Los tímidos pitos con los que La Fonteta recibió a Jaume Ponsarnau se tornaron en ovación para el equipo, y por consiguiente también para el técnico, tras la contundente victoria ante el Casademont Zaragoza. La segunda en menos de 48 horas tras noquear al Bayern Munich el pasado viernes en la Euroliga, y que parece ha dado no sólo nuevas energías, sino también un nuevo aire al equipo. También a la afición, ahora mucho más cerca de lo que su equipo transmite en la cancha.

El descarte técnico elegido por Jaume Ponsarnau, más allá del lesionado Sam Van Rossom, fue Fernando San Emeterio. Una decisión pensando más en el doble duelo de Euroliga de la próxima semana para dosificar al cántabro que en cualquier otra cosa. Afortunadamente, el equipo no le echó de menos. En absoluto. Y es que el Valencia Basket fue una auténtica apisonadora desde el salto inicial.

La puesta en escena taronja fue prácticamente perfecta, pillando totalmente por sorpresa a un Casademont Zaragoza que en ningún momento supo contrarrestar la exhibición local en la primera mitad. La actitud de los locales era inmejorable, pero no fue eso lo que rompió el partido. Fue más la alegría, fluidez y acierto ofensivo lo que desniveló la balanza desde el primer momento (17-7; min. 6).

Porfi Fisac aguantó todo lo que pudo al 'tiempo muerto de la tele' pero no le quedó más remedio que parar ya ahí el encuentro. No le sirvió de nada. El Valencia Basket, después de la importante victoria ante el Bayern, estaba en velocidad de crucero y, además, les salía todo. Tanto, que ni siquiera con las rotaciones el equipo se resintió lo más mínimo (25-11; min. 10).

El equipo de Jaume Ponsarnau estaba lanzando. Todos sumaban en ataque y en defensa y así era muy difícil que el Zaragoza entrase en partido. El juego subía de nivel y La Fonteta volvía a disfrutar hasta incluso ponerse en pie con una conexión entre Colom y Tobey, o un mate en contraataque de un Abalde estelar(40-18; min. 14).

La aficionados, que tanto han sufrido en este inicio de temporada, empiezan a recuperar la sonrisa y ese es el mejor espejo para poder asegurar que las cosas empiezan a funcionar. Esa, al menos, es la intención de una plantilla y un cuerpo técnico dispuestos a ofrecer mucho más. También hombres como Sastre, que entró a falta de tres minutos para el descanso, y al que Ponsarnau quiere ir introduciendo en la rotación tras su lesión (53-29; min. 20).

La renta, nada más regresar de los vestuarios, se disparó hasta los 29 puntos tras dos acciones consecutivas de Ndour y Marinkovic (58-29; min. 21). La victoria, salvo hecatombe, no corría ya peligro. Una circunstancia que, como era previsible, hizo bajar un tanto el ritmo en los locales y que el partido se encaminara irremediablemente a un intercambio de canastas.

Ahí, la labor de Barreiro y Radoncic, unida a algunas lagunas en las filas taronja, rebajaron un tanto la renta (72-51; min. 29). Un espejismo pues, acto seguido un triple de Abalde y un robo de Loyd abortaron cualquier intento de remontada de cara al último acto (77-51; min. 30).

Un cuarto que, con la cabeza puesta ya en los duelos del martes ante el Znit San Petersburgo y el del jueves ante el Khimki, estuvo de más. En todo caso, y como anécdota, en esos minutos La Fonteta pudo ver algo más en acción al islandés Tryggvi Hlinason, al que en su presentación recibió con aplausos por su pasado taronja. Al final, y pese a que el Casademont Zaragoza maquilló el resultado de manera importante, victoria cómoda por 92-74.