Sus padres tuvieron que hacer malabares para poder compaginar la agenda de las tres hermanas, las tres empezaron con el patinaje sobre ruedas, pero Marta, la mediana, se decantó por el voleibol y Bea, la pequeña, lo hizo por el fútbol. Las dos juegan en la máxima categoría en sus disciplinas, Primera y Liga Iberdrola. Marta es receptora del Club Voleibol Madrid. En 2018 logró la Copa Princesa y primer puesto en su grupo de Superliga 2. El año pasado fue clave en la permanencia. Es una familia con buenos genes para el deporte.

Bea representa a la perfección la política JASP (jóven aunque sobredamente preparada) que el Valencia puso en marcha este verano en los fichajes. La lateral izquierda estudia INEF a distancia y es una de las mejores zurdas del fútbol español, lo demostró en el Atlético y en la Real. Tiene un gran golpeo (especialista a balón parado), defiende con firmeza y aporta mucha profundidad, llega arriba constatemente y saca el centro. Un lujazo, por calidad y valores de equipo. El curso pasado ganó la Copa de la Reina protagonizando una de las historias más bonitas del fútbol femenino español. Con el Atlético ganó todo siendo muy joven (debutó con 16 añitos). Allí se crió y llegó a jugar la Champions, dejando un gol. Bea personifica una historia feliz. En el patio del colegio jugaba contra chicos y siempre ganaba. Uno de sus amigos le animó a dar el paso y así terminó en el fútbol base del Villanueva del Pardillo, en el equipo de su pueblo, cerca de Madrid. El salto al Atlético llegó tras una prueba. Con la Selección forma parte de una generación tremenda... bañada en plata. Junto a la valencianista Sandra y otras cracks de la Primera Iberdrola ganaron a las mejores, pero siempre se les resistió la final de la Eurocopa y el Mundial Sub-17 de Costa Rica y en las eurocopas Sub19 de Israel y Eslovaquia.