choque casi hasta la conclusión.

El partido no pudo comenzar mejor para el Valencia Basket. En un escenario de defensas muy consistentes y alta intensidad, fue el equipo de Jaume Ponsarnau el que mejor supo leer la situación para hacerse con el control del choque de la mano de Guillem Vives. El base catalán, excepcional en la defensa sobre Pierria Henry, se adueñó del ritmo y empezó a hacer jugar también a los suyos. Precisamente un triple de Vives y otro de Dubljevic instauró la primera renta clara en el electrónico (3-11; min. 4).

El Unics Kazan, completamente colapsado en el primer cuarto, era incapaz de contrarrestar una propuesta valenciana muy superior. Espectaculares también los primeros minutos de Bojan Dubljevic, que con diez puntos casi consecutivos disparó a los taronja hasta una máxima de 11 puntos (5-16; min. 7).

Llegaron las rotaciones y el partido, poco a poco, fue equilibrándose. El problema estaba en el rebote ofensivo del conjunto ruso (9 hasta el descanso). Una de sus grandes virtudes y auténtica tabla de salvación a la que aferrarse para no irse del partido antes de tiempo (26-34; min. 14). Es lo que le mantuvo vivo durante el segundo cuarto, más allá también de las pérdidas y la falta de acierto taronja en momentos puntuales. Unas lagunas que, de no haber sido por ellas, podrían haber roto incluso el encuentro definitivamente.

No fue así, y el arbitraje comenzó a cobrar cierto protagonismo. Sobre todo tras un agarrón no señalado de McCollum a Dubljevic y que terminó con técnica a Jaume Ponsarnau. Luego llegaría otra sobre Priftis, y el cambio de criterio sería ya evidente. Con todo, y pese a verse an algún momento contra las cuerdas, el Valencia Basket supo mantener el tipo para irse tres puntos arriba al descanso (36-39; min. 20).

Los problemas llegarían nada más regresar de los vestuarios con la expulsión de Dubljevic por una antideportiva y una técnica posterior por protestar. Protesta, todo sea dicho, de lo más normal y respetuosa. Los árbitros, cuyas decisiones estaban costando de entender cada vez más, acababan ahí de condicionar el resto del encuentro (46-46; min. 25). La salida del pívot montenegrino del partido dejó en 'shock' a los de La Fonteta, a los que seguía costándoles un mundo anotar.

Lo mismo que al cuadro ruso, que recurría al juego individual una y otra vez para intentar superar sin acierto la muralla taronja. Con todo el Valencia Basket, gracias a un último triple de Van Rossom, aún ganó el cuarto y llegó al último acto cuatro puntos arriba (52-56; min. 30). De inmediato también robo del base belga y canasta para el +6 (52-58, min. 31). Renta que aún aumentaría hasta los ocho puntos poco después (54-62; min. 33). La defensa valenciana estaba destrozando al Unics Kazan, pero todavía quedaba mucho partido por delante. Un partido que el Valencia Basket, con un Van Rossom magistral, mantuvo ya controlado en todo momento para plantarse por la puerta grande en la final de la Eurocup.