Thiago Carleto, el que fuera bautizado como el nuevo Roberto Carlos por compartir nacionalidad, posición (lateral izquierdo) y el potente disparo del carioca del Real Madrid, apenas llegó a disputar 76 minutos con el Valencia CF

Su fugaz paso por el equipo de Mestalla, que lo cedió al Elche y acabó empaquetándolo de regreso a la liga brasileña un año más tarde, contrasta con las consecuencias judiciales de su fichaje, que han derivado ahora -diez años después- en una condena con sendas penas de cinco años de prisión a dos empresarios valencianos que actuaron como intermediarios en la contratación del jugador. Uno de ellos fue el encargado de mediar entre el Valencia CF y el Santos FC en el que militaba el jugador de 19 años mientras que el otro coacusado era la persona que habría adquirido los derechos del futbolista. Ambos, «con ánimo de defraudar a la Hacienda Pública», eludieron el pago de 649.687 euros; del impuesto de sociedades (422.585 Euros) y del IVA (227.102 Euros).

El primero le facturó al club 1.830.000 euros por los servicios de intermediación en el fichaje de Carleto, para posteriormente deducirse como gasto en la declaración de 2009 el importe de 1.654.180 euros que la mercantil del otro procesado, «carente en esa fecha de actividad real» le facturó por unos supuestos servicios de cesión y traspaso de los derechos de imagen del futbolista, «que nunca se habían prestado».