Salva Ruiz es ahora mismo una de las personas más felices del planeta Tierra. La vida le sonríe después de haberle enseñado la cara más dura durante demasiado tiempo. Su vida está en ascenso. Como el que acaba de conseguir a primera división con el Real Mallorca. El de Albal desembarcó en la isla en el mercado de invierno en 2018 de la mano de Vicente Moreno después de haber superado una grave enfermedad y con el firme objetivo de volver a sentirse futbolista en Segunda División B. Un año y medio después ha conseguido ascender con el equipo balear a la máxima categoría del fútbol español y, algo todavía más emocionante, ha firmado un contrato que le vinculará al Valencia hasta el 30 de junio de 2023. El próximo 1 de julio, dentro de menos de una semana, se convertirá en nuevo jugador del primer equipo. De hecho, el 8 de julio está citado en la ciudad deportiva de Paterna para ponerse a entrenar a las órdenes de Marcelino García Toral en la pretemporada. Tiene muy difícil quedarse en la plantilla, casi imposible, es consciente, pero haberse ganado el derecho a volver a casa como jugador del primer equipo después de tanto sufrimiento y esfuerzo es una victoria personal para él y los suyos. Es el mayor premio a una historia de superación ejemplar y digna de elogio.

El lateral izquierdo de 24 años ha vivido en compañía de su familia y su novia un año y medio inolvidable en Mallorca. El colofón no podía ser mejor. El equipo ascendía el domingo a primera remontando la eliminatoria al Deportivo y llevando la locura a Son Moix. Salva lo ha celebrado a la grande. La ocasión lo merecía. Salva se dio un baño de masas con una rúa que comenzó en el estadio y finalizó en la mítica plaza de las Tortugas, lugar de celebración de los triunfos del Mallorca. Antes hizo paradas en el Ayuntamiento de Palma y el Consolat de la Mar, sede del Govern Balear, donde fue recibido con todos los honores. Salva fue uno de los pocos que no se atrevió a coger el micrófono en mano en el balcón por su carácter más introvertido, pero participó como uno más de los cánticos, bengalas y gritos de la fiesta. Mallorca es y será muy importante para él y quien sabe si sus caminos vuelven a cruzarse en un futuro inmediato. El club estudia posibles cesiones para el jugador y la isla puede ser el escenario perfecto para continuar creciendo como futbolista.

Salva no ha tenido el protagonismo que le hubiera gustado en el tramo final de la temporada. Una inoportuna lesión a finales de 2018 le arrebató la titularidad -jugó de inicio los once primeros partidos- y permitió que le adelantara en el carril zurdo el ecuatoriano Estupiñán. A pesar de eso, disputó 7 de las últimas 11 jornadas de la Liga 123 con un balance total de 19 partidos y tres asistencias. Salva ha madurado como persona después de los golpes que le ha dado la vida y ha demostrado estar más fuerte física y mentalmente que nunca. Vuelve a parecerse a aquel Salva con etiqueta de jugador internacional que brillaba en la Academia incluso por delante de su amigo y 'rival' José Luis Gayà El Valencia no ha desaprovechado la oportunidad de recuperarlo. El club facilitó la salida a Salva al Mallorca en el mercado de invierno de 2018 después de superar su grave enfermedad y se guardó el derecho de recuperar al futbolista por una pequeña cantidad económica que nunca ejerció. El Valencia lo siguió de cerca hasta el punto que el Director del Área Técnica Pablo Longoria visionó y tomó nota de todos sus partidos. Los informes eran buenos y la decisión fue apostar fuerte con un contrato de larga duración hasta 2023. La segunda y mejor etapa de Salva Ruiz como jugador del Valencia está a punto de comenzar. Antes, unos días de merecidas vacaciones. Se las ha ganado.