La Primera Iberdrola regresa con un Sevilla-Valencia enorme, un partido de entrenador y de entrenadora. Un cruce entre la sombra del pasado, los cimientos del presente y la ilusión del futuro en la que las futbolistas tienen todo que decir. Algo importante se está gestando en el equipo e Irene Ferreras habla a puro fútbol: origen, visión, liderazgos y exigencia

¿De dónde viene tanta pasión por el fútbol?

Mi padre es futbolero. Me inculcó la pasión por el deporte, aunque nunca lo practicó a nivel profesional. Siempre con libertad para elegir lo que quisieramos. Me dio un balón y ahí empezó todo.

Primero jugadora, luego entrenadora... lo llevas dentro.

Encaminé mi carrera profesional a las ciencias del deporte. Quería algo dirigido al rendimiento, aunque no tenía claro a qué exactamente. Luego llega la lesión que me obliga dejar la practica deportiva... era una jugadora que disfrutaba dentro del vestuario, disfrutaba mucho gestionando los recursos humanos, ayudando a los entrenadores. En ese sentido, era un poco su apoyo. Siempre me he vinculado con lo que pasa en un partido, incluso extrapolándolo a situaciones de la vida real.

Se nota que es muy vocacional.

Empiezas a dar pasos y no sabes bien hasta dónde vas a llegar... Soy una persona muy metódica, bastante obsesiva con el detalle, disfruto del trabajo, siento que hago lo que me gusta. Mi objetivo era dedicarme a esto y puedo decir que soy entrenadora, que vivo de ello, que todo el esfuerzo que hago tiene recompensa a final de mes.

Llama la atención: empezaste a jugar de central y un día te pones los guantes porque faltó la portera.

Siempre he sido de retos y hacía mucho deporte, de hecho, no pude jugar a fútbol un par de años porque al acabar alevines no podías jugar con chicos y me lancé al baloncesto. Al fútbol empecé jugando de central, pero tampoco es que quisiera... era alta, contundente, rápida y tenía facilidad en la salida de balón. Por necesidades, al equipo le faltó portera y probé. Le dije al entrenador de trabajar en los entrenamientos, para que no me pillase sin preparar. Me gustó mucho la sensación. En el fútbol femenino había carencia y era una posición muy diferencial. Empecé tarde, a los quince o dieciséis años. Hoy, con esa edad, sería tarde, estamos en un punto donde una alevín ya va a tecnificación.

No es una posición cualquiera, dicen. Requiere un carácter especial.

Me hizo crecer mucho, porque era un puesto de mucha exposición. Al principio pasé por una fase buena, la gente aplaude todo lo que haces. Luego sientes la responsabilidad de tener que hacerlo bien y tus errores son visibles. Aprendí a gestionar carencias a nivel emocional, me hizo superar miedos a nivel psicológico. Los primeros años lo pasaba mal porque tenía miedo a fallar. Poco a poco fui madurando, me sentía muy líder en el campo y sentía que el equipo estaba tranquilo conmigo.

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Cara a cara con... Irene Ferreras

Cara a cara con... Irene Ferreras

Ya eras un 'poco' entrenadora.

Radiaba los partidos desde el banquillo, era la típica pesada que no dejaba al grupo desconectarse en ningún momento, entendía lo que necesitaba el equipo, siempre concentrada... eso me dio cierta experiencia, herramientas para poder gestionar un vestuario por dentro, me ayudó a saber qué tipo de futbolistas quiero para liderar el vestuario o qué valores quiero fomentar.

El grupo es esencial, algo que todo el mundo destaca en tu abecé.

Soy muy de valores, siempre los he priorizado. Los resultados pueden venir bien o mal, pero tú no influyes tanto en el marcador, donde sí eres influyente es en la gente, en que al pensar en ti digan: 'Mira lo que nos ha aportado a nivel humano y a nivel futbolístico'. Siempre he sido de preocuparme por todo el mundo, de no permitir cosas que consideraba insanas para el grupo.

Por tu forma de dirigir y trabajar está claro que el juego te interesa.

