Koeman llegó con la etiqueta de hombre que cuidaría la idea de Cruyff sin que la directiva supiera que nunca en sus años como entrenador cuidó lo más mínimo esa filosofía de juego. Su primera apuesta fue la de un doble pivote que tuvo que cargarse a finales de 2020 para buscar algo de fútbol con otro sistema. No le dio tiempo en la Supercopa, donde Marcelino le dio una clase magistral y le arrebató el título en su primer día importante. El PSG también mostró las costuras de un entrenador que, lejos de un mes y medio bueno en el mes de marzo y abril, perdió LaLiga por errores propios, encerrado en su área con una defensa de cinco y que llega al encuentro de mañana igual de cuestionado que de costumbre. De hecho, la realidad es que aún no ha sido despedido porque Laporta sigue encontrando la fórmula para que le cueste, su cese, lo menos posible. En definitiva, la era Koeman en el banquillo tiene un sin fin de errores y muy pocos aciertos. Alguno de ellos incluso, como el de Gavi, son producto de que su idea inicial no funciona, como la de pedir a Wijnaldum hasta la saciedad en busca de ese talento fuera que ya tenía en casa.

Su fichaje fue un movimiento más propagandístico que coherente con los méritos realizados para coger un banquillo de la envergadura del Barça, que lo fichó a pesar de llevar once años sin conseguir ningún trofeo (el último, la Supercopa de Países Bajos con el AZ Alkmaar de 2009) y fracasos en clubes como el Southampton o el Everton. Su estatus de ídolo para el barcelonismo fue su única credencial para recalar en el Camp Nou y después de más de un año ocupando el banquillo ha dejado muchas más sombras que luces.

Las expectativas generadas por su fichaje dentro de la parroquia culé iban encaminadas a recuperar la esencia cruyffista del juego de posición y monopolio de la pelota, una idea que empezó a morir de forma temprana. De entrada apostó por un doble pivote Busquets-De Jong con dificultades para adueñarse de los partidos y jugar la pelota al ritmo que precisaba el Barça. Fracasada su idea inicial y con el entorno presionando para que el equipo jugase de otra manera, pasó a formar con un trivote en el centro del campo.

Su imagen como entrenador se debilitó debido al mal juego y se erosionó más si cabe por el rendimiento del equipo en las citas importantes. Perdió todos los cara a cara con entrenadores importantes como Marcelino, Mauricio Pochettino o Diego Pablo Simeone, de hecho de los doce puntos posibles contra Real Madrid y Atlético solamente consiguió sacar uno, en el empate contra el Atleti en un momento clave en la lucha por el título y su planteamiento fue muy criticado por falta de ambición.

La temporada pasada solamente tuvo un buen momento puntual, un mes en el que ganó casi todo y se llevó la Copa del Rey, pero en el momento de la verdad de la lucha por LaLiga se volvió a caer y acabó perdiendo todas sus opciones después de caer en el Nuevo Los Cármenes.

Laporta mantuvo a Koeman contra todo pronóstico

Que se reencuentre con el Valencia CF es casi un milagro. Primero porque en verano la idea de Joan Laporta fue provocar un relevo en el banquillo que representase un soplo de aire fresco coincidiendo con su llegada a la presidencia. Pero la imposibilidad de encontrar una operación que encajase en los parámetros económicos del club provocó que empezase la temporada sentado en el mismo banquillo del que parecía sentenciado. Y segundo porque sus resultados no están siendo buenos.

Después de las duras derrotas contra Benfica y Atlético de Madrid todo parecía indicar que el Barça iba a aprovechar el parón de selecciones para cambiar de entrenador. Pero se volvió a salvar de la quema a pesar de que una gran parte de la junta directiva abogó por despedirle, pero el elevado coste económico de hacerlo y la coyuntura de economía de guerra que padece la entidad barcelonista le prorrogó el crédito.

Bordalás y Koeman la tuvieron en el Coliseum SD

Falta de ambición El técnico de Zandaam vive su momento más difícil y las principales críticas que está recibiendo en los últimos meses van ligadas a su falta de ambición, especialmente después del comunicado que leyó en la previa del partido contra el Cádiz en el que sacó al Barça de la lucha por la Champions League y centró su discurso en la etapa de transición que atraviesa el club con muchos canteranos en el equipo y no en la posibilidad de ganar títulos.

Sus propios jugadores le ‘respondieron’ después del duelo contra los gaditanos en zona mixta elevando el listón de exigencia y manifestando que el Barcelona debe luchar siempre por todo y no aceptaron el relato de los periodos de transición.