El fichaje de Jaime Pradilla puso el pasado lunes el ‘cierre’ a la confección del nuevo proyecto taronja. El ala-pívot aragonés será, curiosamente, el jugador más joven y con menos experiencia en el baloncesto de élite dentro de la plantilla. Una excepción en un roster que va a experimentar un importante salto de calidad respecto a las últimas temporadas y que ha disparado la ilusión en todo el entorno taronja.

No en vano, se ha configurado un equipo para competir con garantías en la Liga Endesa, pero sobre todo en la Euroliga. Es precisamente en ese mercado donde el Valencia Basket quiere entrar definitivamente y para conseguirlo sabe que, una vez ganada la confianza en su sólido proyecto deportivo, ahora debe demostrar también su potencial en la pista ante los mejores equipos de Europa.

Acabar entre los ocho primeros y disputar los playoffs es el objetivo mínimo en la Euroliga. Y no sólo para garantizarse su presencia en la máxima competición continental la siguiente temporada -también podría llegar ya en forma de Licencia A-, sino para dejar claro que está perfectamente capacitado para afrontar un reto que, además, mejoraría notablemente también su posición en el mercado.

Un mercado que, por otra parte, ya empieza a mirar con otros ojos a la entidad taronja. Prueba de ello son los fichajes de jugadores contrastados como Nikola Kalinic o Derrick Williams, el del máximo anotador de la Liga Endesa Klemen Prepelic, cuyo especial carácter es cierto que genera cierta incertidumbreKlemen Prepelic, o el de un base emergente y con muchos e importantes clubes europeos tras sus pasos como Martin Hermannsson. Cuatro incorporaciones que, además de la de Pradilla, van a posibilitar al equipo que volverá a dirigir Jaume Ponsarnau aumentar no sólo sus prestaciones físicas -aspecto clave en la Euroliga- sino también tácticas.

Al igual que la pasada campaña, el de Tàrrega volverá a contar con catorce jugadores en el roster aunque, eso sí, al contrario que en otras ocasiones ya ha dejado claro que no cuenta con Quino Colom. El base andorrano, tras no alcanzar un acuerdo para salir del club, cumplirá su año de contrato aunque con unas perspectivas deportivas desalentadoras. «Ya sabe que será el cuarto base, y el jugador número 14 o 15 en la rotación», aseguró a SUPER recientemente Jaume Ponsarnau, que insistió en que «aquí sus opciones van a ser muy limitadas», e incluso que «su papel en el equipo va a ser residual».

La clave, si finalmente continúa en València, será cómo gestionarlo para que no afecte a un grupo sobre el que hay depositadas grandes expectativas de cara al próximo curso a pesar de salidas importantes como la de Alberto Abalde al Real Madrid. Y todo sin que, como pudo confirmar en su día este periódico, vaya a aumentar sustancialmente el presupuesto. Señal inequívoca de que al Valencia Basket hace ya tiempo que se viene a competir y a ganar... no sólo dinero.

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