Mamardashvili, grande como una Catedral (0-0)

Las tres grandes intervenciones del portero georgiano ante Iñaki Williams, salvaguardan el empate en San Mamés de un Valencia sin objetivos, pero que recupera oficio

Mamardashvili forcejea con Iñaki Williams

Mamardashvili forcejea con Iñaki Williams / EFE

Vicent Chilet

Vicent Chilet

Tan grande como los 5.033 metros del monte Kazbek, el techo de las montañas del Cáucaso de su Georgia natal, Giorgi Mamardashvili fue el protagonista indiscutible del empate cosechado por el Valencia en San Mamés. Las cámaras seguían al joven guardameta valencianista, de 21 años, tras acabar el encuentro frente al Athletic, mientras recibía el abrazo de su compañero Jaume Doménech. Sus tres intervenciones felinas ante remates a bocajarro de Iñaki Williams, salvaguardaron el empate del equipo de Bordalás, sin ninguna recompensa clasificatoria, pero con la satisfacción de haber mostrado su versión más canchera y con más oficio.

Sin nada en juego y varios jugadores sobrecargados, Bordalás presentó un “once” innovador con Foulquier completando la línea de tres centrales y Diakhaby incorporado al doble pivote, una demarcación que había frecuentado esporádicamente en el pasado. No fue una sorpresa que el encuentro comenzara con un repliegue masivo del Valencia para protegerse ante los primeros centros laterales de Nico Williams, que encontró en Muniain a un buen socio.

Pasados 10 minutos, el Valencia vio la luz en el único hueco de césped soleado por la sombra elíptica de la cubierta de San Mamés. Maxi Gómez ganó la posición a Yeray, que acabó zancadilleando al delantero uruguayo. Unai Simón detuvo el lanzamiento de Soler.

Esa primera aproximación animó al Valencia, que combinaba con relativa comodidad en el centro del campo y veía la subida con hectáreas libres de césped de Thierry, que apuraba la banda y centraba, con un llamativo número de valencianistas entrando al remate.

En el 22, el Athletic avisaba con un despiste de Mamardashvili. Sería el único error del meta georgiano, que se agigantaría con el paso de los minutos frente a Iñaki Williams, en el gran duelo que ofreció la tarde. El final de la primera parte se avinagró con varias interrupciones y protestas de la grada, con el remate final de la desgraciada lesión de Paulista, que sufrió una dolorosísima torcedura de tobillo al desequilibrarse en una carrera con Iñaki Williams. Los gestos de dolor hacían temer una lesión de considerable del lateral brasileño, que intentó en vano regresar y fue sustituido por Hugo Guillamón.

La Catedral aumentó su presión en la segunda parte. Los puntos para los locales, a diferencia que en Mestalla, tenían un valor añadido en la lucha por Europa. El Valencia defendió con bastante destreza, con Alderete gustándose para recortar ante los delanteros rivales en la salida de la pelota. Los de Bordalás no se encerraron y por momentos merodearon el área athleticzale, con buenas incorporaciones de Jesús Vázquez y pases filtrados, sin rematador. Muy batallador en las disputas, Maxi Gómez se quedaba sin pólvora. Por contra, el Athletic acabó encontrando metros para correr, como Iñaki Williams que se plantó en solitario ante Mamardashvili, que tapó la portería sacando un pie milagroso, al igual que en la final de la Copa del Rey.

Los cambios trasladaron una señal de ambición del Valencia, con Guedes en el campo y Racic, que tuvo la primera ocasión medianamente peligrosa de los visitantes al cabecear con superioridad un envío lateral. El testarazo se marchó fuera, muy cerca del poste. En sus minutos como refresco, a Guedes todavía le dio tiempo de armar un disparo desde la frontal, como en la vuelta de las semifinales de Copa ante el mismo rival, pero esta vez con la mira desviada. Con el ritmo cada vez más cortado, el Valencia contenía con bastante oficio cada maniobra rojiblanca, aumentando la frustración ambiental de San Mamés ante cada valencianista caído al suelo con molestias.

Pero aguardaba un final de vértigo. Los siete minutos de añadido despertaron el rugido del estadio dispusieron un final intenso. Antes, Díaz de Mera, entre la bronca general, repartió tarjetas al banquillo del Athletic, a un polemista experto como Raúl García y también a Marcelino, que cimentó un nuevo capítulo de su rivalidad íntima con Bordalás. Un desencuentro más grande que una Catedral. Faltaba el último duelo entre Iñaki y Giorgi. Muniain pateaba la falta lateral y Williams cabeceaba fuerte y picado, con una fenomenal respuesta de Mamardashvili lanzándose abajo. Donde no llegaba el meta georgiano, lo hacían los postes, que escupieron otro cabezazo, esta vez de Villalibre, en una falta idéntica a la anterior. Fue el penúltimo lance de un duelo que llegó al minuto 99 y dejó la expulsión de Guillamón por doble amarilla.