8 de abril de 2010. El ya derruido Vicente Calderón. Es la vuelta de los cuartos de final de la renovada Europa League. La eliminatoria está empatada a falta de cuatro minutos del final. Un gol clasifica al Valencia de Unai Emery para las semifinales europeas. Vicente Rodríguez arranca por su banda izquierda y pone un centro al corazón del área. Allí emerge por encima de todos la figura gigante de Nikola Zigic. El serbio le gana la posición a Juanito. De Gea está vendido bajo palos. Va a ser gol. Zigic se dispone a rematar de cabeza. Es gol.

En ese momento Juanito le agarra. Se cuelga por delante y por detrás del serbio para que no remate. Zigic cae derribado dentro del área. Es falta. Es penalti. Clama al cielo. Lo ha visto toda Europa. Los jugadores se vuelven locos pidiendo penalti con las caras desencajadas. La indignación es máxima. No se lo creen. El árbitro es Florian Meyer. Es imposible que no lo haya visto. Ni el alemán ni los otros cinco árbitros que están en el campo. Por aquel entonces la UEFA colocaba dos jueces de gol en la línea de fondo. ¿Tampoco ellos lo vieron? ¿Para qué servían? Para nada. El VAR ni existía, aunque daba igual. No hacía falta. Fue tan claro que se vio en directo. A la primera.

La jugada dejó hasta pruebas del crimen. Zigic tenía rota la camiseta. Tenía un agujero a la altura del pecho. Se la enseñó al germano, pero de nada sirvió. ¡Qué escándalo! Los árbitros se hacían los locos. La herida se hacía más grande al ver las imágenes repetidas por la televisión. Era incomprensible que nadie lo hubiera visto. Daba rabia. Impotencia. Incredulidad. Sospecha. Mucha. Tanta que los jugadores ya no pudieron centrarse para jugar los últimos minutos. Estaban indignados. Completamente fuera de sí.

Emery fue expulsado por llamar «caradura» al árbitro. «Se le caerá la carca de vergüenza cuando vea la jugada», dijo luego ya en 'frío' en rueda de prensa. Al mismo tiempo al cuatro árbitro se le escapaba una sonrisa. Era el colmo. Ya en el túnel de vestuarios los empleados de la UEFA se disculpaban -«sorry»- con los valencianistas. Ya dentro el árbitro debió sentirse tan avergonzado que no incluyó en el acta ninguno de los insultos recibidos al final del partido. En zona mixta el actual director deportivo César Sánchez no se mordía la lengua: «El año que viene no traeré reloj por si también me lo roban».Juanito lo reconoció años más tarde

Fue tan clamoroso que años después el propio Juanito reconoció el penalti en un gesto que le honraba. «Sería engañarme a mí mismo decir que no fue penalti. Lo cogí por delante y por detrás. Lo agarré, fue una jugada bastante clara. No fue tan fuerte para que se rompiera la camiseta, aunque hay vídeos en los que se ve claramente y no voy a negarlo. La eliminatoria quedó marcada por esa jugada. El árbitro que está junto a la portería lo vio mejor que nadie, pero ninguno se quiso mojar», se quejaba. «Nos benefició, cuando vi que iba a marcar fue lo primero que se me ocurrió, estaba a un metro de la línea de gol. Preferí jugármela al penalti a que marcara».

Allí murió la Europa League de Villa, Silva y Mata. Era su año. Después de la Copa en España tocaba en Europa. Allí también murió la semifinales contra el Liverpool de Rafa Benítez. Aquella jugada marcó la vida de Zigic -no hay quien no le recuerde el penali- y pasó a la historia negra del club. Hasta las generaciones más jóvenes de valencianistas que no la vivieron saben de ella. Aún duele.