En un horario digno de las viejas y felices veladas del trofeo Naranja de los años 70 y 80, que acababan a medianoche como un cine de verano al aire libre, el Valencia de José Bordalás tratará ante un necesitado Deportivo Alavés de apuntalar sus intenciones clasificatorias, su idea de empezar el año acelerando al máximo, como si fuese el esprint final y no solo el inicio. Con la misma intensidad que en el estreno ante el Getafe o el desplazamiento a Granada, cuando al minuto y medio de juego Cheryshev ya había disparado a puerta. El duelo contra el conjunto babazorro es clave para apuntalar tendencias. No tanto para delimitar objetivos, pero sí para llenar el granero de puntos y que en el día a día del equipo se respire normalidad.

Llegados a la tercera jornada de LaLiga, el once del Valencia ya empieza a ser reconocible, a casi recitarse de memoria. Una marca tradicional de los equipos de Bordalás, pero también una señal de las pocas alternativas que maneja el técnico alicantino para remover el «once» inicial, más allá del debate en la portería o la variante de Racic en la medular. El tramo final de mercado deberá no solo aumentar el fondo de armario, sino también acentuar el perfil combativo que Bordalás quiere dotar al equipo. La agresividad de Marcos André para presionar y atacar el espacio, un puntal físico como Foulquier para la banda y los refuerzos que se trabajan para fortalecer el centro de la defensa y el ansiado mediocentro. El club ya ha inscrito a Marcos André, por lo que ha podido ser convocado por su gran valedor.

Mientras que el Valencia va sumando pequeñas pero sólidas certezas, en el Alavés hay cierta necesidad de ver alimentar el casillero con puntos. Los de Calleja perdieron en la jornada inaugural contra el Real Madrid, con un marcador abultado (1-4) que se explica a partir de la mayor pegada de los merengues, pero en el que el Alavés no le perdió la cara al partido. Una derrota «lógica» no tanto la de la segunda jornada, también en Mendizorroza, contra el Mallorca, en una contienda condicionada por la doble amarilla que vio Rubén Duarte antes del gol de Fernando Niño (0-1).

Las primeras constantes nerviosas del nuevo Valencia de Bordalás no han pasado inadvertidas para el resto de equipos. En el partido de Granada, al entrenador Robert Moreno no le dolieron prendas para plantar una defensa de tres, obligar al Valencia a tener la posesión y negarle espacios, para sorprenderle a la contra, como sucedió en el gol local. El Valencia crece pero, con independencia del aporte de los fichajes que deben llegar, es un equipo con margen de mejora. Sobre todo en la faceta atacante. Los dos goles, tras muchas llegadas, solo han venido de dos penaltis de Carlos Soler, que han valido cuatro puntos.