El juego es algo que me apasiona. Intento saber por qué pasan las cosas, romper con los típicos convencionalismos que nos han dicho toda la vida. Sobre todo, para estar a la altura de lo que las jugadoras exigen. Hoy en día, las futbolistas están mucho más preparadas, saben cuándo un entrenador no está dando soluciones y cuándo sí. Eso es lo más importante. Cuándo preguntas a una jugadora y siente que lo que estamos haciendo tiene un sentido, si siente que siguiendo esa línea tenemos más probabilidades de que las cosas salgan bien, yo estoy tranquila. Evidentemente necesitamos ganar para que el proyecto perdure, pero es algo que intento que no me obsesione.

Imagino que colgar los guantes con 25 años no fue nada fácil.

Tuve que superar una fase de aclimatación. Toda mi vida era Irene jugadora y tuve que perder esa identidad, tenía que ser Irene y ya está. En el barrio me reconocían, jugaba en el Rayo, en el Atleti, te queda un vacío importante. Tuve que buscar ese sentido a la vida porque todo giraba en torno al fútbol. Vas a estudiar pero entrenas, juegas y tu círculo afectivo se genera en torno al fútbol. Es complicado. Los dos últimos años fueron con dolor (en la espalda), una lucha de quiero y no puedo.

Entiendo que fue duro y que también hubo liberación en el proceso.

Tenía expectativas altas y no me sentía a buen nivel, no al que me hubiera gustado para seguir en primera división, no el que yo me exijo. Además, coincidió con una época muy buena de Alicia en la portería y era difícil quitarle el puesto. Era una frustración: quería cumplir mi sueño, pero veía que cada vez estaba más lejos. Psicológicamente también me hacia daño. Cuando deje el fútbol, una parte de mí respiró y dijo: 'Hasta aquí hemos llegado'. Me dio mucha pena porque era muy pronto. Con 18 años estaba en el Rayo, ganando todo, en tu cabeza te ves en clubes de Primera teniendo éxito... Siempre he sido muy ambiciosa, pero la historia fue diferente y ya está. Tampoco busco una explicación o me lamento en exceso.

También te permitió poner el foco en tu carrera como entrenadora, muy joven, además.

Mi padre me ha enseñado que no hay mal que por bien no venga. Al año siguiente estaba entrenando en Segunda. En la plantilla había jugadoras más mayores que yo. Era otra faceta diferente. Piensas que mereces cosas por el hecho de entrenar bien y no. Me di cuenta de que el fútbol no funciona así, de que no hay relación causa-efecto. Tienes que estar tranquilo sabiendo el trabajo que haces. Aprendí que puedes poner todo lo que está en tu mano y controlar todo lo controlable, pero el fútbol manda. Es así de maravilloso.

Te formaste desde bien pronto.

Con 18 años ya estaba entrenando a equipos de fútbol base. Era una especie de hobby y disfruté muchísimo de esa etapa formativa. Al principio, cuándo uno sabe poco se cree que lo sabe todo. Luego descubres que es esto es infinito... ahora tengo más dudas que cuando empecé. Pensaba que el fútbol se resumía en 15 ejercicios de libreta y en decir las cuatro frases que me habían repetido siempre. Avanzas y te das cuenta de que hay muchas cosas por mejorar, que no sabes nada. Nos dedicamos a opinar de todo y hay que respetar a la gente que está realmente preparada. Me volví muy prudente. Me fui sacando los cursos de entrenadora y me fue bien, me sentía valorada y eso me animó a desarrollar una parte didáctica propia. Cuando acabó mi estapa como jugadora le fui dando una dirección más profesional. Me enganchó. Te quedas con las personas, con las experiencias, buenas y malas. Son tantas cosas... Hay pocos trabajos en el mundo que te puedan reconfortar así.

Con sólo 30 años, ¿no te asusta que todo vaya tan rápido?

Según vas cogiendo equipos con más nivel vas gestionando la presión. Hay que conocerse para saber si estas capacitada para esto. Yo no sé si voy a ser entrenadora mañana. Ahora mismo quiero, pero a lo mejor llego a un punto en el que me canso. No sé si estoy preparada para tener una repercusión importante.

¿Quién es tu referencia?

Soy muy de Guardiola. Me siento muy identificada con su forma de entender el fútbol. Todo tiene un sentido, empezando desde atrás. Es una manera de jugar que necesita mucho trabajo... No intento copiarle, pero es una referencia. Luego vas construyendo tu metodología.

