Pablo Longoria es absolutamente consciente de las virtudes de Mouctar Diakhaby, también de sus defectos. Marcelino lo tiene claro. El míster y el Director del Área Técnica confían en el potencial del joven central y tienen claro cómo puede encajar aquí. El zaguero emerge como una oportunidad de mercado rotunda, un futbolista que, de haber mantenido el nivel y la progresión del curso 2016/17, hubiera sido inalcanzable. Hoy estaría tasado en 30 millones, como mínimo. Los técnicos han proyectado su progreso dentro del marco competitivo del Valencia y la visión es cristalina: su margen de mejora vence a cualquier duda. El franco-guineano tiene unas piernas gigantes y un chásis tremendo para intimidar (está por encima de los 190 centímetros) en el cuerpo a cuerpo, derrocha fuerza aérea (sobre todo, en área rival) y es capaz de anticipar e interceptar. Además, guarda un nivel técnico notable. Diakhaby es mucho más que músculo, mucho más de lo que parece a simple vista. Por personalidad es un jugador que -adaptado al marco de LaLiga- puede sorprender, primero, e imponer su autoridad, después.

En las manos de Marcelino va a caer un defensa para trabajar y moldear, como le sucedió en Villarreal con Éric Bailly. El costamarfileño del Manchester United es más ágil, más reactivo para la marca, resulta menos robotico en campo abierto; también tiene otro cuerpo y otras condiciones técnicas. Marcelino deberá coordinar el músculo e pulir el físico de Mouctar, afilar su colmillo y reforzar su base defensiva. El francés debe impulsar su versión más intensa en el apartado mental -sobre todo- si quiere mantener un tono competitivo continuo al más alto nivel en todo un Valencia.

El exceso de confianza

En su mejor versión, Mouctar se siente dominador de la escena -superior a todos los niveles- y eso le lleva a cometer errores por exceso de confianza. No es consciente de sus límites y confunde sus decisiones. Prefiere el riesgo a crecer sumando aciertos sencillos o aportando soluciones prácticas. La tendencia se siente cuando maneja la salida de balón. Sus últimos meses en el OL dejan un diagnóstico rotundo. Marcelino recibe un jugador joven (21 años, dos temporadas en la élite), sin confianza y por reparar. Algo que ya sucedió con Geoffrey Kondogbia, Vezo, Santi Mina o Gabriel, cada uno con sus particularidades.

Mouctar Diakhaby necesita el contexto de confianza que no le ha sabido proporcionar Bruno Génésio. El entrenador del Lyon el frenó en pleno salto hasta hacerlo caer. La estructura del Valencia y el marco de alto rendimiento de Marcelino están destinados a recuperar, estabilizar y potenciar su nivel. Diakhaby tiene una materia prima de primer orden. El contexto y un socio adecuado -un guía, un central más posicional- deben ayudarle a recuperar el ritmo y la energía con la que se imponía en los duelos.

Longoria traía a Diakhaby en la maleta, desde la Juve. El central estuvo muy correcto en la fase de grupos de la Champions 2016/17, en la que el OL se enfrentó a los bianconeri y después brilló en Europa League. El cazatalentos le ha seguido en estos últimos meses, donde ha aparecido superado y ha cometiendo errores impropios. Ha podido más la perspectiva y el futuro. El Valencia tiene a Garay, Gabriel, Murillo, Vezo y Javi Jiménez. Mouctar no es la apuesta tipo para ser cuarto central. Más allá del precio, el francés necesita jugar (21 años), necesita trabajar, sólo se entiende si compite con continuidad y sin etiquetas.

El trabajo con el 'maestro' Caçapa

En la primavera de 2017, el Lyon parecía tener hecho el eje de la defensa con la dupla Emanuel Mammana-Mouctar Diakhaby. Presente, futuro y mercado. El argentino y el canterano se establecieron en la titularidad -por delante de Nicolas NKoulou, Jérémy Morel y Mapou Yanga-Mbiwa- con brillantez y personalidad. Juntos llevaron al OL hasta semifinales de la Europa League, liquidando a AZ, Roma y Besiktas, hasta que se cruzaron con el Ajax, patrón de la otra joven dupla central del año: Davison Sánchez-Matthijs de Ligt. El curso del OL fue irresistible para los ojeadores. Mammana pasó al Zenit de San Petersburgo por 16 millones y se rompió la sociedad con Diakhaby, jugador revelación para los medios oficiales del Lyon. Después de aparecer en el primer equipo y ayudar a amortiguar el traspaso de Samuel Umtiti al Barça, Bruno Génésio decidió cortar la apuesta en lugar de mantener un marco de confianza. Lupa a cada error y cero continuidad, insistiendo en su fragilidad. Involución en lugar de mejora. En el año que debía haber supuesto su consagración, Diakhaby ha encontrado desconfianza y un contexto de inestabilidad. El OL firmó al experimentado Marcelo (Besiktas) y Génésio cerró el eje con Morel, otro veterano. Un giro radical que está en la base de su irregularidad. Mouctar comenzó como central más utilizado del Lyon en 2016/17 y alternativa en la agenda de los grandes para cerrar el último ejercicio jugando 10 partidos menos.

Rechazado por el Nantes

Diakhaby llegó en 2013 a la Academia del Lyon, las más potente de Francia. Nacido en Vendôme, pero criado en Malakoff (barrio de Nantes), fue rechazado en dos ocasiones por el gigante de la región del Loira. Primero como delantero y extremo derecho. Después, como mediocentro. Fue en la USSA de Vertou donde se formó y evolucionó hasta plantarse con 16 años jugando en categoría Sub-20. Rennes y Angers también tuvieron dudas y cuando parecía destinado a arrancar en Niort o Laval, apareció el Lyon por sorpresa. Matthieu Bideau (cazatalentos del Nantes, en declaraciones a GOAL) recuerda que de niño le faltaba agresividad, pero sí sabía aprovechar su físico y tenía unas habilidades técnicas suficientes para ir por delante de los chicos de su generación. "Parecía ideal para la posición de líbero, por su calidad parecía cortado por el patrón de Laurent Blanc... aunque africano". En Lyon estaba bajo el control de Cláudio Caçapa (mítico central brasileño del OL), responsable de la supervisión de los defensores de la entidad del Ródano. Un maestro echando el cerrojo a la zaga, un modelo para Diakhaby, que aprovechó el salto para tomar forma definitiva como central y empezar a entrar en las inferiores de Francia, ya como Sub-19. Mouctar es un eslabón más en la cadena de una cantera que ha formado a Benzema, Ben Arfa, Ngotty, Kanouté, Pléa, Martial, Fekir, Lacazette, Tolisso, Aouar, Myziane Maolida, Gouiri o Geubbels, últimas joyas.