El pabellón Würzburg de Salamanca acoge este jueves el tercer y definitivo asalto por el título de la Liga Femenina Endesa. Una última batalla entre dos equipos que están mostrando un nivel de juego espectacular, y también un duelo enorme en los banquillos entre dos buenos amigos, Rubén Burgos. Su relación comenzó en La Fonteta hace muchos años, y se estrechó definitivamente a lo largo de la temporada 2010/11 en el equipo EBA del Valencia Basket. El vitoriano cumplía por aquel entonces su séptima campaña al frente del equipo, y el de Ribarroja preparaba para ser entrenador estrenándose como técnico ayudante bajo su tutela.

«Trabajé con él cuando empezaba a prepararme como entrenador. Me ayudó mucho, sobre todo a cambiar el chip de jugador a entrenador, un proceso que él había realizado antes. Fue vital para mí ya que era un camino clave que había que recorrer», recordaba Burgos hace apenas unos días sobre aquella etapa que reforzó también una amistad que ha perdurado a lo largo del tiempo.

Y es que muchos son los paralelismos entre ambos, y en todos el Valencia Basket tiene un papel protagonista. No en vano, los dos se iniciaron en el baloncesto como jugadores y, posteriormente, dieron el salto a los banquillos en el club taronja. Por otra parte, dentro de la cancha los dos tuvieron una importante carrera en competiciones nacionales, llegando a la ACB y, entre otros clubes, pasaron un largo período en el entonces Pamesa Valencia. Íñiguez lo hizo desde 1987 a 1990, mientras que Burgos estuvo desde 1996 a 2001 en el primer equipo -con un año de cesión en Calpe la campaña 1997/98-, y anteriormente también como jugador de cantera.

Una historia vital y una manera de entender el baloncesto que reforzó el vínculo cuando sus caminos se encontraron definitivamente en 2010. Aquella temporada el filial taronja acabó undécimo en al grupo E de la Liga EBA, y supondría el paso previo de Íñiguez antes de su exitoso salto al baloncesto femenino. Su prestigio había ido en aumento en La Fonteta y eso hizo que el Ros Casares se fijase en él para hacerse cargo de un ambicioso proyecto en sustitución de la fallida apuesta por la eslovaca Natália Hejková.

El título de la Euroliga y el de la Liga Femenina en 2012 iniciarían un glorioso camino en el que no ha dejado de participar en la Euroliga, competición que ya ha disputado diez veces, ni de cosechar títulos de ligas nacionales en países como España, Turquía o Hungría. En este último curso con el Perfumerías Avenida, sin ir más lejos, ha ganado la Supercopa y fue subcampeón de la Euroliga.

«Íñiguez es un referente para los entrenadores españoles por todo lo que está haciendo, nos ha inspirado a muchos», admitía Rubén Burgos, cuya trayectoria desde que se separaron sus caminos ha sido muy diferente. Sobre todo porque para él, doce años menor que Íñiguez -uno tiene 53 y el otro 41-, este ha sido un período principalmente de aprendizaje e ir subiendo peldaños. Al menos hasta la temporada 2017/18, momento en el que le tocó dar un paso al frente cuando sustituyó a José Canales al frente del equipo femenino en Liga Femenina 2 con el ascenso como objetivo.

Aquella temporada supuso todo un máster en su formación por diferentes circunstancias, principalmente en lo referente a la gestión de grupo, y le sirvió tras el ascenso para ir asentándose en un puesto en el que ha ido creciendo de manera exponencial. Tanto que, a día de hoy, nadie duda en señalarle como uno de los grandes responsables del salto cualitativo del equipo en apenas cuatro años.

Además del ascenso, al valenciano le avala ya en su palmarés la final de la Copa de la Reina, esta de la Liga Femenina Endesa y el título de la Eurocup Women. Bagaje mínimo comparado con un Íñiguez que pelea por su undécimo título y que ha disputado más de veinte finales. En España, de hecho, ha ganado la competición doméstica ya en dos ocasiones con el Ros Casares (2012) y el Spar Girona (2015).

Más allá de eso, este jueves se enfrentan cara a cara por el título de la Liga Femenina Endesa dos buenos amigos y dos grandes entrenadores en los que el alumno, en este caso Rubén Burgos, ha dado evidencias claras de estar en disposición de superar al maestro, Roberto Íñiguez. De hecho ya lo ha hecho en dos ocasiones en la presente campaña. Una en la fase regular en La Fonteta (85-84) y otra en Salamanca en el primer partido de esta serie final (64-67).

El balance entre ambos, por tanto, está empatado a dos después de que el preparador vasco se hiciera con el otro partido de la fase regular (71-69), y el segundo de la final (74-76). La igualdad, como se puede comprobar, es máxima. No sólo entre ambos, sino también entre sus respectivos equipos con tres de los cuatro enfrentamientos resueltos en la prórroga. Este jueves, esa balanza se decantará hacia un lado o el otro en Salamanca. Hacia el lado del alumno más aventajado, o hacia el del maestro.

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