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Irene Ferreras se identifica con Pep Guardiola como entrenadora

Irene Ferreras se identifica con Pep Guardiola como entrenadora

Viendo al Valencia CF, se nota.

Me gusta mucho el juego de posición, pero si tengo que jugar a la contra, juego. Hoy en día, el objetivo es ser completos. Soy consciente de que mi equipo no va a poder someter al rival los 90 minutos.

Es un estilo de juego que implica riegos, que también te expone.

La gente no sabe que esa central no se está quitando el balón de encima, que juega con sentido y con intención, que va a dar el pase cuando tenga que dar el pase. Qué a lo mejor tiene que circular más rápido, pues mejoraremos en eso. Es una manera de jugar que no sale de la noche a la mañana, que requiere tiempo. ¿Podría ser más resultadista? Esto no es echar una moneda al aire a ver qué pasa. Si sale mal, me tendré que ir, pero con lo que yo crea.

¿Por qué el Valencia?

Fue curioso porque yo estaba a punto de firmar por un club de Reto Iberdrola. Siempre he sido de seguir mis instintos, dejé el Rayo porque sentía que no podía aportar. Venía muy quemada del año anterior. No me daba miedo bajar de categoría. Había profesionales que me decían que era dar un paso atrás, pero dar un paso atrás, para mí, es acomodarse, que las cosas salgan solas. Donde voy, me dejo el alma y eso es lo que me hace crecer. Tuve otra oferta de Primera que tampoco me convencía y encontré un proyecto, un contexto, en el que me valoraban, sentía que me iban a dejar trabajar. Eso es lo importante. Y, cuando ya estaba todo más o menos cerrado, apareció el Valencia CF. Por como soy, en un principio, me dio pena... pero mi padre me dijo que tenía que pensar en mí, que era mi sueño cumplido.

Una temporada en el Rayo y salto, como entrenadora revelación.

Lo que se vio fueron buenos resultados, pero en el arranque de temporada todo pintaba muy mal. Me vi en pretemporada entrenando con muchas jugadoras que había tenido el año anterior, en el filial. Perdimos dos torneos contra rivales de Nacional y la gente pensaba: 'Esto no lo sostenía nadie'. La cabeza es todo, consigues un buen resultado, te da confianza y te empiezan a salir las cosas.

El Valencia... es otra dimensión.

El salto de calidad ha sido tremendo, en el día a día, en los horarios, en jugadoras dedicadas al cien por cien, claro que lo compaginan con estudios, pero yo trabajaba con chicas que salían a las siete de la tarde de currar y a veces me decían que no llegaban. Par mí, esas jugadoras eran heroínas, las veías competir en Primera y decías: 'Es que van como un tiro'. Aquí estoy disfrutando de todo. Soy consciente de la presión, el cambio me generó cierto temor, pero cuando das pasos adelante es muy difícil no sentir vértigo. ¿Qué es que no me salgan bien las cosas? Qué me echen en la jornada 10. Bueno, pues ya he vivido diez jornadas en el Valencia CF.

Todas las jugadores hablan bien del trabajo del cuerpo técnico e insisten en la fuerza de tu liderazgo.

Sé que si propongo una idea, van a cumplirla a rajatabla. Me siento muy respetada por todas, desde el primer día no me han juzgado y vienen a disfrutar. Sería difícil encontrar un vestuario en el que me sintiera tan bien. Eso es una maravilla para una entrenadora. Podría decir que tengo buen feeling con todas y eso es muy complicado. Siento que les aporto y ellas a mí, que vamos en una misma dirección, luchando y puliendo cosas.

La sección venía de un par de años difíciles, esa 'herencia' persiste.

Ese es, un poco, nuestro talón de Aquiles. Yo no he llegado aquí y eso no ha cambiado... Hay muchas cosas que siguen ahí. Perdemos más puntos por miedos que por capacidad y es así. Todo el cuerpo técnico está al servicio de las jugaderas para intentar dar en la tecla y, sobre todo, para generar ese carácter competitivo. Soy coherente con lo que este equipo es a día de hoy. Aunque tengamos jugadoras muy buenas con balón, necesitan ganar confianza, experiencias que refuercen sus capacidades. Eso no se consigue de la noche a la mañana.

