Marcelino le ha dado la vuelta a todo en cuestión de un año. El verano pasado hubo jugadores que no ficharon -luego se han arrepentido- por las dudas. No querían venir y ahora nadie se quiere marchar. La lista de ofrecimientos es larga. Aquel contexto refuerza el valor del compromiso de jugadores como Neto, Kondogbia, Gabriel, Jeison Murillo o NetoKondogbiaJeison MurilloGuedes. La clave: el proyecto, la expectativa de un Valencia competitivo de nuevo y la confianza, recíproca. Marcelino se mojó por ellos también. Sin ellos y sin el bloque de futbolistas que continuaron en plantilla, con la ilusión de triunfar en Mestalla por bandera, el momento actual no se entiende. Esa mezcla, el rendimiento y la clasificación para la clasificaciónChampions, mucho más fuerte.

El salto se siente. Mateu Alemany hicieron ingeniería para renovar el equipo. Hoy, las dificultades son menos. En los últimos meses se han abierto puertas que estaban cerradas y otras diferentes, como la de Daniel Wass. El fichaje del danés supone un cambio en la línea de los refuerzos. Wass es un jugador en plenitud y en madurez plena (29 años), llega asentado dentro de la clase media de LaLiga y tras completar otra buena temporada en el Celta, donde ha sido titular fijo para Toto Berizzo y Juan Carlos Unzué. Su momento es sinónimo de garantía. Ahí está la diferencia. No viene para ser 'reparado' por Marcelino sino para ayudar de inmediato, competir en un marco de exigencia superior y crecer.

Wass no supone una apuesta, como sí lo eran Neto, Gabriel, Murillo, Kondogbia, Guedes, Andreas, Coquelin y Vietto o lo son Mouctar Diakhaby y GuedesAndreasCoquelinMouctar DiakhabyUros Racic. Cada uno con sus particularidades. El portero era suplente -de Buffon- en la Juve. Gabriel había vivido un calvario en el Arsenal, en Londres nunca alcanzó el nivel del Villarreal y llegó lesionado. Murillo sólo disfrutó del Inter los seis primeros meses, después fue víctima de la inestabilidad de los nerazzurri. Como Kondogbia, ejemplo radical de profesional desconfigurado y de la importancia de la confianza y los contextos. En Italia se llegó a acuñar un término para sus errores, kondogbiata. En el Valencia encontró un entrenador con un plan mayor para crecer en torno a él. Guedes -un semestre en el banquillo del PSG- y Andreas eran apuestas por el talento joven. Coquelin había quedado reducido al marco de la Europa League, donde el Wenger competía con reservas. Sin continuidad y lejos del nivel de un par de años atrás. Luciano Vietto había agotado las oportunidades en el Atlético del Cholo. Racic es mitad apuesta y mitad oportunidad. Ha terminado jugando mucho en el Estrella Roja campeón de Serbia, pero no tampoco era titular. Lo mismo que Diakhaby, cuyo potencial es tremendo, pero al que habrá que trabajar y dar partidos tras un curso frenado.

Otro escalafón, otra edad

Todos encajan con el modelo de juego de Marcelino y con su forma de trabajar. Todos están pensados para competir y rendir, más todavía. El Valencia se había manejado en dos escenarios: talento joven por pulir o jugadores de gama alta -con hambre de fútbol y ganas de reivindicarse- a los que hubiera sido imposible acceder de no haber estado decaídos. Un Kondogbia, un Gabriel o un Coquelin a tope hubieran quedado fuera de mercado para el Valencia, por precio y estatus. Llegaron del PSG, Manchester United, Atlético, Arsenal, Inter, Juve, Lyon... Primera clase. El valor de la apuesta tiene carga de profundidad. Marcelino y Mateu aprovecharon la ocasión, como ha hecho con Diakhaby o va a hacer con Gameiro. Wass es una tercera vía, nueva. El Celta es otro escalafón (inferior), pero conoce LaLiga y viene lanzado.