No siempre la derrota es lo peor y bien vale la Supercopa apócrifa de Rubiales para demostrarlo. Al final, con el dilema en la calle, el Valencia sí que fue a Arabia Saudí, pero realmente no estuvo. Habría que retroceder hasta el 5-2 en el Camp Nou, con el cadáver de Marcelino caliente, para dar con otra actuación igual de espantosa. En el peor partido con diferencia desde que el técnico llegó al banquillo, los de Celades no comparecieron en casi ningún momento y cuando lo hicieron si acaso fue para cometer errores de patio de colegio como el del gol olímpico que metió Kroos. Irreconocibles y fuera de sitio, no hubo rastro de la versión de los últimos tiempos ni en lo futbolístico ni en lo anímico. Sin ninguno de sus delanteros titulares, los dos fuera por lesión, Zidane y Celades lo fiaron todo a sus centrocampistas y en ese contexto los del Madrid impusieron una dictadura.

La triste puesta en escena del Valencia, aunque de forma involuntaria, le hizo justicia a la infamia orquestada por la Federación. Todo fue mucho peor de lo que se temía en el King Abdullah de Yeda, donde las imágenes del presidente en un sillón rodeado de jeques llegaban con el sonido ambiente de los abucheos que los oriundos proferían desde la grada. El campeón de Copa, doblemente apartado de Mestalla y de su legítima final, vagando por el campo como alma en pena ante un rival ovacionado cuando estaba allí por el morro. Por si quedaban dudas de hasta qué punto para la Federación lo primero aquí ha sido el plin caja.

Superados por las circunstancias, nadie tuvo el día. Incluido Celades, quien pese a su costumbre de lidiar con las bajas se atragantó con la de Rodrigo. A diferencia del cambio de cromos al que se limitó Zidane para cubrir el vacío de Benzema, el Valencia cambió de plan y le salió mal. La sombra del internacional, el mejor conector de la plantilla, acabó siendo no alargada sino insoportable. A Gameiro, sin opciones de tirar carreras en transición, le faltó cuajo, mientras que cuando el añorado Maxi Gómez entró ya era tarde. Más allá de Parejo, ofensivamente el Valencia gravita alrededor de Rodrigo y sin él, como la manzana de Newton, todo se cayó por su propio peso. Los primeros disparos entre palos, incluido el penalti, llegaron en plena intrascendencia.

Al margen de los goles, definitivos para terminar con la moral de la tropa, lo visto tampoco fue demasiado distinto a la primera parte de Mestalla. Sin embargo, pese a los videos para corregir errores, el Valencia se sintió mucho más incómodo ante el agobio y la congestión de la medular. Juntar a Coquelin y Kondogbia de inicio volvió a salir rana. En la fase ofensiva, con 4-2-3-1, el atasco fue total. Y en la defensiva, tirando al 4-5-1, aunque los extremos se metiesen para adentro, el Real Madrid siempre sabía cómo acularlos.

Por más que el guión del partido no pillase de nuevas, lo que nadie se esperaba es que nada más empezar el rodaje el Valencia se tragara un gol de parvulitos. Jaume, el gran día de su reconfirmación, hizo el pardillo. No fue el único culpable. Kroos, con una precisión excepcional, pilló en un renuncio al portero, enfrascado en protestar el córner. Sin embargo, eran más los que no estaban donde tocaba. Ni en el primer palo ni cubriendo un posible saque en corto.

Agradecido por el regalo, fundamental para que se le allanara el camino, en los momentos decisivos el Madrid tiró de pegada y a la media hora prácticamente ya no quedaba partido. El Valencia se quedó clavado y tampoco desde el banquillo llegaron remedios. Tras una internada en el área del omnipresente Valverde, Isco aprovechó el rechace del tiro en primera instancia de Modric para hacer el segundo mientras que el tercero, obra ya directamente del croata casi que a placer, no llegó antes del descanso de puro milagro.

Después de un primer tiempo en el que sólo Gameiro retó a Courtois, el Valencia se plantó en el descanso grogui. Un estado de ánimo que ya no variaría cuando el intento de Ferran en punta también hizo aguas. Antes de eso, para más inri, el VAR había chequeado una carga en el área de Kroos, pero a Gil Manzano no se le vio por la labor de aguar la fiesta de Rubiales. El Madrid se gustaba, al Valencia se le disolvía el balón en los pies y Rubiales celebraba el negocio.

Ficha técnica:

Valencia CF: Doménech; Wass, Garay, Gabriel, Gayá; Coquelin, Kondogbia (Maxi Gómez, min.57), Parejo, Soler, Ferran Torres; y Gameiro (Cheryshev, min.70).

Real Madrid: Courtois; Carvajal, Varane, Ramos, Mendy (Marcelo, min.71); Valverde, Casemiro, Kroos, Modric (James, min.77), Isco; y Jovic (Mariano, min.82).

Goles:

0 - 1, min.16, Kroos.

0 - 2, min.39, Isco.

0 - 3, min.66, Modric.

1 - 3, min.92, Parejo, de penalti.

Árbitro: Gil Manzano (C.Extremeño). Amonestó con tarjeta amarilla a Casemiro (min,87) en el Real Madrid.

Estadio: Rey Abdullah. 40.877 espectadores.