La sensación es que la marcha de Cristian Toro dejó un vacío que no se ha recuperado.

Eso se ve, hay momentos de partidos muy buenos y otros en los que nos venimos abajo, que hay dudas. La cabeza lo es todo. He encontrado jugadoras con carácter y ganas de cambiar. Sé que hay una comparativa importante con el trabajo de Cristian (Toro), un gran entrenador, del que todas las jugadoras hablan maravillas, pero tienen que pasar página. Este equipo necesita mirar más al crecimiento personal que a los resultados. Hoy, perdemos partidos porque no hay madurez suficiente para estar pensando en ser terceras o cuartas.

En una liga donde muchos equipos trabajan hasta que aparece un error, el Valencia siempre propone.

Creo que tienen esa capacidad... No creo en imponer. Para que el balón llegue en condiciones de remate al ataque hay que generar superioridades desde el principio. Sino, pasamos a depender de una genialidad, de alguien potente arriba, de cederle el balón al rival. Nos vamos a encontrar rivales replegados y que nos van a esperar, pero hay que tener paciencia para encontrar espacios.

Como sucedió ante el Sporting...

Habrá partidos donde matizar cosas. En Huelva, por ejemplo, sabes perfectamente que no vas a poder jugar un fútbol vistoso, porque el adversario no te permite jugar a eso y porque tu no tienes la capacidad suficiente para decir: 'El balón es mío y vas a jugar a nuestra merced'. Hoy, no somos el Barça y hay jugadoras en crecimiento. Estamos asumiendo riesgos en última línea con jugadoras muy jóvenes, que están aprendiendo lo que es una línea de tres. Viola no es central, hace muchas cosas bien, pero se nota que no ha tenido experiencias suficientes. Estamos poniendo los cimientos.

La sensación es que seréis mejor equipo en la segunda vuelta.

El equipo tiene muchas posibilidades y margen de mejora, pero convivimos con la prisa y el resultado. Tenemos a Carol que es vertical entre líneas, que tiene un buen último pase, que genera desequilibrio en conducción. Tenemos un jugadora como Mapi, que te sujeta el balón, que sabe interpretar cuándo hay que quedárselo o cuándo jugar de cara... creo que también hacemos daño en situaciones de segunda línea por fuera. Cuando las cosas no van bien por el resultado se pierde creencia en el estilo, en lo que haces, hay críticas, dudas y ahí es donde más fuertes nos tenemos que hacer.

El tiempo es un gran enemigo.

Creo que club y cuerpo técnico vamos de la mano. Queremos que el equipo represente lo que queremos ser. Lo que no se pude perder mientras es la ambición. No me han exigido una clasificación. No trabajo en base a eso, sino no estaría haciendo las cosas como las hago.

Es todo muy nuevo, estáis dentro de ese proceso de automatización.

Somos tremendamente obsesivos con cada pequeño detalle, somos conscientes de que nuestra manera de jugar requiere de muchísima interpretación. Estamos en ese punto en el que intentas escenificar algo y no te sale natural porque no lo tienes asimilado por completo.

El equipo está pagando ese peaje.

Sí, eso se nota. No perdemos por jugar mal, sino por falta de experiencia, por no saber interpretar lo que necesita el partido. Tenemos jugadoras que se están haciendo a la categoría. Nos ganó el Sporting de Huelva y, sobre la mesa, los proyectos están a años luz. Vamos a aprender a base de estos palos.

También ha faltado continuidad en el equipo, en los onces.

La gente entiende que las más competitivas son siempre la mismas y yo entiendo que eso depende del rival, del plan de partido, de las circunstancias de la semana. Es una cuestión de mensaje al vestuario. Yo no puedo depender de una jugadora que no ha podido entrenar. A lo mejor, lo puedo hacer con Mapi, pero tiene 31 años y soy yo la que le dice 'baja el ritmo porque te quiero el domingo bien'. No considero que tratar a todos por igual sea lo idóneo. La equidad es lo importante. Una necesita una cosa y otras, otra.

Ha habido jornadas donde podías haber optado por otro tipo de solución y has apostado por las jóvenes.

