SUPERentrevista | Forment y Claramunt Exfutbolistas y leyendas del Valencia CF

"Con este estilo, el Valencia puede ganar la Copa"

Claramunt y Forment, dos viejos amigos que hicieron historia en el Valencia de los 60 y 70, rescatan la sabiduría de sus finales de Copa para valorar la cita del 23 de abril en la Cartuja

Forment y Claramunt, en Puçol

Forment y Claramunt, en Puçol / Francisco Calabuig

Vicent Chilet

Vicent Chilet

Claramunt y Forment, dos viejos amigos que hicieron historia en el Valencia de los 60 y 70, rescatan la sabiduría de sus finales de Copa para valorar la cita del 23 de abril en la Cartuja.

Forment y Claramunt, en la entrevista de SUPER

Forment y Claramunt, en la entrevista de SUPER / Francisco Calabuig

Valencia-Betis. Una final inédita. ¿Qué consejos darían los maestros al actual equipo?

Pep Claramunt: Son dos equipos con formas distintas de ver el fútbol. Un equipo que quiere tener la pelota y otro que no quiere, que es el Valencia. El Betis juega a controlar, a acabar las jugadas con más brillantez y más fútbol. Fekir y Canales desequilibran mucho. A un partido, al Valencia le puede venir bien esa concepción del juego, porque es más agresivo, más práctico, intimida más al contrario y lo acobarda psicológicamente. Con la intensidad de los últimos partidos, dejando la portería a cero, sin dejar que el Betis combine en tu campo, notándose la experiencia de Paulista, la inteligencia de Guillamón para elegir… Soler es esencial para dar vida a la transición en ataque hacia Guedes. Es posible que el Valencia incomode la idea del rival, genere contras hacia Guedes y gane la final. Aunque con Diakhaby estás en el «ay». (ríe)

Forment: Ahora es un equipo más regular, ha habido partidos que quería apagar la tele, no se podía ir a ningún sitio siendo de los más goleados. A partido único eso lo cambia todo, cuenta mucho cómo se asume la responsabilidad, la presión. Pero también, para chavales como Hugo Duro, esa primera vez también es expectativa. El Betis toca muy bien el balón, pero si el Valencia contrarresta con garra, con el espejo del partido del Bilbao, puede ganar. Como cuando jugábamos nosotros, siempre era un 0-1, 2-1. Y arriba está Guedes, es el mejor de todos esos xiquets. 

¿Qué le viene a la cabeza, Pep, de la final de 1967? (victoria 2-1 ante el Athletic)

Pep: Íbamos muy fuertes a esa final. Nos costaba ganar fuera de casa, pero en Mestalla goleábamos a todos. Habíamos eliminado al Mallorca, al Betis, al Madrid, al Elche, estábamos cargados de moral. Solo contra el Betis empatamos 0-0 en casa y Rogelio, que era muy amigo, me dijo: «En Sevilla os ganamos». «En Sevilla os ganaré yo solo», le contesté. 0-4, con un gol mío y dos de Vicent. De ahí esa superioridad que tuvimos desde el primer momento en la final. Nos pusimos 2-0. El Athletic solo reaccionó al final, faltando veinte minutos. Recortaron distancias pero éramos muy buenos, mantuvimos la pelota. No tuvimos rival. 

¿Y cómo era entrar con 20 años, en ese equipo que había ganado finales europeas unos años antes?

Pep: Era el más joven del equipo. Había entrado en el primer equipo en esa temporada, con Mundo. Ese equipo tenía mucha clase y genio. Estaban Paquito, con una clase extraordinaria, Roberto Gil, Manolo Mestre, Guillot… Poli trabajaba muchísimo. Waldo fue pichichi aquel año, Ansola marcó 17, yo unos 10 ó 12. Sol y Aníbal en defensa. Era un bloque de gente veterana que había conseguido hitos importantes.  

La siguiente fue en 1970. La primera final de las tres consecutivas perdidas. 3-1 en el Camp Nou frente al Madrid.

Pep: Perdimos merecidamente. Fue la peor final de todas, jugamos horrorosamente mal. Con todo a favor porque se lesionaron en la primera parte Grosso y Amancio y entraron Planelles y Fleitas, que son los que nos hundieron. Marca el 1-0 Pirri de penalti, me hacen otro a mi y lo marca Jara. El público de Barcelona estaba a nuestro favor. Todo a favor. Con el 2-1 de Planelles, ya no encontramos dónde estaba el campo. Fleitas hizo el tercero. Nos ganaron muy fácil.

Vayamos a la final de 1971, campeones de Liga, pero derrota 4-3 contra el Barça con mucha polémica arbitral. 

Pep: La recuerdo muy bonita. Empezamos ganando 2-0, se lesiona Marcial y entra Fusté, que es decisivo en los goles a balón parado del Barcelona, de faltas inexistentes a cargo de Saiz Elizondo. El árbitro nos cortó jugadas muy favorables. Éramos superiores a ellos. El Barça quería, pero no podía. Si no nos llega a pillar campeones de Liga, la ganamos bien.

Forment: Habíamos ganado la Liga y no nos dejaron ganar la Copa. Parecía que no querían que ganásemos nosotros.

Pep: Era una final de cara. Marqué el primer gol, en un penalti que me hace Eladio, lateral izquierdo. Paquito marca el segundo. Nos empatan con esas faltas y a la prórroga.

