La idea de Rufete era otra, muy distinta. Cuando decidió cortar con Abelardo y tomar las riendas del Espanyol Lo hizo por responsabilidad, incluso con la mente puesta ya en el futuro proyecto 2020/21, consciente de que lo tenía muy difícil, de que la permanencia en Primera dependía de un final perfecto, sin margen para el error. Fue a por el milagro y lo hizo reforzando la confianza en la capacidad competitiva de sus futbolistas, consciente de sus puntos fuertes y de todas las grietas, de todo lo que ha sufrido la plantilla esta temporada. Rufete se puso en el foco. Hubiera sido mucho más cómodo esperar, pero el director deportivo decidió dar un paso al frente. Sorprendió, porque no se había detectado ningún problema con Abelardo (que estaba dirigiendo en un contexto similar), pero el fútbol le obligó a ser valiente, una vez más le ha tocado subirse al tejado para intentar arreglarlo.

El vínculo emocional con el Espanyol es potente y más todavía después de perder la categoría (tras más de dos decadas después), pero en la encrucijada vuelve a aparecer el Valencia CF.

La Academia y Meriton

Rufete fue la apuesta de Salvo para dar una nueva dimensión al fútbol de cantera del Valencia CF. Su visión, su sensibilidad y su capacidad para organizar (captar, formar, promocionar, lanzar) y detectar el talento llamaron la atención. Tras la ruptura con Braulio Vázquez, Salvo rearmó la dirección deportiva de la mano de la dupla Roberto Fabián Ayala-Rufete, aunque con el de Benejúzar como primer espada. Personalidad, conocimiento de la idiosincrasia del club, panorama. Una de sus decisiones más potentes fue contratar a Juan Antonio Pizzi como entrenador, cuya llegada reactivó un equipo hundido y estuvo cerca de cristalizar en una final de Europa League, con aquella célebre revolución de invierno que trajo refuerzos como Seydou Keita y sirvió para atar a Nico Otamendi. En verano firmaron a Rodrigo De Paul, pero se produjo el primer episodio de desencuentro con Meriton, que impuso a Nuno para el banquillo.

La historia es conocida, desde el inicio al triste desenlace final con Imbula y Rodrigo Caio de por medio. Rufete es un tipo capaz de sumar para la UD Ibiza de Salvo por fidelidad y devoción por el fútbol, capaz de entrenar en Tercera División y embarrarse en uno de los objetivos más complejos del fútbol: los play-offs de ascenso.

Can Misses-RCDE Stadium

Toda esa experiencia es importante para entender el Rufete de hoy. En todo este proceso de maduración como entrenador-director deportivo ha tocado muchos palos y ha tratado con todo tipo de dirigentes, en todo tipo de categorías, circustancias y entramados directivos, en el Espanyol torea con Chen YanshengTomar la iniciativa

Tener peso en las decisiones no es sencillo, pero Rufete ha hecho sentir su capacidad para tomar la iniciativa en los momentos críticos. Como entrenador interino ha dirigido cinco partidos y los ha perdido todos, ha buscado soluciones sin éxito desde la jornada 32: Real Madrid (al que llevó al límite dejando buena imagen, 0-1), Real Sociedad, Leganés, Barça y Eibar. Rufete contaba con hacer algo más, algo... Sabía que el descenso podía caer con él y así ha sido. En un año ha pasado de la Europa Legue (con EuropaRubi. Se han cometido errores, se marcharon futbolistas determinantes (como Borja Iglesias no funcionaron la primera remesa de fichajes, tampoco cuajó el míster David Gallego, Raúl De Tomás produjo un giro grande, pero insuficiente. Casi siempre han pesado más los defectos. El Valencia ha pasado de la Champions. Ya lo ha hecho como director deportivo, pero Rufete se enfrenta por primera vez al Valencia desde el baquillo. Encrucijada, pero con menos tensión de la que hubieran querido las partes implicadas.