El Valencia Basket continúa con su mala dinámica de resultados tras caer en Las Palmas ante el Herbalife Gran Canaria en un encuentro en el que el equipo mostró muy pobres sensaciones. Desde la derrota en la Copa del Rey ante el Real Madrid el equipo acumula una sola victoria, ante el San Pablo Burgos, en los últimos siete partidos. Balance más que preocupante teniendo en cuenta todo lo que hay en juego en este tramo de la temporada. La parte positiva fue el regreso de Sam Van Rossom Sam Van Rossom tras una doble lesión que le había tenido casi mes y medio lejos de la competición. El base belga, a pesar de la inactividad, sumó para el equipo y mostró un rendimiento esperanzador.

Arrancó el encuentro con muchas imprecisiones por parte de ambos conjuntos. Demasiados nervios en ataque, que desembocaron en apenas cuatro puntos en 3 minutos (2-2; min. 3). Fueron los locales los primeros en sacudirse la presión gracias a dos acciones de Costello y un tiro libre convertido por Bourousis que permitió desequilibrar la balanza (9-2; min. 6).

El Valencia Basket, por contra, continuaba acumulando pérdidas y errores ofensivos, lo que obligó a Jaume Ponsarnau a mover el banquillo para dar entrada a Dubljevic, Abalde, Colom y Doornekamp. Le salió bien. Los de La Fonteta recuperaron algo de ritmo para igualar de nuevo el choque tras un parcial de 0-7 (9-9; min. 7).

Fue un espejismo. El ‘tiempo muerto de la tele’ le vino como anillo al dedo al Gran canria, que a partir de ahí se adueño por completo del marcador liderado por hombres como Costello o el extaronja Omar Cook. Los errores y las pérdidas se multiplicaron en el bando visitante, con fallos incomprensibles incluso bajo del aro.

Era Okoye ahora el que, aprovechando las lagunas defensivas que comenzó a mostrar el Valencia Basket, hacía daño con dos acciones que obligaron a Ponsarnau a parar automáticamente el encuentro. El parcial se disparó hasta un terrorífico 22-6 que ponía el encuentro muy cuesta arriba (31-15; min. 17).

Reaccionaron los taronja, y lo hicieron desde la defensa (apenas 4 faltas en toda la primera parte). Esa mejoría se tradujo en una mayor confianza ofensiva, donde las acciones de Van Rossom, Labeyrie, Doornekamp y Marinkovic permitieron recuperar parte del terreno perdido. Todo gracias a un muy buen final de cuarto que, con un parcial de 0-11 (35-29; min. 20), dejó todo muy abierto al descanso.

Sin embargo, tras el paso por los vestuarios el Gran Canaria recuperó el liderazgo en el encuentro que había tenido durante la mayor parte de los minutos previos. Mucho más sólido que los de La Fonteta, el cuadro isleño no tardó demasiado en recuperar parte de la renta perdida al final del segundo acto (46-34; min. 23).

El Valencia Basket seguía sin encontrar su sitio sobre la pista, circunstancia que aprovechó otro ex, John Shurna, para volver a dinamitar el encuentro con tres triples y un mate en transición que levantó a todo el Gran Canaria Arena de sus asientos (55-39; min. 27). Ponsarnau, consciente de lo que se venía encima, lo paró de inmediato.

Tras el tiempo muerto el equipo, con Van Rossom, Marinkovic y Tobey intentó dar un nuevo paso adelante para reducir la desventaja, aunque ésta llegó al último acto con un más que inquietante -10 que hacía realmente complicada la remontada (59-49; min. 30). Sobre todo por unas sensaciones que no terminaban de ser buenas con respecto a las que mostraba el rival.

Aún así lo cierto es que lo siguió intentando el Valencia Basket, buscando su oportunidad en un partido que continuó muy cuesta arriba conforme se acercaba el final (65-55; min. 34). Lo cierto, sin embargo, es que pese a no enterrar nunca el hacha de guerra, nunca dio una sensación real de poder competir por la victoria en Las Palmas.

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