El golpe de volante se ha producido. Pasar de la nada al todo es imposible, pero el principio de reacción se ha sentido en fondo y forma. Otra cuestión son las realidades que reclama la temporada. La trama está en un punto donde el crédito de la reacción depende de otro buen resultado ante el Rayo, de la sucesión del partido a partido. La fuerza de la regeneración competitiva experimentada ante Young Boys más Getafe y el efecto reparador de las victorias sólo se puede medir en el corto plazo. El equipo llevaba muchos partidos sin ganar y tras la cortina de la mala suerte o la falta de eficacia había un buen puñado de errores. Como mínimo, Marcelino ha conseguido frenar la involución y el proceso de autodestrucción en el que se había metido. Ahora tampoco hay casualidades. Se han hecho muchas cosas bien y un mensaje se repite: vestuario unido, trabajo traducido en victorias, margen para progresar y protagonismo positivo para los futbolistas.

Los mecanismos están en fase de mejora todavía, pero el grupo está recuperando virtudes diluidas y reactivando su identidad. En los últimos dos partidos, también durante la primera parte ante el Girona, los puntos fuertes del mejor Valencia CF de Marcelino han sido mucho más reconocibles y evidentes. El míster ha activado el ‘modo cambio’ -con sus virtudes y sus particularidades- desde la insistencia y la confianza en su modelo de trabajo. Ha seguido su línea, pero con matices. No ha habido cambio de sistema, pero sí revolución en un apartado: las rotaciones. Los buenos resultados han llegado desde la continuidad en el once. Estabilidad para combatir la irregularidad. Ante Girona, Young Boys y Getafe repitió once -por primera vez- con un único matiz, la presencia de Parejo por Kondogbia, golpeado por la guerrilla suiza. Pese a la exigencia física y mental, pese a las dudas, el Valencia ha dado un golpe de autoridad por mentalidad, pizarra y categoría. La diferencia con sus rivales se reflejó desde la determinación, respondiendo a cada emboscada con intensidad y juego, creciendo en cada duelo, ganándolos. No es una cuestión sin valor. Esta temporada no se había dado. Ante el campeón suizo reaccionó de inmediato tras el 1-1; otras veces se atascó o no encontró la fórmula para reaccionar ante un contratiempo. En el Coliseum buscó el gol hasta el final, supo sufrir, y le ganó a los de Bordalás en su terreno, forzando el error con astucia: pase largo de Paulista a Rodrigo, maniobra para el centro, desmarque y penalti de Bruno a Gameiro. Como ante el Girona, hubo ocasiones claras para ganar en la primera parte. Ante el Getafe no hubo fallo propio en el segundo acto y sí del rival.

Después de muchas jornadas mermado, Marcelino ha podido hacer coincidir a sus mejores futbolistas en el once. Es importante. Por momento de forma o por lesión, el Valencia CF no había podido contar con sus mejores hombres al 100%. Todavía quedan futbolistas por rehabilitar, pero cuenta con Neto, Gayà, Garay, Gabriel, Mina, Soler o Coquelin a tono. Otros como Wass están creciendo. Desde esa base podrá sumar y recuperar piezas. El equipo está conectado y está creciendo a partir de sus sociedades. En esa dirección, la presencia de Guedes es determinante. El portugués marca la diferencia incluso al límite en el apartado físico, por uno contra uno, disparo y asistencia. Su presencia dinamiza el ataque, libera al resto -obliga al adversario a bascular para atarlo- y multiplica el ritmo. Todo es más imprevisible.

Llegó al rescate

Otro protagonista principal es Mina. El gallego ha sumado el plus de intensidad que se echaba de menos arriba. También ofrece poder físico y gol. Clave en la presión, con lo que eso implica a la hora dificultar la salida del rival y potenciar el pressing del Valencia. Mejor presión, mejor recuperación, mejor defensa y mejor ataque. Ese es uno de los puntos débiles subrayados. El Valencia se ha dibujado más corto y compacto, en todas las fases. Mina ha mejorado a Rodrigo y Rodrigo ha mejorado todo el canal de creación y ataque, aunque le haya faltado el gol. Coquelin también ha inyectado energía para recuperar y salir. Se ha respirado otra chispa para interpretar el ataque con el rival organizado y en campo propio. La presencia de Wass ha liberado a Soler, tremendo, por fuera y por dentro. Decisivo. El Valencia está más rápido, ha ganado en verticalidad y en soluciones, vuelve a brillar en las transiciones. Todo se retroalimenta dentro del mismo circuito positivo... sólo con victorias.