En Roberto Gil se reunían todas las cualidades de un capitán de época: carácter, carisma, representatividad, sentimiento de pertenencia, lealtad y una gran lectura para descifrar el fútbol y liderar durante décadas al Valencia. Un futbolista totémico en el que, repasando su trayectoria, se explica la propia historia del club de Mestalla. Roberto fue uno de los eslabones que realzó una de las grandes tradiciones del Valencia, la de los capitanes de la tierra que sirvieron durante toda su carrera a la entidad. Gil recoge el testigo de Salvador Monzó en los años 40 y de Antonio Puchades entre los 40 y 50. En 1959, el mediocentro de Sueca, tras su último homenaje, le entregó la misión histórica de representar el dorsal 6: “Xiquet, el camp és teu”.

Si Puchades había formado una inolvidable pareja en la medular con Pasieguito, una gran parte de los 300 partidos oficiales disputados por Roberto durante 11 temporadas (210 de Liga, 56 de Copa y 34 en Europa) lo hizo flanqueando a Paquito, el cerebro del equipo. Esa misma estela seguiría también en la última era dorada del club (1999-2004), en la que David Albelda, mediocentro defensivo como Puchades y Gil y con el número 6 en la espalda, formó junto a Rubén Baraja un tándem para la eternidad. Siempre leal al Valencia, en la trayectoria de Roberto Gil se demuestra que la fidelidad a unos colores no está reñida con la fama y con la gloria y acaba siendo rentable en la trayectoria global de los futbolistas. Nacido en Paterna y criado desde muy joven en Riba-roja, Roberto Gil también consolida la tradición de capitanes y referentes morales venidos de las comarcas, en las que el valencianismo extiende su hegemonía social. Un recorrido que, en opinión del historiador José Ricardo March, “se potencia a partir de la aparición del CD Mestalla en los 40, que aumenta la captación de jugadores de otras poblaciones”, después después de unas décadas en las que el liderazgo del equipo recaía en futbolistas del cap i casal (Cubells, Montes, Rino, Peral, Molina, Monzó…), “con escasas excepciones, como Tonín Conde” (del Port de Sagunt).

Procedente de una familia con ideales progresistas a los que nunca renunció, así describía Roberto sus inicios en el Valencia, en una entrevista a Levante-EMV en 2016: “Nací en Paterna, pero a los seis años, por el trabajo de mi padre, nos fuimos a Riba-roja. Mi padre era jefe molinero, se fue a la mili, a la guerra y, cuando volvió, ya no tenía el puesto de trabajo por motivos políticos. Él estaba afiliado al Frente Popular. Yo jugaba de portero y mi ídolo era Eizaguirre. A los seis años, mi padre me lleva a Mestalla y es contra el Zaragoza. A los 15 años comencé con ficha falsa en el Riba-roja. Rino, el amo del Valencia, vino y le dijo a mi padre: ´Tu hijo, o bien al Valencia juvenil o lo denuncio´. Mi padre era el presidente del Riba-roja. Eso fue en la 54-55. Debuto en el primer equipo del VCF el año 59 en el homenaje a Puchades. En mayo ascendimos a Segunda con el Mestalla eliminando al Hércules y, volviendo a casa, me dice Rino: ´¿Quieres jugar con el Valencia?´ ¡Figúrate, venir a casa y decirlo! Los niños formaron sobre el césped el nombre de Puchades, que salió a jugar con el número 6. Y a los seis minutos entré yo para sustituirlo”.

Partícipe de las conquistas europeas de 1962 y 1963 en la Copa de Ferias, cuya no oficialización en 2007 dictada por la UEFA le enervó, Roberto Gil llega a su madurez futbolística “entre 1964 y 1968”, como el propio capitán reconocía. La Copa del Rey conquistada frente al Athletic Club en 1967 (2-1) tendrá una gran repercusión generacional: “Fue inenarrable. Una final muy reñida porque el Athletic estaba acostumbrado a ganarlas, era el jefe de la Copa. El ambiente fue exquisito”, recordaba Gil en 2017, con motivo del 50 aniversario del título en el que el Valencia formó con Abelardo, Tatono, Mestre, Sol, Claramunt, Roberto Gil, Paquito, Jara, Poli, Waldo y Guillot, entrenados por Mundo. La representatividad de Roberto llegaba a cualquier punto, desde liderar al temible Valencia en las visitas al Santiago Bernabéu cargadas de rivalidad no solo deportiva, hasta liderar un manifiesto interno de los jugadores para evitar la marcha del club del gerente, Vicente Peris.

Fichador como Cubells y Pasieguito

La influencia de Roberto no acaba en su etapa como jugador. Al igual que sucedió con Eduardo Cubells, con Pasieguito (entrenadores y secretarios técnicos) y más tarde con Javier Subirats (director deportivo), Roberto Gil contribuirá decisivamente al Valencia como entrenador interino y sobre todo como secretario técnico, con fichajes claves en la recuperación deportiva en la segunda mitad de los 80 y en los primeros 90, con Quique Flores, Arroyo, Ochotorena, Eloy, Lubo Penev y Leonardo de Araujo, entre otros.