Forment: Antes expulsan a Juanito Sol, por protestar uno de los goles del Barça. Le habían hecho falta a Juan, y la pitó al revés y nos marcan. Se adelantan ellos en la prórroga, empata Valdez, marca Alfonseda el 4-3 y ya en el último minuto de la prórroga, con uno menos, aún tuve el 4-4. Un córner de Valdez que remato de cabeza y me la saca Reina, con una mano increíble.

Se vuelve a la final al año siguiente y se pierde en el Bernabéu frente al Atlético.

Pep: Vicent estaba convaleciente de su lesión de Granada y a mi me pilla lesionado. Yo no iba a jugar, pero Di Stéfano me hizo viajar. «Aunque vayas a jugar cinco minutos, aunque ganemos a perdamos, jugarás». Salí al final, con 2-1 perdiendo, y aún tuve una oportunidad de marcar. Pero jugué paralizado por un dolor de ciática. No podía moverme. Era como si tuviese a un perro mordiéndome la pierna. Fue un partido equilibrado que puede caer de cualquier lado. Las finales son partidos muy distintos al resto. 

En las fotos y resúmenes de aquellas finales y de aquel fútbol aparece el humo de las tracas por todas partes. La química con la grada era única en aquel Mestalla, a veces con veinte mil espectadores por encima de su aforo.

Pep: El equipo no era solo el que jugaba, era toda la gente. En Mestalla se creaba un ambiente de ganas de vencer que empequeñecía a los rivales. Era una comunión desbocada con una atmósfera de final en cada partido, el público saltaba al campo a veces con los goles. Ten en cuenta que no se ganaba una Liga desde 1947. Esas ganas, ese hambre… Había gente que se quedaba sentada en las escaleras. Que hable Vicent del partido contra el Celta. 

Forment: No sé serían 60.000, 40.000 seguro. A cada jugador nos daban quince invitaciones para amigos, pero eran entradas no numeradas y les tocaba ver el partido donde podían (risas). Llegaban pronto, se sentaban en una silla vacía y luego venía el socio y les echaba. Los «amigachos» acababan en las escaleras, se buscaban la vida. No cabía un alma. Pero mi padre iba al palco. Lo que sufrió ese día del Celta (pausa emocionada). Nos habían anulado dos goles. Y llegamos al córner del último minuto. Subieron Barrachina, Aníbal, Sol y yo intuí que Sergio solo tendría fuerzas para mandar el balón, ya muy pesado, al primer palo. Y gol. Ai mare… 

El gol más celebrado de la historia de Mestalla.

Forment: Y mira, desde hace cuatro años me homenajean con ese gol, con una traca. Es muy bonito, medio siglo después, pero es un gol, como el de Antón en Sabadell una semana después.

Pep: Ese partido era clave para ganar la Liga y nos costó muchísimo. En condiciones normales habríamos goleado. Ahora se habla de cerrojos, pero siempre se intenta alguna contra. En nuestra época los rivales no salían de su campo, renunciaban deliberadamente a atacar. Y las defensas pegaban mucho. No salía nadie. Todos atrás. Para entrar ahí dentro y en campos que no eran alfombras, el césped era duro, la pelota saltaba mucho, jugué muchos partidos con el dedo roto…

Y hablamos de esos balones, que cogían peso con la lluvia, con las costuras visibles que abrían brechas. 

Forment: A veces cogían tanto peso por el agua y el barro, que en los saques de esquina era hasta difícil llegar al área. Te tocaba levantarlo con el pie y patadón, donde fuera.

Pep: Y había campos y campos. Se lo dije un día a Baraja. Yo no envidio vuestros sueldos, yo envidio vuestros campos. Antes podíamos jugar bien en tres campos. En Barcelona, a veces ni en Madrid, se hacía barro también en Madrid. 

Y el norte, entre el viaje en coche cama y el barro.

Pep: En San Sebastián te ponían medio metro de barro. El balón nunca saltaba, ahora corren fenomenal. 

Forment: En Bilbao era distinto, yo lo recuerdo casi siempre bien. Algún «rogle» con barro. Y luego en muchos estadios la distancia con la grada no existía. En el antiguo Altabix, en Elche, tenías la valla pegada al campo. Más de una vez vi una gallatada al línier. El viejo campo del Sabadell era una cajita de mistos. 

¿Pep, un jugador de su técnica, avanzado a su tiempo, cómo se las apañaba en esos escenarios?

Pep: Yo habría disfrutado con estas alfombras de hoy. En algunos viajes me iba a hablar con el encargado del campo y le decía que no había derecho. Si saltaba, al balón o le costaba media hora volver, o se quedaba atrapado en el barro. Solo disfrutaba en Mestalla en los partidos nocturnos. Había algo de rocío y el balón se mojaba ligeramente y corría mejor. Solo así mandaba el balón donde yo quería.  

¿Y Forment era más como Hugo Duro o como Guedes?

Forment: Yo era distinto. Lo que ahora dirían un falso nueve, un mediapunta con gol. Tenía zancadita.

Pep: (Interrumpe) No, Vicent tenía mucha más clase que ellos dos. 

Forment: La paella está en casa esperándote, Pep.

Pep: ¡Vicent, Yo digo la verdad! Y jugamos juntos desde juveniles, donde era el mejor de todos, aunque diga que no. Vicent era el que llevaba el juego del equipo, jugaba de interior, era un creador, con un dribbling muy bonito, con una facilidad pasmosa para llegar, un jugador alto, con una zancada extraordinaria, capaz de arrastrar a todo el equipo, chutando con las dos piernas. Luego en el primer equipo ya fue más delantero. Y si no llega a ser por la lesión de Granada, habría sido una figura, un fuera de serie. Se merece todos los homenajes.