Las respuestas del Valencia a cada estímulo negativo sobre el campo, esa vida extra con la que escapa de la derrota pasando por encima de los merecimientos, abren la puerta a la reflexión. Más allá de la evidencia de que el equipo de Javi Gracia anda sobrado de corazón y orgullo, nacen las preguntas: ¿es el técnico el responsable principal de que, pese a tanto esfuerzo, un club de la dimensión del de Mestalla esté mucho más cerca del colista que del líder? ¿Qué porcentaje de la culpa recae sobre el máximo accionista, Peter Lim en uno de los peores arranques de temporada de la historia?

Precisamente el viernes, en la rueda de prensa previa al Valencia-Athletic, Gracia prefirió no entrar a profundizar en una cuestión similar formulada por uno de los periodistas. ¿Si hoy su equipo está lejos de los niveles de rendimiento que usted desearía, en qué medida esto sería consecuencia de los conflictos y ausencia de fichajes vividos el pasado verano? «Cualquier cosa que yo diga va a sonar a excusa. Cada uno que valore en qué puede o no influir todo ese tipo de cosas. Yo estoy centrado en el presente y en tratar de mejorar el rendimiento. No hay un equipo en la Liga que mantenga un nivel alto en todas las competiciones, quizá, el Atlético, la Real... el resto tenemos muchas cosas que mejorar por la altura en la que estamos y por los condicionantes de cada uno. Esas valoraciones las dejo para vosotros...», dijo.

Hasta ahora, la realidad de la situación ha demostrado que, mejor asentados los conceptos defensivos, al Valencia le está faltando fútbol para transformar todo el trabajo colectivo en victorias. Carlos Soler se está comportando como el mejor jugador blanquinegro en las 13 primeras jornadas. Ahí está su protagonismo. Aparte de los cinco goles fruto de lanzamientos de penalti, el valenciano se ha adueñado con éxito de las acciones a balón parado, con las que sirvió los goles en el área de Guillamón y Vallejo, o ha liderado los buenos momentos del equipo en campo rival como en la segunda parte de Elche.

Sin embargo, el problema radica en que el tiempo del Valencia en campo contrario ha sido muy escaso. Un simple vistazo a las estadísticas de creación de juego -en comparativa con las del equipo de la campaña 2019/20- muestra todo el peso perdido en la elaboración ofensiva sin ningún fichaje que compensara las salidas de futbolistas clave en la transición al ataque con la pelota. Desde un central con la visión de Ezequiel Garay hasta las múltiples conexiones de Rodrigo con el medio y las bandas o el desborde de Ferran Torres, pasando por la organización de Dani Parejo con el apoyo a su lado de Coquelin o Kondogbia.

Adiós a seis jugadores vitales en la construcción de juego

Sin ninguno de ellos el flujo de juego ha bajado drásticamente. Solo Guillamón (10.3) y Gabriel Paulista (9.6) se acercan a la media de pases completados por partido en campo rival de Garay (11.7). Pero la diferencia se agrava sin la figura de un especialista como Parejo. El '10' de Coslada, al que Lim prácticamente regaló al Villarreal, garantizaba 32.9 pases por partido en terreno enemigo. Hoy, claramente, el hombre más eficaz en esta faceta es Soler (19.7) con una precisión del 74%. Pero necesita ayudas. Apoyos y aliados para acercar el balón a los delanteros. Racic (9.5), por ejemplo, se mueve en cifras inferiores en este sentido a los galos Coquelin y Kondogbia.

El Valencia de Gracia necesita un plus creativo de jugadores como Guedes, lejos del desborde efectivo al que llegó el año pasado Ferran, Gameiro y Kang In, quien en los minutos que ha tenido funcionó como asistente y generador de peligro, aunque debe dar un salto significativo para ofrecer todo lo que aportaba Rodrigo en campo rival.