Un vacío en el centro del campo del Valencia aún sin resolver

El alicantino no dispone en València del perfil de pivotes con los que triunfó en Getafe; La mutación de Guillamón no ha sido suficiente y al equipo le falta equilibrio y conceptos defensivos

Arambarri VS Guillamón

Arambarri VS Guillamón / SD

Rafa Jarque

Rafa Jarque

Claras y concisas fueron las peticiones de José Bordalás a su llegada a Mestalla el pasado verano. El alicantino aterrizó en València desde Getafe con dos peticiones entre ceja y ceja: Un central y un mediocentro defensivo. Llegó el zaguero, Alderete, pero el mediocentro se aplazó para el mercado de invierno. Tras un intenso mes de enero, llegó por fin un medio centro, Ilaix Moriba, pero no del perfil que Bordalás necesita para dotar de equilibrio su plantilla. 

Acostumbrado a jugar con un doble pivote con despliegue físico, altos conceptos defensivos y versatilidad, Bordalás marcó un estilo de juego propio en su anterior etapa en el conjunto azulón. Un estilo de juego sustentado por la pareja Maksimovic-Arambarri, cuyas características casan a la perfección con las exigencias del míster. Sin embargo, desde su aterrizaje en Paterna, Bordalás no ha contado en el Valencia con un perfil de jugador como los que triunfaron con él en su anterior etapa. Incluso ha tenido que reconvertir, con acierto cabe destacar, a un Hugo Guillamón que ha ejercido, desde el minuto uno de la temporada y salvo casos muy contados, en un posición nueva para él en el fútbol de élite: la tan repetida posición de ‘6’. Aún así, el futbolista de L’ Eliana, que está siendo una de las grandes revelaciones de la temporada, no dispone de la potencia física y la versatilidad que caracterizan a un jugador como Arambarri. Ni tampoco está acompañado de un futbolista de ese perfil, sino que suele estarlo de uno o dos interiores, más bien ofensivos, dependiendo del dibujo escogido. Una circunstancia que impulsa la parcela ofensiva del Valencia, tal y como reflejan los datos: 36 goles anotados en 24 partidos (el sexto mejor dato de LaLiga); pero que afecta en el otro lado del campo, donde los datos también son muy reveladores: 38 goles encajados en los mismos partidos (el segundo peor dato)

Cambios en busca de la solución

No será porque Bordalás no lo ha intentado, pero de momento no halla la manera de dar equilibrio a su equipo. Empezó la temporada con su característico 4-4-2, con Guillamón acompañado de Wass en un doble pivote que funcionó en partidos de menos exigencia, pero que empezó a mostrar sus costuras a medida que la competición exigía cada vez más al cuadro de Mestalla. Pronto entró en escena el 4-5-1 (o 4-1-4-1), pero la regularidad brilló por su ausencia y el equipo, sacudido además por lesiones, no encontró la estabilidad necesaria. El último recurso fue el de dibujar un esquema con tres centrales, aunque tampoco tuvo mucho recorrido al no sustentarse de buenos resultados y, además de que las lesiones volvieron a hacer mella en el equipo. 

Si algo se ha puesto de manifiesto en estos meses de competición es que la plantilla no está completa, al menos de la forma que Bordalás desea. Con solo un mediocentro defensivo en el equipo, los planteamientos de Bordalás hacen aguas con frecuencia. El problema se agrava aún más cuando Guillamón está ‘tocado’, como ha ocurrido en las últimas semanas tras su operación en la nariz. Tras dos veranos como valencianista, Bordalás aún no dispone de los mimbres necesarios para hacer carburar a su equipo.