Si se tomase como unidad de medida el escudo del Valencia CF, el 15,24 % del total sería el equivalente a la cabeza del murciélago o la pelota que domina el centro, el corazón del histórico logo. Traducido al mapa societario actual del Valencia, el dominio de Peter Lim, dueño de 3,05 millones de acciones (84,76%), le permite gobernar con comodidad el club, pero el capital social restante es una fuerza que aunque dispersa, puede complicarle la vida a Meriton Holdings. Del total de 548.426 acciones que no controla la propiedad singapuresa, son necesarias «sólo» 180.000 para vigilar la gestión desde dentro del propio club.

El paisaje del 15,24% es muy amplio, restan millares de pequeños propietarios, con títulos en barbecho, que se resistieron a vender en los febriles tiempos de luchas de poder entre Francisco Roig y Juan Soler en 2004, año en los que se llegaron a pagar a 600 euros la acción, y que han mantenido su fidelidad después del nuevo orden derivado del proceso de venta de 2014.

Hasta el momento, se ha asumido la versión de que esas acciones no tenían ninguna capacidad de influencia. Sin embargo, el poder del 15,24% está por explorar y puede ser un contrapeso fuerte no solo en la fiscalización de la gestión, sino también en la misma toma de decisiones de la entidad. La barrera, ya conocida, está en el 5 % y en esa aventura se ha embarcado desde hace meses Libertad VCF, uno de los grupos más activos y multidisciplinares de todos los colectivos de oposición a Lim.

El poder accionarial del Valencia CF... por partes

El primer paso fue el 1%, un éxito inicial que les permitió acceder al censo de accionistas, acelerando la agrupación de nuevas acciones, e impugnar los acuerdos de las juntas generales, como así demandaron ante los juzgados. El reto definitivo pasa por llegar al 5%, que dotaría a Libertad VCF del derecho de examinar documentación interna, las cuentas económicas , poder de convocatoria de Juntas e incluir en ellas nuevos asuntos del orden del día, solicitar información concreta sobre fichajes y movimientos económicos de envergadura considerable y pedir responsabilidades sociales por la gestión al frente de la institución.

¿Cómo se accede a ese 15,24% con casi 548.426 acciones?

Según ha podido saber SUPER, 55.000 ya están censadas a favor de Libertad VCF. Hay otras 100.000 que son de más difícil acceso. Un poco más de la mitad de ellas (56.432) están a nombre de antiguos grandes accionistas, que de momento no han movido ficha para censar en favor del grupo opositor. En concreto, aún hay 60 accionistas con más de 150 acciones cada uno, así como otros 20 accionistas con más de 500. Y las otras 50.000 están en proceso de herencia, por fallecimientos de sus titulares, por lo que su agrupación es más compleja. De ese modo, quedan aproximadamente 450.000 que son la bolsa en la que Libertad VCF está buceando para ir sumando cuota de poder, alcanzando los 55.000 títulos. Por lo tanto, la búsqueda se limita a un disgregado granero de unas 395.000 acciones.

Son variadas las fórmulas en las que Libertad VCF ha ido sumando adeptos a su causa. Una de las más efectivas ha sido el «puerta a puerta», llamando por teléfono a los accionistas, así como el tour itinerante por varias localidades de la Comunitat Valencia para censar títulos en núcleos con masa social activa y existencia de peñas. Después de empezar en València, la caravana siguió por Sueca, Pinedo, Tavernes Blanques, Sagunt y espera este fin de semana su turno en Llíria y Puçol.

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Una de las principales dificultades con las que ha topado Libertad VCF ha sido la de combatir con didáctica la resignación de muchos abonados, que entienden que su microscópica parcela de propiedad no contribuye a erosionar el poder en el que Lim lleva arrellanado desde 2014, con el 70% inicial, y que aumentó al capitalizar 100 millones de euros procedentes de dos líneas de crédito, hasta alcanzar el 84,76% actual.

El ritmo de agrupación de acciones ha tenido mucha dependencia de factores emocionales y deportivos, muy presentes en un negocio de humor voluble como es el fútbol. Así, cuando el Valencia logró algún triunfo sonado en la pasada campaña, como el 4-1 frente al Real Madrid, las llamadas y correos de accionistas descendían en picado. Y, por contra, si el equipo entrenado por Javi Gracia y con posterioridad por Voro caía derrotado de forma rotunda, el ritmo de agrupación se multiplicaba. Asimismo, también se experimentaban subidas considerables si el presidente valencianista Anil Murthy vertía algunas de sus contradictorias declaraciones.