Voro, del larguero de Quique al fuego del banquillo

El vínculo del actual técnico con el Valencia se extiende desde aquel niño de l'Alcúdia en las celebraciones de la Liga del 71 al entrenador de las siete veces

Voro, del larguero de Quique al fuego del banquillo

Voro, del larguero de Quique al fuego del banquillo

Pascu Calabuig

Pascu Calabuig

Dicen que la historia se repite, y así ha sido en el caso de Voro González hasta en siete ocasiones. Esta es la séptima vez que el exjugador de l'Alcúdia coge las riendas del banquillo del Valencia CF desde su estreno sustituyendo a Ronald Koeman en abril de 2008. Ya han pasado 13 años de aquel cuento de terror vivido por el valencianismo, que guarda similitudes con el presente. Juan Soler le encargó mantener la categoría con cinco jornadas por delante. Casi como ahora, con una jornada menos para el final y un propietario cuestionado.

Voro lo logró. El Valencia de los Villa, Silva, Mata o Joaquín se salvó con cuatro victorias en cinco partidos, aunque entre medias el 6-0 encajado en el Camp Nou inquietó a todos hasta que, tres días más tarde, un gol de Silva en la jornada 36 trajo la calma de la permanencia en Mestalla a costa de condenar al Real Zaragoza. Tiempo después, el defensa que desayunaba «tornillos», según decía su entrenador, Alfredo Di Stéfano, volvería a apagar los fuegos que se habían avivado con entrenadores como Pellegrino, Nuno, Ayestaran, Prandelli o Celades. Esta vez le toca sustituir a Javi Gracia para certificar la continuidad en Primera. Ahora, sigue un extracto del relato sobre Voro que forma parte del libro 'El Valencia CF en el banquillo. 60 entrenadores de leyenda'.

El relato

«... Me dirigía al Instituto para preparar la prueba de acceso a la Universidad que pronto me esperaba. Y, aunque me dé algo de reparo darle tanta importancia entre cuestiones de vida o muerte, a sus fanáticos, el fútbol nos devolvía buena parte de nuestras ilusiones al otro lado de la pantalla del televisor. Sentado en el vagón, ese nuevo amigo que debía acompañarnos a todas partes, la distancia social, no me impedía ver los titulares de la portada del periódico que ojeaba el señor de enfrente.

«España, cerca de los 30.000 fallecidos por el virus», «Rusia tendrá lista una vacuna para septiembre», «València avanza en la desescalada», «Voro entrenará por sexta vez al Valencia CF». Mis sentimientos necesitaban volver a emocionarse, y mi cabeza evadirse por un rato de tanta desgracia. Así que elegí quedarme pensando en mi equipo, dándole vueltas durante el resto del trayecto al enésimo cambio de entrenador. Además, desde hacía más de una década, la solución de emergencia había sido él. Siempre él. Siempre al rescate del Valencia. [...]

Las mismas preguntas me persiguieron antes, durante y después de las clases de aquel lunes: ¿Por qué siempre dice que sí? ¿Por qué nunca dice que no? [...] De vuelta en casa, mientras mis padres veían el informativo de las tres, a mí el asunto seguía atrapándome. Y me sorprendió por qué no me lo había cuestionado nunca. [...]

De repente se me encendió una luz. Vi la ocasión de llamar y acercarme virtualmente al abuelo. [...] Lo necesitaba. Por mucho que las restricciones estaban suavizándose, el sentido común aconsejaba que era mejor así. A sus más de 70 años, la vida activa como periodista le mantenía en contacto con la tecnología. Para él, el descolgar una videollamada por 'Skype' no tenía secretos. [...]

-Paciencia. Lávate las manos, intenta no tocarte la cara y ponte...

-Iaio, Háblame de Voro, ¿por qué ha vuelto a aceptar? Si los periodistas decís una y otra vez que realmente sufre en el banquillo.

-Marc, es fácil. Por amor. Por su valencianía -precisó como antesala a un par de historias que, estoy seguro, sabía por boca del exjugador de l'Alcúdia-. Salva mamó valencianismo desde muy pequeño. Pese a lo difícil que era viajar del pueblo a la ciudad, algunos fines de semana su tío Lino recurría a la furgoneta de su negocio de piensos para llevarlo con los primos a Mestalla. Tendría unos seis años. Y, con siete, en las celebraciones de la Liga del 71, su padre lo subió al larguero de una de las porterías del estadio imitando al mítico portero Quique (leyenda de la Copa del 54)€ ¿Sabes quién es Quique?

-No.

-Pues, esa historia para otro día, amic -fanfarroneó ligeramente...