Creo que tenemos que ser adaptativos ante las circunstancias. Si me lamento por no tener a Mandy o Nicart, igual no me concentro en que Jiménez, Ortiz, Cubedo o Berta se fogueen y entonces no estaría haciendo bien mi trabajo. No pongo excusas, con las que tengamos iremos para adelante, pero tienen que ser conscientes también de que están en un club muy importante, que son unas privilegiadas y que la exigencia es máxima.

Tener jugadoras como Mari Paz, Gio o Gaitán es una garantía.

Tenemos cuatro capitanas que son fundamentales dentro de sus diferencias. Cuando se complementan representan un núcleo importante. Se tiene que dar un trabajo desde dentro y que ellas se responsabilicen de lo que tienen que dar. Esto no va de que llegue una persona, todos los días, a decir 'venga venga', porque nos desgastamos y esto no va a ningún lugar.

¿Cómo llegáis a Sevilla?

Hemos puesto el modo curro máximo para exigir cosas a nivel individual y tener un más de solidez. El equipo tiene que conseguir regularidad, sin altibajos emocionales.

Huelga y convenio

La clave para resolver el convenio está en ir todos de la mano.

Después de llegar a este punto sería un error separar caminos. Estoy con las jugadoras, pero si vamos a fomentar el crecimiento de esto, vamos a hacerlo en todo. ¿Cuántas fichas hay de gente con un contrato lamentable o sin cobrar un duro?

¿Dónde está el salto del fútbol femenino?

Lo importante está abajo. Nos ponemos a comparar y no hemos tenido ese crecimiento, el fútbol base masculino cuenta con entrenadores que viven para esto cinco días a la semana. Ahora vete al alevín del club femenino que tú quieras e igual no cobra 100 euros al mes. Luego te encuentras con carencias... ¿Queremos ser profesionales? Pues mira abajo, dale recursos a la gente. No veo a ningún entrenador de cierta reputación queriendo ser formador en el fútbol femenino. Hay muchas chicas que quieren practicar el fútbol, pero falta generar proyectos. Aquí, la palabra proyecto no funciona.

¿Estamos ante una Primera Iberdrola de tres escalones?

El Barça está un escalón por encima de todo. El Atlético tiene un carácter meritorio, pero el Barça tiene mejor plantilla. El Atlético ha sabido competir mejor y resistir en los momentos malos. Luego, no hay diferencias, un partido lo iguala un detalle, de cualquier tipo.

¿El Atlético es un ejemplo de cómo forjar un equipo campeón?

Para nosotros, el Atlético es un ejemplo de crecimiento progresivo, ahora pueden traer jugadoras top, pero se ha asentado gracias a una cantera potente. Hay un trabajo importante de Lola Romero y María Vargas, que levantaron un proyecto de la nada, empezaron entrenando en campos de tierra, en un barrio, con mínimos recursos.

¿Te han sorprendido Deportivo y Logroño? Son la sensación.

El Depor por recién ascendido, por identidad. Ahí es donde voy cuando hablo de proyectos. El entrenador lleva bastantes años y el equipo ha asumido el cambio de nivel. Se les ve un bloque hecho en sus mecanismos y han empezado a creer. En el Logroño Gerardo ha generado un cambio tremendo pese al poco tiempo que lleva. Tienen peligro en transiciones y lo complementan con buen trato del balón. Me está gustando mucho por que es muy completo, con recursos de todo tipo. Me gusta lo que transmite el entrenador, se nota que ha calado en el vestuario.

La afición es la otra pata fundamental para el crecimiento del fútbol femenino, en el Puchades siempre hay ambiente.

Estoy disfrutando desde el primer día. Cuando el equipo transmite, la grada ruge y cuando ruge, el equipo va. Evidentemente, si el equipo no transmite nada, tu te cansas de animar, pero siento que hay una buena conexión, creo que he tenido feeling con el valencianista en general. Jugar en el Puchades es una maravilla. Es el tipo de estadio que el fútbol femenino necesita hoy. No es un campo abierto, está recogido y da la sensación de que juegas en casa, te arropan. Estamos siendo fuertes como locales, se nos ha escapado algún resultado, pero el equipo esta dando buenas versiones y está transmitiendo querer.