El Valencia Basket perdió una oportunidad de oro para asaltar el Wizink Center y certificar su presencia en la Copa del Rey. Ante un Real Madrid plagado de bajas (Llull, Randolph, Reyes y Deck) y al que dominaban por once puntos al inicio del último cuarto, los deméritos del equipo taronja permitieron a su rival dar la vuelta a un partido que en ese momento parecía completamente controlado. El colapso ofensivo y algunas pérdidas incompensibles lo llevaron a una prórroga donde el equipo de Jaume Ponsarnau acabó de hundirse definitivamente. Todas las cuentas para estar en el torneo del KO pasan ahora por vencer al Joventut el próximo domingo, a las 17:00 horas, en La Fonteta.

No empezó demasiado bien el Valencia Basket, a remolque de su rival durante prácticamente toda la primera mitad pese a las tablas al descanso. Todo debido a una mala entrada en defensa. El Real Madrid, aprovechando esos desajustes y su dominio sobre el rebote, jugó muy cómodo el primer cuarto (23-14; min. 7). Los ‘blancos’ encontraban espacios en la pintura con relativa facilidad pero, por encima de todo, mostraban una alta efectividad desde el 6,75 con lanzamientos completamente librados.

Lejos de mostrar ese nivel ofensivo, los taronja se aferraron a San Emeterio en esos minutos para mantenerse en el encuentro. El acierto del cántabro, unido a la segunda falta de Tavares que le llevó directamente al banquillo, permitieron al Valencia Basket encarar el segundo acto con mucho que decir todavía (26-19; min. 10).

El principal objetivo pasaba por bajar la producción madridista. Algo que se logró a través del ritmo, con una mayor intensidad defensiva, realizando los oportunos ajustes y teniendo un mayor protagonismo en la faceta reboteadora. Desde ahí, y bajo la batuta de Quino Colom, los valencianos comenzaron a recortar la diferencia. Un parcial de 2-10 liderado por el base andorrano puso por primera vez desde el salto inicial las tablas en el electrónico (31-31; min. 15). La remontada, sin embargo, no se llegaría a completar antes del descanso.

Y no sería por falta de oportunidades. El intercambio de canastas en los minutos posteriores concluyó con lo que parecía un triple de Doornekamp a falta de treinta segundos para el final del cuarto. Lanzamiento que ponía por delante en el partido al equipo taronja. Sin embargo, una vez concluido el tiempo, los árbitros revisaron la jugada en el instant replay y comprobaron que el canadiense estaba pisando. Dieron la canasta de dos y ambos equipos se marcharon a los vestuarios igualados en el electrónico (40-40; min. 20).

Poco le importó al equipo de Jaume Ponsarnau, que había encontrado el camino y sabía muy bien como seguir haciendo daño al Real Madrid. Lo que nadie esperaba es que el golpe fuese casi definitivo. Desde la defensa primero, y luego con una gran acción de Abalde y dos triples consecutivos de Dubljevic y Van Rossom la balanza comenzó a inclinarse claramente hacia el lado visitante (44-54; min. 24). Pablo Laso lo paró de inmediato con un cabreo monumental.

“Jugáis andando, ni mi vieja podría ir más despacio. Si no jugáis con más energía vamos a ir por detrás todo el partido”, arengó a sus jugadores. Sus palabras no dieron para cambiar demasiado el escenario, aunque si lograron evitar que el Valencia Basket rompiera definitivamente el encuentro. Gran parte de culpa la tuvo Fabien Causeur, que con 7 puntos consecutivos devolvió cada golpe taronja posterior y dio un más que necesario balón de oxígeno a su equipo antes del último cuarto (56-67; min. 30).

El partido, aún así, parecía más que controlado, hasta que los nervios pasaron factura a los valencianos. Pérdidas incomprensibles unidas a una alarmante falta de acierto permitieron a los locales sellar un parcial de 7-0 que les devolvió al encuentro (63-67; min. 33). Más de cuatro minutos tardaría en llegar la primera canasta del Valencia Basket en el cuarto. Un triple providencial de Abalde en otro mal ataque (63-70; min. 34), pero que no sirvió para cambiar unas sensaciones muy preocupantes. El colapso era total.

A falta de buen juego tocaba sufrir, pero sin algo más de baloncesto iba a ser imposible ante un rival de esta entidad y que ya creía totalmente en la remontada guiado por la clarividencia de Campazzo y los triples de Rudy Fernández (70-72; min. 37). Las decisiones arbitrales, todas para el mismo lado en los momentos calientes del último minuto, también ayudaron. Aún así ambos tuvieron ocasión de llevarse el encuentro, pero finalmente tras los últimos errores de Campazzo y luego Abalde en el último ataque llegó la prórroga (76-76).

En el tiempo extra la desconexión taronja fue total. Ya no hubo color. Un Valencia Basket muy tocado en lo físico y sobre todo en lo anímico después de haber tenido la victoria en su mano apenas fue ya rival para los de Laso. Sólo once puntos anotaron los taronja entre el último cuarto y la prórroga, y así es ciertamente complicado asaltar el Wizink Center.

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