El Valencia CF regresó de Granada sin poder colarse de lleno, nuevamente, en la lucha por una plaza de Europa League. A la espera de lo puedan hacer en esta jornada 34 sus rivales directos, el acierto goleador que reclamaba Voro en las horas al duelo en el Nuevo Los Cármenes no bastó para romper la alarmante serie de partidos sin ganar. Tres derrotas y un empate desde que el 21 de junio, todavía con Celades en el banquillo, los blanquinegros sumasen contra Osasuna (2-0) su única victoria en esta Liga poscuarentena.

El entrenador interino del Valencia se quejaba el viernes de la falta de puntería en la derrota frente al Athletic (0-2), reclamando un favor de la fortuna en el remate que en Granada sí salvó a los valencianistas de otra quema. La efectividad, dos goles gracias a cuatro disparos, tres entre palos, igualó un partido en el que el Granada superó tácticamente a los de Voro. Ese acierto goleador, sin embargo, no pudo borrar las carencias que a lo largo de toda la temporada persiguen al equipo. La fragilidad defensiva, no solo en la línea de cuatro, sino en cada uno de los rincones del terreno donde, salvo alguna honrosa excepción táctica como la de Carlos Soler, casi siempre un adversario sale victorioso en un duelo o un balón dividido.

Carlos Fernández dinamitó un centro del campo del Valencia, zona en la que los partidos y el hastío de una temporada para olvidar desde el verano pesan demasiado en las piernas de hombres clave en un pasado reciente como Parejo o Coquelin. El capitán perdió la frescura con el confinamiento y al francés las lesiones musculares le han apartado esta temporada de su mejor cara en el centro del campo. Lo dicho, apoyado por el dinamismo de Machís, las paredes de Soldado y con Yangel Herrera como lugarteniente, Carlos Fernández rompió las líneas visitantes en los espacios existentes entre los centrales, Mangala y Paulista, y los citados mediocentros. Los goles en contra no cayeron antes gracias a las intervenciones de Cillessen, que se confirma como la mejor noticia del Valencia poscuarentena.

Manu Vallejo, certero por coraje y voluntad, y el obús de Guedes acabaron con una sequía de tres partidos sin hacer goles. Acierto, acciones esporádicas en un conjunto sin juego colectivo ni desequilibrio en los extremos. Puntería y un portero inspirado solo sirven a esos equipos capaces de cerrarse en defensa, una virtud que el Valencia ha ido perdiendo de modo progresivo a lo largo de este curso 19/20 para el olvido. Con los dos de Granada, el equipo aumenta la losa de goles en contra hasta el medio centenar en la Liga. 70 en todas las competiciones tras 46 partidos jugados.