Charla y cabreo monumental de Bordalás con sus futbolistas en Paterna

Llueve sobre mojado. Bordalás estaba tan enfadado por los goles en contra que este domingo no quiso ni analizarlos

Bordalás, en la Ciudad Deportiva de Paterna

Bordalás, en la Ciudad Deportiva de Paterna / SD

Andrés García

Andrés García

El día después del Bernabéu fue especialmente duro para el vestuario del Valencia. Y no precisamente por culpa del penalti inexistente de Alderete a Casemiro. Este domingo en la vuelta al trabajo del equipo en la ciudad deportiva ni siquiera se habló de la polémica arbitral de Hernández Hernández. A José Bordalás solo le había quitado el sueño la fragilidad defensiva de su equipo.

El técnico se marchó de Madrid cabreado y llegó por la mañana a Paterna igual de cabreado o más. Los futbolistas, de hecho, vieron ayer al míster más enfadado que nunca. Habitualmente, el alicantino analiza los partidos con sus jugadores al día siguiente. Ayer estaba tan cabreado que no tenía ni ganas de volver a incidir en los mismos errores de siempre. No quería hablar. Seguramente porque aún estaba demasiado caliente. Así lo interpretó la plantilla.

Bordalás empezó la charla con sus jugadores diciéndoles que ya sabían perfectamente lo que había pasado contra el Madrid y que ya sabían lo que tenían que hacer para que no volviera a pasar. Esta vez el técnico no tenía ganas de repetir a sus jugadores todas esas indicaciones que les lleva diciendo durante toda la temporada para tratar de ser un equipo más fiable en defensa. La charla duró poco. Muy poco. Tiempo habrá para reflexionar a lo largo de la semana. El mensaje final a sus jugadores fue también breve, pero muy directo: Esto no se puede permitir otra vez. 

Llueve sobre mojado con la sangría de goles en contra y es normal que a Bordalás se le acabe la paciencia aunque sea por un día. El entrenador lleva insistiendo durante muchas semanas (meses) en la necesidad de corregir la mala toma de decisiones individuales que está provocando pérdidas por dentro en zona de peligro. Tres de los cuatro goles del Real Madrid (incluido el penalti) llegaron así. El técnico insiste partido sí y partido también en la necesidad de no asumir riesgos innecesarios y la obligación de estar más concentrados y ser más intensos y contundentes en fase defensiva. Es el único camino para ser un equipo competitivo y aspirar a objetivos ambiciosos. 

Como la 1985/86 o la 2016/17

Los números en defensa empiezan a ser insostenibles. 32 goles en contra cuando solo se han disputado 20 partidos es una temeridad para cualquier equipo. En el caso de Bordalás esa fragilidad defensiva se convierte en pecado mortal. Nunca le había pasado en su carrera deportiva. «Llevamos 32 goles, esta es la realidad», decía visiblemente afectado en Madrid. Los 32 goles en contra en las primeras 20 jornadas están a la altura de los peores Valencia de la historia a nivel defensivo. De hecho, es el segundo peor registro desde la temporada del descenso 1985/86 y la campaña 2016/17 (Ayestaran-Prandelli-Voro) igualando las cifras de la 12/13 (Pellegrino-Voro-Valverde) y de la 07/08 (Quique-Óscar-Koeman-Voro).

¡32, igual que nuno en un año! El Valencia, lleguen o no los fichajes en enero, tiene que cortar la hemorragia defensiva ya. De seguir en esta dinámica negativa, la proyección de goles en contra a final de temporada sería de 61 goles. Solo hay dos campañas del Valencia peores a final de temporada en el siglo XXI: los 62 goles de la 07/08 (Quique-Óscar-Koeman-Voro) y los 65 de la campaña 2016/17 (Ayestaran-Prandelli-Voro).

También se encajaron 62 goles en la 85/86 del descenso a segunda. El Valencia de Bordalás con 32 goles en contra, por ejemplo, ya ha encajado los mismos goles (32) que toda la primera temporada de Nuno Espírito Santo (14/15) o el primer año entero (33) de Quique Sánchez Flores. Esos 32 goles encajados 20 jornadas ya están muy por encima de los 27 en 38 partidos del Valencia de Rafa Benítez en las temporadas 01/02 y 03/04. Bordalás tiene mucho trabajo por delante para recuperar las porterías a cero.