Rubo, un valencianista de cuna

Sus familiares y amigos lo recibieron con camisetas del Valencia, con aplausos y muchas emociones. Cumplió el sueño de todos

Rubén Iranzo, un valencianista de cuna que debutó en Orriols

Rubén Iranzo, un valencianista de cuna que debutó en Orriols / SD

Andrés García

Andrés García

Rubén Iranzo llegó a la una de la madugrada a Picanya después de cumplir el sueño de su vida de debutar con el primer equipo del Valencia. En la calle, a las puertas del garaje, le esperaban sus padres José y Sonia y sus cinco mejores amigos con camisetas del Valencia. También su hermano pequeño Hugo que, como pensaba que no iba a debutar en el Ciutat, prefirió quedarse a estudiar para un examen y verlo desde casa. «¡Qué error!», bromeaban después. El debut fue la guinda a una noche de 20 de diciembre de 2021 que nunca olvidará. Y posiblemente tampoco el valencianismo. El capitán del futuro ha llegado.

Rubén (14/3/2003) nació en València y vivió sus dos primeros años en zona de la Ciudad de las Artes y las Ciencias. El fútbol no fue el primer deporte de su vida. Ni el segundo. A los nueve años ya estaba dentro de una piscina. Su primera copa fue por cruzarse los 50 metros de la piscina del Politécnico. Llevaba en los genes la natación como su padre. También probó el judo. Duró una clase. Hasta que un día llegó a casa: «Papá, que mis amigos juegan a fútbol y yo también quiero».

La familia se había mudado ya a Picanya, pero prefirieron apuntar a Rubo a la escuela de Javi Garrido en Torrent. Solo dos años después, Garrido le seleccionó para hacer las pruebas en el Valencia. La familia, sin embargo, se negó. Tenía su grupo de amigos hecho en Torrent y no vieron la necesidad de cambiarlo. Fue su primer y último «no» al Valencia. A los pocos meses y bajo la insistencia de todos, Rubo probó en Paterna. Tenía solo 7 años. Pasó el primer corte de 40, el de 15 y el entonces coordinador de la Academia Xavi Mocholí llamó por teléfono a la familia para comunicarle que el Valencia lo había fichado.

Rubo, una vida al lado del Valencia CF

Rubo, una vida al lado del Valencia CF / Mario Monsalve

Rubo jugó siempre de defensa. «Empezaba en la defensa y subía, subía y subía hasta meter un gol. Lo que le gustaba era defender. La primera vez que se plantó delante de un portero se quedó parado, todo el mundo le decía ‘¡Chuta, chuta!’, pero le costaba. ¡Es que estaba esperando a que el delantero llegara!, decía el pequeño Rubén.

Sus dos primeros años en el Benjamín del Valencia fueron complicados, le costó adaptarse hasta que empezó a hacerse fuerte en las alineaciones con disciplina (su máxima es que lo que dice el entrenador va a misa), actitud/pasión y unas condiciones físicas y técnicas privilegiadas. También con personalidad y liderazgo. Desde el primer año de Alevín de Toni Navarro (el entrenador que le puso el apodo de Rubo para poder darle órdenes con más facilidad durante los partidos y entrenamientos) hasta el juvenil de Angulo lució el brazalete de capitán. Es un pequeño gran ‘jefe’.

Su habitación es un museo de pins, banderines, trofeos, camisetas y bufandas

Su habitación es un museo de pins, banderines, trofeos, camisetas y bufandas. Marcelino García Toral fue el primero en subirlo a entrenar con 16 añitos, aunque fue José Bordalás quien le hizo debutar en pretemporada contra el Atrómitos formando pareja con Gabriel Paulista. Su proyección no ha pasado desapercibida en la RFEF.

Iranzo con Soler en el Derbi

Iranzo con Soler en el Derbi

Julen Guerrero lo captó para la Sub-15 española y desde entonces es fijo en todas las categorías de la Roja. El ex del Athletic desde siempre le ha visto «madera de Primera». De momento, ya ha debutado. Lo hizo el lunes en el Derbi. Puede ser el primer de muchos. Su estreno en Laliga no ha cambiado nada. Solo es una motivación más. Ayer entrenó con el Mestalla (asume que es su equipo) y fue a la Universidad Católica a estudiar Ciencias de la Actividad Física y del Deporte como un día más. Rubo (acaba contrato en 2023) ha despertado el interés de muchos clubes importantes, sobre todo en su última renovación, pero siempre antepuso el Valencia a todo. Lo tiene claro.

Es valencianista de cuna. Tenía el mono del Valencia de bebé y, como no, uno de sus primeros regalos de niño fue un balón del Valencia. Su padre es abonado de toda la vida y se lo llevaba a Mestalla con cuatro o cinco añitos, cuando todavía no era consciente del fútbol, alucinaba con la grandiosidad del estadio y se entretenía con cualquier cosa. Ahora le toca ser protagonista a él. Su sueño solo acabar de empezar.